CARTAGENA. Llenazo. Con gente de todas las edades, también niños, y hablando diferentes idiomas. Camisetas negras, mucho look 'vikingo' y, sobre todo, mucho espíritu y disposición a entregarse en cuerpo y alma a la música de algunos de los grupos más legendarios de la historia del rock. Así estaba el interior del recinto habilitado en la Cuesta de El Batel de Cartagena, donde unas 20.000 personas vivieron un concierto inolvidable, en el que Europe alargó gustoso su interveción tras la caída en el último momento de Whitesnake y en el que el aguijón de Scorpions demostró que tiene el mismo embrujo de siempre.
La cancelación de Whitesnake el mismo día, debido a que su batería, Tommy Aldridge, se encontraba "gravemente enfermo", provocó que muchos de los asistentes al festival manifestasen su decepción por las redes, al tratarse, posiblemente, de la última ocasión de ver a una banda que se despide de los escenarios. "Hemos venido expresamente", decían algunos. No obstante, los "amigos" de Europe adaptaron su horario -como también lo hicieron 'Reina del Metal' y Doro- para suplir este imprevisto.
Se notó que Joey Tempest, vocalista de Europe, disfrutó del concierto. Y no era para menos. Miles de personas coreando canciones como The Final Countdown, en un paisaje enmarcado por el puerto, montañas y fortalezas, hizo que la sonrisa del cantante floreciese constantemente.
Una bandera de España enorme en la pantalla acompañó al principio de su intervención a los Scorpions, que en varias ocasiones saludaron a Cartagena (de difícil pronunciación para ellos) y hasta la incluyeron en su nueva versión de Winds of change, cuya letra -que originalmente se refería a la caída del Muro de Berlín- han adaptado para mostrar su rechazo a la guerra de Ucrania, cuyos colores también estuvieron en el escenario. La banda alemana cantó sus más emblemáticas canciones y desató la locura con el último tema de su único concierto en España, Rock You Like a Hurricane.
Saltos por doquier y no sólo dentro del recinto, también en las inmediaciones, donde numerosas personas siguieron los conciertos del festival que ha convertido a Cartagena en capital del hard rock y el heavy metal durante tres días.