MURCIA. El Real Murcia, el Fútbol Club Cartagena, el Yeclano Deportivo y el Lorca Deportiva son cuatro de los clubes que han sido propuestos para formar parte de la futurible Liga Luis Aragonés, un proyecto de competición que abandera Augusto César Lendoiro, quien fuera presidente del Deportivo de La Coruña en sus años de gloria, para acercar la Segunda División B al fútbol profesional.
La categoría de bronce está sujeta a posibles cambios y a la propuesta de creación de una Segunda B-Pro se une ahora la de esta competición que cuenta con varios de los clubes históricos de la Comunidad Autónoma.
Lendoiro ha remitido a los clubes fundadores de la Liga de Fútbol Profesional (LFP) en 1984, entre los que se encuentran el Murcia, el Cartagena y el Lorca Deportiva, y también al Yeclano Deportivo, una carta en la que aboga por darle "una solución para acercar el profesionalismo a Segunda División B" y en la que expresa que esta fórmula es "más idónea" que la planteada días atrás por los 30 clubes que apuestan por la creación de una Segunda B-Pro.
El objetivo de Lendoiro, el mítico dirigente deportivista y una figura en el mundo del fútbol, es aprovechar el momento, con la competición en el aire en el fútbol aficionado, para animar desde los equipos interesados a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) a que lleve a cabo una reestructuración de calado para la categoría de bronce.
El contenido de la misiva enviada a los responsables de los clubes es el siguiente:
Liga Luis Aragonés o cómo acercar el profesionalismo a la Segunda B
La reciente petición de 30 equipos de proponer a la RFEF una reestructuración de la Segunda B para la temporada 2020/2021, me recordó la solicitud que Javier Tebas le hizo hace un par de años para disputar el famoso partido de Liga en Miami, porque ambas solicitudes tienen un denominador común: su ilegalidad.
Así de rotundo me manifiesto hoy -al igual que había hecho respecto al encuentro en EEUU, y así lo han confirmado los jueces- ante la propuesta de ese G-30, que, aún desconociendo los nombres de los peticionarios es fácil pensar que serán la práctica totalidad de esos 40 equipos “clasificados de forma directa”... por ellos mismos.
La idea del G-30 nace a raíz de la “decisión” de la RFEF de dar por finalizada la Segunda B y la Tercera. Una ‘decisión” que califico de acertada (por su aceptación mayoritaria), muy oportuna (la exigía la Covid19) e inteligente (en época preelectoral elimina los descensos)...pero también tengo que catalogarla como una solución incompleta.
Para completarla, Luis Rubiales debe afrontar una seria reestructuración de la Segunda B tras rechazar la petición del G-30, porque nadie podría admitir que la tabla de la liga 2019/2020, suspendida a falta de 10 jornadas para su final, a causa de una pandemia, se pueda utilizar de forma torticera, como ilegitimo sostén de la nueva competición.
La admisión de lo solicitado por el G-30 no aguantaría ni el primer envite jurídico. Lloverían demandas, y las ganarían, no sólo de los 40 equipos descartados de Segunda B, sino también de los 18 que ascenderán ahora de de Tercera, y a los que también se les hurta el derecho de poder ascender a la Liga SmartBank en la próxima temporada.
Por lo tanto, no ofrece duda que el camino elegido por el G-30 es incorrecto, pero tampoco puede dudarse que éste es el momento “ad hoc” para abordar ese cambio estructural de la Segunda B que llevamos años demandando. Es la cuenta pendiente con ese fútbol tan complejo, porque no es profesional... pero tampoco es aficionado.
Para delimitar bien uno y otro campo, la condición “sine qua non”, es lo primero que se ha saltado el G-30: la aprobación por la Asamblea de la RFEF, previa al inicio de la temporada. Todo lo demás (número de clubes, grupos, sistema de competición...) es discutible. Es decir, nunca se podrá poner en marcha, legalmente, una nueva Segunda B antes del ejercicio 2021/2022, y eso siempre que la RFEF apruebe el sistema antes del inicio de la temporada 2020/2021, para que los clubes puedan conocer con tiempo las reglas que entran en vigor y así puedan marcar sus objetivos.
