Fotos y audiovisuales: JOAQUÍN CLARES
MURCIA. El tiempo se acaba. Este es el mensaje que subyace en la exposición Vuelta a la tierra que el artista murciano Carlos Pardo inaugura este viernes (a las 20.00 horas) en la galería murciana Arquitectura de Barrio (situada en la Calle Julián Calvo). Porque con ella el artista propone un reencuentro con los colores y las formas que tienen su origen en la agricultura, una actividad que le ha acompañado a lo largo de su vida; como también lo han hecho los utensilios para pintar y esculpir de su padre y su abuelo con los que se ha criado.
"Qué bonita es la tierra colorá cuando la abres con los ganchos; está un poco húmeda, el óxido sale. Hay mucho de esto en mi trabajo, en mi pintura... las piedras, la tierra lagena...", se le oye decir en un audiovisual que acompaña su trabajo, obra de Joaquín Clares.
Cuenta el artista que estas obras "aglutinan varias ideas sobre mis experiencias con el paisaje. Unas más puristas, extraídas de pintar en el campo, captar las luces y los ritmos del natural. Y otra más dura, constructivista, que vengo desarrollando hace tiempo y que, a su vez, deriva directamente en una tercera línea de trabajo, basada en el desarrollo de mis estudios sobre notas musicales y sus correspondencias cromáticas, construcción de acordes, paralelismos...".
Al final, añade, "eso es lo que sobrevuela en mi cabeza mientras he pintado estas obras, que van cogiendo caminos propios".
Sobre Vuelta a la tierra ha escrito José Fernández Belmonte que "el artista, comprometido desde joven con la defensa del medioambiente, traslada a sus paisajes la fuerza contenida de la naturaleza a modo de advertencia: el tiempo se agota". Sus cuadros -sostiene- "denuncian la crisis ambiental que nos atenaza. La agricultura como parte del problema y como vía de solución. La misma agricultura que ha modelado el paisaje que tanto ha influido en su obra".
Asimismo, recuerda que "el joven estudió agrarias hasta darse cuenta de que sus caminos y sus planteamientos eran totalmente incompatibles. Carlos es un pintor en permanente diálogo con la tierra y con la tradición, por ello no es fácil adivinar dónde comienza el artista y dónde termina el labrador".
"La tierra roja, el púrpura de la láguena, el mundo de los grises y de los pardos de las piedras que usa para contener la erosión de las tierras resecas contra las que se bate en duelo cada día. Y después, con las manos cuarteadas y llenas de tierra se enfrenta a sus cuadros, cuadros que asaltan el subconsciente del espectador provocando sus sentidos. Asomarse a un cuadro de Carlos Pardo es como asomarse al precipicio al que nos empuja un modelo de desarrollo a todas luces insostenible", afirma.