COMO AYER / OPINIÓN

En menos que canta un gallo

24/12/2020 - 

Tengo noticia, a la hora de escribir estas líneas, de que en varias iglesias de la ciudad ya se ha anunciado que la popular Misa de Gallo será este año vespertina, en lugar de celebrarse a medianoche, como es tradición. Ni siquiera han aguardado sus rectores a conocer el horario que regirá para el toque de queda esa noche. Este año, no habrá para sus feligreses gallo que valga, sino un horario más propio del que usan para acostarse las gallinas.

En realidad, nada que no viniera ocurriendo ya en algunos templos, sin necesidad de pandemia, por acomodar la celebración a las necesidades de la feligresía, y hasta en la mismísima Roma, donde Benedicto XVI, de 82 años de edad por entonces, la adelantó en 2009 a las diez de la noche, algo que ya había puesto en práctica su predecesor, Juan Pablo II, por razones de edad y de salud, respecto a la Vigilia Pascual.

Usual ha venido siendo que la misa de Nochebuena de Jesús Abandonado se celebre en horario vespertino, que sea presidida por el obispo de la Diócesis y que preceda a la cena. Una cena que incluso en el hogar ocasional de los desfavorecidos es especial esa noche. Como lo fue, históricamente, en los distintos centros benéficos con que contó la ciudad.

En la denominada Casa Provincial del Niño Casa, o Casa de Misericordia, por ejemplo, se ofreció en tan señalado día del año 1932 "una espléndida cena consistente en tres suculentos platos, postres, vino, tortas y turrón, cascaruja y habanos para los ancianos". Ese mismo día, en el Salón de Contrataciones, tuvo lugar "el reparto de mil cenas, obsequio de la Cámara de Comercio de esta ciudad. Una por una fueron recogidas todas las bolsas conteniendo la cena de Navidad, abundante y variada". Y en el cuartelillo de los Exploradores, se verificó también "un reparto de cenas de Navidad a cien exploradores".

El caritativo despliegue de aquella Nochebuena no tuvo, sin embargo, un buen preludio, ya que a mediodía se produjo un aparatoso incendio en la Iglesia de San Esteban, que se inició en la instalación eléctrica del belén monumental que todos los años se exhibía, acabando las llamas con éste y con el valioso retablo mayor y las esculturas que contenía.

La misa de gallo, que toma su nombre del canto de dicho animal anunciando la llegada de un nuevo día, y en el caso que nos ocupa, del día de la Natividad de Cristo, se celebra hoy, anualmente, en la inmensa mayoría de los templos, pero no ha sido siempre así, como lo demuestra el hecho de que la prensa murciana nos contara, allá por el año 1884, que sólo la habría en la Catedral y en la Misericordia, esto es, en la ya citada San Esteban, y en esta última a puerta cerrada, por lo que solo contaría con los acogidos en el centro benéfico instituido en lo que es hoy Palacio de San Esteban.

En el templo que también se denominaba en las informaciones La Compañía, en recuerdo de su anterior pertenencia a los jesuitas, se anunciaban, además, misas de pastores todos los días festivos desde Navidad hasta Reyes, "acompañadas por la música de la Casa, cantando los chicos los antiguos y clásicos villancicos de la Catedral". Daban igualmente noticia los periódicos de que tendrían lugar también estas misas en las parroquias de San Juan Bautista y San Lorenzo.

Un año después, a la escueta nómina de las celebraciones de la misa de gallo se sumó la Merced, iglesia que al dejar de ser conventual, tras los procesos desamortizadores de los bienes eclesiásticos de los años 30 de aquél siglo, se hallaba vinculada a la parroquia de San Lorenzo. A lo largo de las décadas, las misas del antiguo templo mercedario se significaron por sus acompañamientos musicales.

A este respecto, muchos recordarán que el canto gregoriano en Murcia tuvo su acomodo en la Merced desde finales de los años 80 del siglo pasado, cuando germinó la Schola Gregoriana. Pero la cosa viene de muy atrás, porque en 1886 ya era noticia la participación en su misa de gallo de "la banda de guitarras y bandurrias que dirige nuestro amigo señor Alarcón, y cantará villancicos el muy conocido aficionado, Fuentes".

La música alegre, propia del tiempo litúrgico y la festividad, procuró a lo largo de los tiempos el favor de los murcianos a los templos que dispusieron de ella, como refería en aquellos días ‘La Paz de Murcia’, al señalar que en La Merced "no cabía más gente; la iglesia estuvo iluminada de un modo fantástico; la orquesta ejecutó alegres piezas con acompañamiento de instrumentos pastoriles". Y algo similar sucedía en otra de las iglesias que durante mucho tiempo gozó de gran concurrencia, la de San Antolín, mientras que la Catedral "estuvo menos favorecida a pesar de resultar más solemne misa".

Pero hay otro elemento que merece la pena subrayar de las misas de gallo de La Merced. La correspondiente al 24 de diciembre de 1933 se convirtió en la primera retransmitida radiofónicamente para los murcianos, o al menos, para los que contaran en sus domicilios con el invento adjudicado a Marconi, no sin controversia.

Radio Murcia, emisora década de la Región, había iniciado sus emisiones el 2 de agosto de ese año, y en la medianoche de su primera Nochebuena se marcó la hazaña de ofrecer la primicia a sus radioescuchas, no sin antes haber emitido desde Belén, a través de un servicio de la BBC londinense y de la NBC neoyorkina, de una alocución del Comisario General de Palestina describiendo el nacimiento de Jesús desde la mismísima Iglesia de la Natividad.

Un nacimiento que cambió el rumbo de la historia, que marcó un antes y un después en el cómputo de los años. Y que conmemoramos cada año, cada uno con su dosis grande o pequeña de fe, con la esperanza de que algo cambie, también, en lo hondo de nuestros corazones. 

¡Feliz Navidad!, estimados lectores.


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