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SILLÓN OREJERO

'Apuntes de un derrotista', los cómics punk de Joe Sacco antes de irse a las guerras

Es conocido por sus crónicas de guerra y de conflictos. Saltó a la fama por irse a Oriente Medio y Bosnia a mostrar las consecuencias de los enfrentamientos armados. Sin embargo, antes de que todo esto ocurriera, el joven dibujante Joe Sacco encadenaba trabajos aburridos y monótonos en los que crió un humor corrosivo y surrealista. Cuando criticó la vida de los oficinistas en sus primeras viñetas fue tan brillante como cuando dibujó desde los frentes

29/11/2021 - 

MURCIA. Es uno de los adalides del periodismo con viñetas, una disciplina extravagante, pero que ha sido debidamente reconocida. A Joe Sacco se le conoce sobre todo por sus incursiones en Palestina o en la guerra de Bosnia, los conflictos de su generación, Sacco nació en Malta en 1960. Aunque ahora lo último que nos ha llegado de manos de Reservoir Books es Un tributo a la tierra donde se ha sumado a la preocupación por el cambio climático, la explotación salvaje de los recursos naturales y los nativos, en este caso los de Canadá.  Las preocupaciones contemporáneas.

Sin embargo, décadas atrás, antes de partir para la Guerra del Golfo, Sacco fue un dibujante satírico con un humor corrosivo. El hombre pasó por la fábrica, intentó después ganarse la vida en prensa y alcanzó hitos como ser redactor de la revista de la Asociación Nacional de Notarios de Estados Unidos. Una experiencia que por fuerza mayor tienen que forjar artistas. Creadores que se ven empujados por las circunstancias y los elementos a plasmar su tedio, abulia y desesperación. El cómic underground americano se nutrió de múltiples personajes cortados por este patrón y su éxito sirvió para que, al margen de ciertos reconocimientos que ya no se han transmitido a las nuevas generaciones actuales, siguieran pobres.

No sé qué se dirá dentro de cien años, pero para mí estos gritos en el vacío metidos dentro de una viñeta me parecen las cotas más elevadas que ha alcanzado este noble arte. No es que haya muchas páginas de Sacco con este registro, pero las que nos han llegado están muy bien. Aparte de El rock y yo o su Bumf, en 2006 Planeta sacó en España Apuntes de un derrotista que contenía su vertiente más íntimamente disparatada, partiendo de la base de que la primera historieta ya era autobiográfica y se retrataba a sí mismo como un dibujante muerto de hambre, en sentido literal, que se creía un genio. Ya saben, cuando te vas a reír de todo, mejor empezar por uno mismo.

Apuntes de un derrotista contenía tiras comprendidas entre 1986 y 1992. Unos años que como comentábamos hablando de Peter Bagge son muy interesantes, porque fue la época en la que se formó una escena alternativa a la hipercomercialización de todo en la que se convirtieron los años 80, para pasar a un fenómeno muy simpático, que en los 90 esa escena fuese lo mainstream y se vaciase de contenido con esa contradicción en términos.

El recurso más socorrido en estos años era el patetismo. Servía como reflejo de la supuesta sociedad en la que ya no tenían sentido las ideologías, como ha rezado el neoliberalismo hasta haber agotado cualquier tipo de respeto que pudiera haber tenido. La historieta, por citar un ejemplo, de Arnold Homecastle, héroe de la revolución marxista, es paradigmática. Habla de un triste oficinista, sumido en la rutina y la monotonía, que todas las noches lee obras de teoría política leninista. Sus ideas nunca han influido en su trabajo hasta que llega el día en el que toma conciencia, en la bañera, de que tiene que sumarse a la revolución. Ha llegado la hora, cree, y se dispone a beberse cada día todas las bolsitas de te que la empresa pone a su disposición. Calcula que los daños económicos que le causará a la compañía a largo plazo con ese sabotaje serán decisivos. Sin embargo, acaba teniéndose que ir a vomitar y un fallo renal lo mata y deja fuera de la circulación. Decía al final: "Posiblemente no encontrarás ninguna estatua de Arnold Homecastle, no verás su nombre citado al lado del de Lenin o Trotsky". Para concluir: "De hecho, lo sorprendente es que aparezca incluso en un cómic".

Sus historietas sobre oficinistas son oro en paño y es casi una pena que su obsesión por las guerras cortara esta progresión de mofarse de esa simpática condición humana. En otra, la de Johnny Sentence, mostraba su cara más brutal. Era un empleado que permite que dentro de su cubículo otros dos ejecutivos hagan fist fucking y acaben sobre sus documentos de trabajo. Al contrario de lo que podría parecer, cuando se enteran los jefazos, le piden que por favor eyacule sobre más gráficas e informes. Delirios puros, pero que serán gratos para todo el que haya sufrido en el pequeño infierno de las oficinas y sus jerarquías. En la de Edwin Smallcabbage, contaba la historia de otro oficinista, un trabajador de cuello blanco, al que le cambiaban el sitio al sótano durante una reforma y luego se olvidaban de subirlo, con lo que se tenía que quedar ahí abajo con los de cuello azul, los obreros manuales. Sin embargo, un día en el ascensor, este empleado tan anodino se cuela con los jefazos, sin querer se mete en su reunión y el equívoco sigue haciendo que viaje por el mundo, conozca dictadores y tenga un despacho en lo alto de rascacielos. Una muestra de la banalidad tan frecuente de la escala.

Pasando páginas, Sacco ya se metía en el rock and roll, que le llevó a Europa de gira con un grupo como pipa y encargado de vender camisetas durante los conciertos. Ahí ya empieza a mostrar interés por cierto aspecto característico del viejo continente, la guerra. De hecho, al final de esta obra, aparece la justificación de la vocación que le hizo famoso. Son historietas en las que se obsesiona con los bombardeos como arma de guerra. Parece que cuando estaba dibujando estas páginas empezó la Guerra del Golfo Pérsico de Bush padre. En estas historias se cuestionaba la ética de los bombardeos sobre Alemania y Japón, o sobre su población civil, en la II Guerra Mundial. Una clara inspiración fue la historia de su familia en Malta, que los sufrió, y la relata al detalle. Al final, en un ejercicio de sinceridad, mostraba cómo se desenganchaba del rock en la crisis de los 30 para interesarse por los conflictos. Un paso que fue decisivo.

A menudo se ha criticado a Sacco por estar tan influenciado por el estilo de Robert Crumb y otros miembros de esa generación. La verdad es que cuando se es capaz de dibujar esos entramados y sombreados a rayas no hay reproche posible porque uno ha alcanzado la perfección, pero cuando el contenido se iba a la solemnidad y miseria de la guerra, se perdía a un dibujante que era capaz de sacar petróleo de lo ordinario, de la vida vacía en la opulencia occidental. Sacco logró escribir su nombre con letras de oro en la historia del cómic con sus reportajes de guerra, pero yo creo que se perdió a alguien capaz de hacer algo mucho más difícil, desenvolverse entre lo onírico y el realismo para reflexionar sobre el ser humano en una situación mucho menos crítica que la que se manifiesta en las condiciones extremas de la guerra, pero no por ello menos trascendente: la del pringao.

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