MURCIA. ¿Se pueden lanzar reproches, críticas y ataques y luego buscar la unidad política? Se puede y el ejemplo se encuentra en la Región de Murcia. Sus señorías se afanan en pregonar su deseo de alcanzar un consenso ante el mayor desafío que ha vivido la Comunidad en toda su historia -autonómica-, pero al mismo tiempo no pierden tiempo en sacar el cuchillo -dialéctico- y pasar factura a sus contrincantes políticos durante el pleno de la Asamblea Regional.
Fernando López Miras rendía cuentas de su gestión en la Cámara. Lo hacía por primera vez en toda la pandemia, un retraso -"un silencio", calificaron- que cabreó mucho a la oposición, especialmente a Podemos, que le acusó de "esconderse de la ciudadanía"; sin embargo, el presidente se justificaba señalando que él no eligió la fecha de la comparecencia. "Solicité comparecer el 3 de abril, tras terminar el primer periodo del estado de alarma, y ustedes me han citado 19 días después".
El jefe del Ejecutivo sólo dispuso de un ratito de tregua. Terminada su exposición, que duró casi una hora -no había límite para su disertación-, fue el turno de Diego Conesa. El secretario general del PSOE volvía a tender la mano, y además de forma literal: se bajó del atril y comenzó a repartir entre los diputados del Gobierno su documento de cien medidas de rescate de la Región. Algunos parlamentarios se echaban gel en las manos, por si acaso. "El Gobierno regional no es mi adversario", proclamaba el alhameño, exhibiendo talante.
No obstante, el líder de la oposición no escapó la oportunidad para dejar recados. Le recordó a López Miras las palabras de la portavoz de su Ejecutivo, cuando insinuó que la ausencia de infraestructuras -como el AVE- frenaba la llegada del coronavirus. Conesa remató su intervención con una reflexión -o así la definió él, pues más bien sonó a reprimenda-: no sea tan quejica con el Gobierno de España: "No hay que lloriquear tanto, no hay que jugar con el victimismo, ya somos mayores de edad y tenemos que asumir nuestras competencias autonómicas".
Mucho más contundente fue María Marín, la portavoz de Podemos. Tan severa se desenvolvió en la tribuna que Miras no se podía creer el chaparrón que le cayó: "¿Dónde está la parlamentaria que conocí?", fue su respuesta. La diputada morada no pasó por alto su "silencio de más de 40 días sin explicaciones" en la Asamblea y le recriminó que sus propuestas "le importan muy poco". También le reprendió por "elegir el camino más ruin" a la hora de relacionarse con el Gobierno nacional: la confrontación. Hubo incomodidad en la bancada del PP, que protestaba escuchándola, y Marín pedía "guardar las formas". Ahí intervino tajante el presidente de la Cámara, Alberto Castillo, llamando al orden: "Perdone, señora Marín; perdone, señora Marín: eso me corresponde decirlo a mí. ¡Silencio, señorías!".
Más suave, ironías de la política, se mostró Vox. Su portavoz hasta compartió reflexiones con Diego Conesa, "y además de corazón", como él mismo reveló. Juan José Liarte lamentó que, siempre que emerge una crisis política, resulta "desalentador" que la primera medida sea la desactivación de los mecanismos del ejercicio de la soberanía popular, es decir, "anular el funcionamiento de la Asamblea". Y eso que Vox reniega de los parlamentos autonómicos. El diputado, que escuchó la sesión bien protegido con su mascarilla con enseña rojigualda, elogió el tono conciliador que empleó Conesa. "Porque a mí me gusta ese tono conciliador", quiso remarcar Liarte. "Yo procuro no dejarme arrastrar por el exabrupto".
No opinó igual Miras. Una vez que desfilaron los cinco portavoces, el presidente acusó a la oposición de no haberle dejado expresar su frase 'Gracias por su tono, la ocasión lo merece'. Así dijo que se había preparado para el pleno, para atender a una oposición mesurada y constructiva. El presidente afeó a socialistas y morados que "hablaran poco" de la gestión del Covid-19 y les culpó de "anteponer los planteamientos ideológicos" a las personas. Lo cierto es que Miras, para no prepararse una oposición enfurecida, tuvo bien traer al Hemiciclo buenos recortes de prensa y réplicas extendidas para los diputados. A Conesa le echó en cara sus palabras "desagradables e irrespetuosas" y le espetó: "Usted, en los whatsapp, muestra voluntad de consenso, pero ninguna a la hora de firmar". Claro que Marín fue "peor" todavía. "No quiero contestarle", comentó, irritado, mientras recordaba que le había reprochado que "no tenía valores democráticos".
Y no, no quería Miras hablar del Gobierno central, pero habló: "Tuvimos que acudir al mercado asiático internacional. Esa es la ayuda que hemos recibido del Gobierno central". El presidente no creía que fuera el momento para citar algunos de los patinazos del Ejecutivo nacional, pero los citó, vaya si lo hizo: Fernando Simón y su 'España no va a tener más allá de un caso diagnosticado', Carmen Calvo y su 'Hemos constatado que los protocolos funcionan' y Salvador Illa y su 'No hay ninguna razón para tomar medidas adicionales'.
Claro que, mientras López Miras aseguraba que "se estaba conteniendo", su portavoz parlamentario, Joaquín Segado, no se cortó un pelo: atacó sin piedad las decisiones de Pedro Sánchez. "El mando único ha sido un auténtico desastre", arremetió, categórico. "Gracias a la brillante gestión de Sánchez e Iglesias, España es el país con más muertes del mundo por millón de habitantes, es el país con más sanitarios infectados y es el país con más enfermos por millón de habitantes", remachó. Bien distinto se expresó el liberal Juan José Molina, que prefirió piropear la gestión de la Comunidad y lanzar una advertencia: faltan test, señoría.
Y -oh, milagro- después de toda una mañana de encontronazos, la bronca se evaporó, se corrió un tupido velo y volvieron los buenos propósitos para terminar la sesión. "Vamos a llegar todos a un acuerdo", afirmó el presidente. Eso sí, no pudo evitarlo, "con la actitud de Podemos va a ser difícil". Pero, agregó López Miras, "lo vamos a intentar con todos los partidos". Quién lo diría después de escucharlos.
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