MURCIA. Nadie escapa a la transformación digital. Sin pausa, y con cierta prisa, las nuevas tecnologías están invadiendo todas las actividades económicas del mercado regional. En consecuencia, todos los sectores están asimilando con mayor o menor presteza esta nueva forma de trabajar que permite agilizar procesos y mejorar la eficiencia. No obstante, la digitalización también trae consigo el reto de formar a los trabajadores para que sean capaces de desempeñar sus recién adquiridas funciones.
Por tanto, ahora existe una intención de aprender sobre estas tecnologías superior a la de hace unos años, puesto que la velocidad a la que avanzan los cambios en materia digital hace que se requiera una enseñanza casi continua, según explica a Murcia Plaza el encargado de la oficina de Transformación Digital de la Cámara de Comercio de Murcia, Andrés Caballero.
Al fin y al cabo, la modernización de los procedimientos resulta una realidad que ya se aplica a todos los ámbitos del trabajo. En concreto, han proliferado en los últimos tiempos herramientas de control para los almacenes, han surgido nuevas formas de contacto con los clientes y facturación para la restauración, ha aumentado el uso de bases de datos en los comercios y demás implementaciones novedosas que han modificado tareas tradicionalmente manuales hacia el ámbito tecnológico. Así, cada vez se saca más partido en la Región a tecnologías como los códigos QR, el Bizum o la robótica.
En este sentido, destacan por encima del resto los esfuerzos que han realizado el sector agrario y el logístico. Desde hace varios años atrás, el campo ha tenido que acometer esta transformación para adaptarse a las nuevas necesidades de consumo, lo que ha permitido convertir una actividad más humana en lo que hoy conocemos como industria agroalimentaria. Por su parte, el transporte de mercancías también está teniendo su propia revolución industrial que afecta a todas las partes de la cadena de suministro, en especial desde que la pandemia ha remarcado la importancia de esta actividad.
Pese a que lo habitual resulta encontrar cursos para todos los ámbitos de trabajo y niveles de aprendizaje, lo cierto es que los centros de formación también se ven en la obligación de adaptarse en tiempo récord a las necesidades de sus alumnos: "En 2012 pusimos en marcha un programa para posicionar empresas en páginas web porque el SEO y el SEN eran grandes desconocidos entonces, pero ahora ya los tenemos más interiorizados", aclara Caballero.
Por el contrario, apunta que las nuevas tendencias vienen capitaneadas por el big data, la analítica y la inteligencia artificial, pues destacan entre el resto de las competencias como las más demandadas. También las redes sociales mantienen un peso importante, pues resulta innegable que Linkedin y el resto de herramientas de posicionamiento en la red han ganado mucho peso en la comunicación.
En cuanto al acceso a esta formación, lo habitual resulta que sean las mismas compañías las que apunten a sus trabajadores, en gran parte por los beneficios que esto genera en las cuotas de la Seguridad Social: "En mi experiencia el 60% de los alumnos los traen las empresas, mientras que el 40% restante acude por voluntad propia. En cualquier caso, diría que el 80% de los cursos se hacen en horario laboral", indica Ramón Muñoz, director de Formación de FREMM.
Respecto a los perfiles de los alumnos, abunda la variedad. Desde profesionales que adquieren cualificación en busca de un crecimiento que su empresa actual no le ofrece hasta cursos de formación gestionados por la compañía en la que se encuentra. También la edad resulta un valor a tener en cuenta, pues "aunque existen casos de trabajadores que les queda un año para jubilarse y están aprendiendo técnicas nuevas, lo cierto es que con 20 años resulta más sencillo adquirir ese conocimiento", explica Muñoz.
De todas formas, la percepción común es que cada vez la formación resulta más necesaria y consideran que aún les quedan competencias por adquirir para trabajar adecuadamente en esta era postcovid. Así lo demuestra un estudio realizado por Randstad en el que se concluye que dos de cada tres empleados españoles tiene la necesidad de ampliar su formación para adaptarse a los cambios que ha traído consigo la pandemia.
Asimismo, estos mismos datos apuntan a que existe una demanda mayor de flexibilidad por parte de los empleados para mejorar la conciliación, lo que también viene dado por la experiencia del teletrabajo y la digitalización de los procesos.