MURCIA. Emoción. Esta es la palabra que podría resumir y definir el rodaje del largometraje murciano Últimas voluntades en diferentes localizaciones de la Región, como han sido Murcia, Molina de Segura, Cartagena, Calasparra, Fuente Álamo, Calasparra o Cehegín (Valentín). Una emoción que ha provocado que muchas de las escenas acabaran con lágrimas en los ojos de los actores y parte del equipo; con abrazos cargados de afecto y agradecimiento; y con un latente sentimiento de orgullo por formar parte de una especie de "película milagro", de un sueño que echó a andar hace siete años y que se terminó de cumplir cuando el pasado viernes el director Joaquín Carmona Hidalgo pudo pronunciar aquello de "¡Corten! Final de rodaje". Ahora toca trabajo de montaje y postproducción para que la cinta -producida por las murcianas 'Biopic Films' y 'Maskeline, a Visual Foundry' y la catalana 'La Charito Films'; y protagonizada por Fernando Tejero- llegue a los cines, previsiblemente, a final de año.
La expectación ha acompañado al rodaje en las secuencias que se han llevado a cabo en exteriores -todos querían ver de cerca al 'Fermín' de Aquí no hay quien viva y al joven actor Ócar Casas-, revolucionando las calles de Molina de Segura, del murciano barrio de Santa María de Gracia o de la céntrica calle Trapería también en la capital. Mucia Plaza fue testigo de una de las escenas más intensas del filme -una historia de amor, redención y búsqueda de segundas oportunidades en la que un padre quiere recuperar a su hijo-, que tuvo como escenario el barrio de La Fama en Murcia.
"Yo haría cualquier cosa por ti", le dice Coque a su hijo Andrés mientras mantienen un conmovedor y tenso enfrentamiento. Tanto es así, que tras la última toma Fernando Tejero estuvo unos minutos más enjugándose las lágrimas provocadas por la carga emocional de la secuencia, mientras Óscar Casas respiraba hondo para volver a la calma. No eran los únicos. El actor murciano y coguionista de la historia, Salvador Serrano, contemplaba la escena con los ojos humedecidos. "Es que esta historia la he escrito yo y verla interpretada de esta forma es muy emocionante", explicaba instantes antes de fundirse en un abrazo con Tejero.
Alrededor de ellos, numerosos vecinos de La Paz habían tomado posiciones para ver en primera persona cómo es eso de rodar una película. Josefa (la llaman Jose), sentada en el bordillo de la acera con sus tres hijos, aseguraba que "esto es mejor que ver la tele". "Una de mis gemelas casi se demaya cuando ha visto a Fernando Tejero", contaba, al tiempo que se declaban fans incondicionales de Aquí no hay quien viva. Algo que demostraron coreando en varias ocasiones: "Fermín es el mejor".
Por allí también estaban las autodenominadas "chicas Hidalgo", que no son otras que Laura, la madre del director, y su grupo de amigas, orgullosas de ver cómo el cineasta, "al que conocemos desde que era un niño", ha logrado "el milagro" de hacer una película cien por cien murciana. Algunas de ellas, además, salen de figurantes en el filme. Es el caso de Rafaela y Teresa, que hacen los papeles de dependienta y clienta de una joyería de Trapería en la que se rodó una de las escenas. "Nos hacía mucha ilusión salir en la primera película de Joaquín. Ha sido una experiencia genial. Nos reímos muchísimo con Fernando Tejero y Carlos Santos (otro de los actores murciano del reparto). Son majísmos", contaban.
No es la única contribución de este grupo de buenas amigas al filme, ya que otra de ellas, Paquita, se ha encargado de endulzar los duros días de rodaje con sus bizcochos caseros y sus paparajotes; que, por cierto, a Fernando Tejero, avisado de que no había que comerse la hoja, "le encantaron". Para el final del rodaje del viernes, llevó una tarta de la abuela para el equipo.
Y es que, aunque Últimas voluntades ya suena como uno de los títulos más esperados del cine español que está por venir, su rodaje no ha perdido ese halo de ilusión y ese carácter familiar y de amistad con el que nació hace siete años, teniendo que superar por el camino un sinfín de obstáculos. "No ha habido un minuto fácil desde que empezamos", aseguraba su director sobre una película que ha conseguido salir adelante gracias a una gran catidad de patrocinios, tanto institucionales como de empresas privadas. Señalaba, además, que no para de recibir mensajes aplaudiendo la iniciativa y asegurando que es un orgullo que diferentes partes de la Región de Murcia se puedan ver en esta película.
La dificultades añadidas, como el incremento de la incidencia que hizo retrasar el rodaje -y sustituir a algunos de los actores iniciales por Óscar Casas, Carlos Santos y Adriana Ozores-; un tiempo inusualmente lluvioso en la Región -que tiene el mejor de los climas para hacer cine-; y hasta una calima que convirtió la Región en un escenario más propio de Marte... han sido tomadas por el equipo con resignación, buen humor y creatividad, adaptando los tiempos y las localizaciones para seguir adelante. Ya estaban acostumbrados, dicen, a que las cosas se les pusieran difíciles. Y es que como dice Laura Hidalgo: "Esta película es un milagro. Tiene como director al Divino Pastor y como produtora a la Divina Pastora".
Durante estas semana de rodaje, el equipo de Últimas voluntades ha recibido numerosas visitas. Una de ellas, ha sido la de cineastas y profesionales del ámbito audiovisual, que han querido mostrar su apoyo a la industria audiovisual en la Región de Murcia.
En esta imagen, de izquierda a derecha, aparecen Melody Carbonell y Cecilia Ibáñez, de la Asociación de Mujeres de los Medios Audiovisuales (AMMA); Alejandro Rius, productor de Maskeline, A Visual Foundry y director de Producción de Últimas voluntades; y José Sánchez Cano, de la Asociación de Radio y Televisión de la Región de Murcia (ARTV).
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