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El dedo de Simón

7/06/2021 - 

Andan algunos periodistas indignados con Fernando Simón por haber insinuado que es interesada la posición de los medios de comunicación que han mostrado sus dudas sobre la decisión del Gobierno de poner una segunda dosis de Pfizer a los menores de 60 años vacunados con AstraZeneca en primera instancia. Esto dijo el experto gubernamental en su enésimo desliz: "Los medios de comunicación pueden tener una posición editorial determinada o pueden tener un interés determinado u otro, o pueden incluso tener patrocinadores determinados. Yo no sé cuáles son de cada uno ni entro en ese roll… en esa historia".

Deberíamos estar agradecidos al director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad porque nos ha abierto los ojos. Al menos, a quien esto escribe, que había guardado en un remoto rincón de la memoria los peculiares métodos de promoción de la industria farmacéutica que conoció hace años por boca de amigos médicos, farmacéuticos y visitadores.

La poderosa industria farmacéutica tiene prohibido publicitar medicamentos entre los ciudadanos —excepto aquellos que se venden sin receta— pero puede promocionarlos, a efectos "informativos", entre médicos, farmacéuticos, investigadores y altos funcionarios de las administraciones sanitarias que tienen que autorizar la compra de esos medicamentos. Lo mismo ocurre con las vacunas, los laboratorios no pueden anunciarlas por televisión pero sí pueden promocionarlas, y lo hacen, de cara a quienes tienen que tomar la decisión de aprobar su salida al mercado y, posteriormente, de incluirlas en el calendario de vacunación o prescribirlas fuera del calendario.

Gente avispada hay en cualquier ámbito de la vida, también en los medios de comunicación. En la sanidad española los peores son los médicos 'chocolateros' que piden recompensa por recetar determinada marca de fármaco —en el peor de los casos, por recetar medicamentos que el paciente no necesita—; también hay científicos muy bien agasajados por por su benevolencia en los informes acerca de los fármacos en fase de investigación o por sus papers, y personal especializado en la administración que deciden las compras en función de algo más que el interés público.

Las recompensas van desde las más aceptadas, como viajes a congresos médicos a tutiplén y retribuciones por asesoramiento o por participación en ponencias, a otras inaceptables —de algunas empresas, no de todas— en forma de obsequios que exceden con mucho lo que llamaríamos un detalle. Por ejemplo, un coche por poner determinadas prótesis o regalos de boda en una cuenta corriente engordada a base de recetas. ¿La picaresca española? No. Ocurre en muchos más países, también en aquellos que la ministra Darias enumera como demostración de que España no es la única que ha tomado la controvertida decisión de mezclar vacunas.

Los premios de los laboratorios alcanzaron tal dimensión a principios de siglo, que las administraciones tuvieron que poner coto con tímidas normas regulatorias —es complicado, hecha la ley, hecha la trampa— y la propia patronal Farmaindustria decidió en 2014 aprobar un código ético que 'obligaba' a las empresas a publicar cada año las cantidades pagadas al sector médico, al menos las confesables. Con nombres y apellidos. 

Gracias a eso sabemos que en 2019 invirtieron 601 millones de euros en lo que denominan "transferencia de valor", de los que 115 millones fueron destinados a ayudas a profesionales sanitarios para que pudieran acudir a reuniones y congresos y 109 millones fueron a las organizaciones sanitarias responsables de este tipo de encuentros en los que los profesionales también reciben su parte como ponentes, consultores o miembros de consejos asesores. El resto fue para colaborar en investigaciones, donaciones a colectivos profesionales y pago por prestación de servicios. También sabemos que, al menos hasta 2019, Pfizer invertía bastante más que AstraZeneca en "transferencia de valor". Quizás por ello su vacuna sea más cara, porque en el precio entran todos los costes.