Me imagino al presidente Rubiales sonriendo ante un futuro muy atractivo. Lo tiene fácil. Lo veo ilusionado diseñando desde la Federación su propia Liga. Una Liga fuerte, competitiva y rentable -con importantes ingresos por TV y patrocinios, derivados de las ciudades y los clubes participantes- que sea verdadera antesala de la competición profesional -una similar a la inglesa “League One”- que le pisase de verdad los talones a la Liga SmartBank del Presidente Tebas.
Para ello en la próxima Asamblea, la RFEF debería aprobar las bases de una nueva competición para la temporada 2021/2022. Yo la bautizarla “Liga Luís Aragonés”, en homenaje a quien representa, como nadie, el fútbol de la calle, el fútbol de siempre. Nacería con ella un debate sobre si deben ser 20 ó 40 los equipos. ¿Tú qué dices?
Solución A. La integrarían 40 equipos, divididos en dos grupos (Norte y Sur) de 20 participantes cada uno. Los clasificados serían los diez primeros de cada grupo de la actual Segunda B. Todos los no clasificados reforzarían la Tercera, ya que desaparecería la Segunda B.
Solución B. La integrarían 20 clubes en un solo grupo. Los demás equipos de la Segunda B 2020/2021 formarían los cuatro grupos de 20 equipos, previos los ascensos y descensos . Sería la decisión ideal si se pretende una Liga cercana al profesionalismo. Los 20 participantes, según la clasificación de la 2020-21, serían los cuatro descendidos de Segunda B, los 12 derrotados en los play off a Segunda y los cuatro quintos clasificados en los grupos de Segunda B.
Entonces, se podría preguntar ¿por qué no iniciar con 40 clubes y reducir después a 20 si se necesitase? Porque los 20 equipos que descendiesen se tendrían que integrar en su grupo de Tercera, un descenso demoledor, ya que en la 2021/2022, al seguir la Solución A, habría desaparecido la actual Segunda B. Por contra, si se opta por la Solución B, creando un solo grupo, si podríamos incrementar un segundo, al que accederían los 20 mejores de esa Segunda B que, en ese supuesto, se mantendría igual.
Con una “Liga Luís Aragonés” potente debemos recuperar toda la fuerza del fútbol que hemos perdido en grandes capitales, hoy alejadas del fútbol profesional, porque no nos podemos permitir el lujo de desdeñar el gran potencial económico de muchas ciudades, algunas de ellas en el top 12 de España, o de olvidarse de las millonarias inversiones que instituciones públicas y la propia LFP han hecho en sus estadios.
¿Cómo no pensar en tantos clubes históricos y aficiones, abandonados a su suerte en la penuria de la Segunda B y la Tercera? Entre ellos están 14 de los 38 fundadores de la Liga de Fútbol Profesional en 1984: Real Murcia y el Hércules, en Primera; y 12 de Segunda, desde el ‘Decano’ Recre hasta el Salamanca, pasando por los Castellón, Logroñés, Sabadell, Cartagena, Castilla, Barça B, Athletic B, Atlético B, Lorca y Puertollano
A ellos se tendrán que unir los descendidos de Segunda B y los hoy pujantes Atlético Baleares, Badajoz, Cultural, Marbella, Ibiza, Yeclano, Cornellá, Peña... los históricos Burgos, Lleida, Nástic, Jerez, Jaén, Sestao, el Mérida de Fouto... y tantos que harían la lista interminable, aunque, permítaseme, como gallego, rendir honores al Pontevedra del “Hai que roelo”, Rácing Ferrol, finalista Copa en 1939, el Compos de Caneda, el Ourense...
Y concluyo sintetizando este texto en dos preguntas: ¿Es el momento idóneo de crear una potente “Liga Luís Aragonés”, integrada por clubs deportiva y económicamente fuertes, antesala del profesionalismo? Sí. ¿Se atreverá a afrontar ese cambio Luis Rubiales en plena época preelectoral? La respuesta le corresponde al presidente.
Augusto César Lendoiro
Ex presidente R.C. Deportivo.