MURCIA. "En una línea el mundo se une, con una línea el mundo se divide, dibujar es hermoso y tremendo", dijo Eduardo Chillida, cuya obra gráfica se caracteriza por su sobriedad, por el blanco y negro, y por el uso de recursos diversos como rayados, texturas, líneas y manchas. Todo este universo de surcos y trazos del llamado 'poeta del espacio' ha invadido la galería murciana La Aurora, donde hasta finales de junio se exponen más de una treintena de obras del artista donostiarra bajo el título 'Eduardo Chillida: Grabados 1967-2000'.
La exposición sobre este artista internacional, que inició su obra gráfica en 1959, muestra una faceta artística de Chillida autónoma y plena en sí misma, pero que al mismo tiempo guarda muchos paralelismo con su obra escultórica (tanto formales como conceptuales).
Eduardo Chillida nació el 10 de enero de 1924 en San Sebastián. Su primera exposición la realizó en París en 1950, año en que se casa con Pilar Belzunce. Recibió casi todos los premios existentes a lo largo de su vida: de la Bienal de Venecia al Kandinsky, del Wilhem Lehmbruck al Príncipe de Asturias, del Kaiserring alemán al Premio Imperial en Japón. Su obra está presente en más de veinte museos de todo el mundo, y exposiciones retrospectivas se han celebrado en Houston y en Berlín, en Madrid y en Caracas, en Londres y en Palermo.
Sus esculturas se encuentran frente al mar como en San Sebastián, o en la montaña como en Japón, y en ciudades como Washington, París, Lund, Munster, Madrid, Palma de Mallorca, Guernica o Berlín. Sobre su obra han escrito arquitectos, matemáticos, filósofos como Martín Heideggeer y Emile Cioran, o poetas como Octavio Paz.
Aunque estudió arquitectura, abandonó esta disciplina por su clara inclinación hacia arte. Comenzó con la escultura, que es donde más destacó, extendiendo su creatividad a la pintura, grabados y dibujos. De hecho, su obra gráfica dejó una profunda huella, sobre todo en la técnica del aguafuerte. Falleció en San Sebastián el 19 de agosto de 2002.