Según Civio, en 2017 hubo 18 médicos que recibieron más de 50.000 euros de una sola farmacéutica —no la misma—, y la líder de ese ranking, una hematóloga de Salamanca, percibió en total 169.000 euros por estos conceptos, 85.000 de ellos de Janssen. Catorce de estos 18 profesionales ejercían en centros públicos y tres formaban parte de la red de expertos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMP), el organismo que concede las autorizaciones de comercialización de medicamentos en España, entre otras muchas competencias de regulación de la actividad de los laboratorios. Según Civio, la gran mayoría de estos profesionales publicó artículos científicos ocultando el conflicto de intereses que tenían con la industria farmacéutica, 'olvido' que en Estados Unidos le costó el puesto al oncólogo español José Baselga.

Foto: KIKE TABERNER

Bendita transparencia, pero insuficiente, porque buena parte de los laboratorios se niega a identificar a la mayoría de los profesionales a los que aportan "transferencia de valor". Entre las más opacas están, precisamente, Pfizer y AstraZeneca.

Todo esto lo conoce Fernando Simón, que el otro día debió creer que todos son de su condición, no de la suya particular, sino de la de un colectivo al que la industria reparte cada año 600 millones de euros y que tiene que hacer el esfuerzo de no mostrarse agradecido a la hora de tomar decisiones que afectan a las personas pero también a la cuenta de resultados de esas empresas.

La gran mayoría actúa con profesionalidad, seguro; si no, estaríamos perdidos. Pero uno acaba dudando de cómo se toman las decisiones cuando el doctor Simón, que sabe del poder del dinero de la industria farmacéutica, yerra el tiro y dispara contra los medios de comunicación, que "pueden tener un interés determinado u otro, o pueden incluso tener patrocinadores determinados", cuando lo que hemos hecho los medios de comunicación es trasladar a la opinión pública lo que era una discusión científica y, más tarde, política. (En este periódico, por si alguien tiene alguna duda, no hemos recibido patrocinios ni publicidad de Pfizer ni de AstraZeneca)

Y en esa discusión, resulta que casi todos los científicos y profesionales que saben de vacunas se decantan por repetir con AstraZeneca en personas que no tuvieron problemas con la primera dosis antes que mezclar con otro tipo de vacuna, en este caso la de Pfizer. Según un sondeo rápido entre amigos farmacéuticos que están en contacto con centenares de colegas a través de grupos de Whatsapp, prácticamente todo el colectivo ha elegido la primera opción, basándose en lo que estudiaron en la facultad. Es la recomendación de la Agencia Europea del Medicamento (EMA), organismo en el que tantas veces el Gobierno se ha escudado para justificar decisiones impopulares, de la OMS y de 17 sociedades científicas que pidieron que a los menores de 60 años se les pusiera la segunda dosis de AstraZeneca.

Por cierto, la vacuna de AstraZeneca cuesta 2 euros y la de Pfizer 15, así que los valencianos que han podido elegir le han hecho un favor económico a la Generalitat decantándose mayoritariamente (76%) por la primera y permitiendo, además, que se agilice el ritmo de vacunación de otros grupos.

Cuestionada por las declaraciones de Simón, la ministra de Sanidad dijo que espera que su experto de cabecera explique qué quiso decir. Uno espera que Darias explique cómo se tomó la decisión y qué expertos recomendaron Pfizer, para comprobar que no tienen "un interés determinado" como el que Simón atribuye a los medios. 

De paso, que ponga a un científico experto en vacunas delante de las cámaras para que nos convenza de que es mejor mezclar Pfizer con AstraZeneca que completar la pauta con la misma vacuna. ¿Hay alguno? Porque lo que la ministra ha mostrado hasta ahora es el resultado preliminar de un estudio del Instituto de Salud Carlos III que dice que la mezcla aumenta la inmunidad, lógicamente, y no produce efectos secundarios graves a corto plazo —el estudio iniciado en abril dura doce meses—, pero ese estudio en ningún momento recomienda la mezcla frente a la segunda dosis con AstraZeneca.

PS: El otro día murió una persona que se había contagiado en una comida con amigos cuando ya había recibido la primera dosis. Sanidad debería informar de estas cosas, para prevenir.

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