CARTAGENA. Asomarse a imponentes acantilados salpicados de pequeñas calas de aguas cristalinas; disfrutar del mar meciéndose a escasos metros del porche de tu casa; perderse en una panorámica de La Manga del Mar Menor; o levantar la vista y encontrarse con uno de los faros más majestuosos de España. Todo esto y mucho más ofrecen las casas de Cabo de Palos, que fue seleccionado en 2021 como uno de los pueblos costeros más bonitos del país por la guía especializada en viajes Lonely Planet.
Esta localidad cartagenera de tradición pesquera, que desde principios del siglo XX se convirtió en el exclusivo destino vacacional de familias acomodadas, conserva muchas de las grandes residencias veraniegas que se construyeron buscando la cercanía del mar y las mejores vistas. Muchas cosas han cambiado desde entonces en el tranquilo pueblo de pescadores que en verano es visitado por numerosos turistas, atraídos por la autenticidad que se respira en muchos de sus rincones, su gastronomía y sus playas y calas, siendo considerado un paraíso para la práctica del submarinismo (como lo atestiguan las numerosas escuelas de buceo). Así, con el paso del tiempo, las viviendas más tradicionales conviven ahora con otras de más reciente construcción, entre las que se pueden encontrar elegantes exponentes de una arquitectura contemporánea, así como verdaderas viviendas de lujo en una de las zonas más caras y exclusivas de la Región.
Camino del Paseo de Levante, ya se empieza a encontrar el paseante algunos de los ejemplos de las residencias veraniegas que se construyeron en la primera mitad del pasado siglo para reunir a familias enteras, principalmente cartageneras, murcianas y madrileñas, durante el periodo estival; la mayoría jalonadas de color por las flores de la bungavilla, azaleas y otros arbustos con flor que se muestran agradecidos con el clima de esta zona del Mediterráneo. Son casas que forman parte del paisaje del pueblo, tanto que numerosos vecinos se movilizaron hace cosa de un año para evitar que Costas derribase una de ellas cuya construcción data de 1949. Otras edificaciones se han reinventado, como es el caso del hostel Sub Up (donde antiguamente se encontraba el hostal Micaela), muy orientado al turismo azul y habiendo acogido a huéspedes amantes del submarinismo como David Bisbal.
Dejando atrás el que fuera el emblemático restaurante Kati -actualmente convertido en escombros en el solar privilegiado que ocupaba y cuyo estado afea la entrada al pueblo- se accede al paseo de la Playa de Levante –antiguamente de acantilados- donde casas de toda la vida, azulejos y sabor marinero se alternan con otras más contemporáneas; algunas de auténtico lujo. Allí, hay viviendas que recuerdan a los que fueron sus primeros moradores, como la dedicada con cariño a Los Abuelos, así como otras que han sido reformadas o son de nueva construcción. Y si el azul es el color del mar que baña este enclave cabopalero, también lo es el de dos de las más grandes casas que se han levantado en esta zona. Se trata de un paseo con unas vistas privilegiadas a La Manga y, sin duda, una de las zonas más exclusivas de la localidad; donde, aunque parezca que no hay sitio para más, ahora mismo un solar se prepara para acoger una nueva vivienda.
No siempre las casas más lujosas son las que mejor vistas tienen, porque un poco más adelante, camino del Faro y en un saliente del terreno, se encuentra la que fuera una sencilla urbanización de casas para pescadores, cuya ubicación se podría comparar con la de un barco que surca el mar. Si se sigue ascendiendo, ya en el lado de la carretera, destaca la restauración llevada a cabo de la singular Casa Torremocha, dentro del proyecto para convertirla en alojamiento turístico llevado a cabo por una emprendedora romántica como es Mila Sánchez (realizada por el estudio de arquitectura Ad Hoc).
Pero si de arquitectura se trata, sin duda, el rey de Cabo de Palos es su señorial Faro, testigo de innumerables acontecimientos desde que se iluminó por primera vez en 1865. Ubicado en una pequeña península, se trata de una sobria construcción con una altura total de 80 metros. Consta de una base con forma de prisma; en el centro, sobre un pedestal de base octogonal, se eleva la torre de 54 m de altura en forma de columna de orden toscano, cuyo capitel está constituido por unas ménsulas que sostienen una cornisa circular con un antepecho calado en forma de balaustrada. Está coronada por un torreón cilíndrico donde se empotra la linterna. Es visita obligada si se va a Cabo de Palos, con unos atardeceres que no dejarán indiferentes a nadie.
Si se elige bajar hacia el paseo de la Barra por los acantilados, también se encontrará el caminante casas de ensueño; que lo son ya de por sí por las vistas al Mediterráneo y las calas, como la del Cañonero, que permiten disfrutar de increíbles fondos submarinos (aunque la bajada no siempre sea fácil). Destaca una casa roja que fue restaurada hace años y cuyos jardines ya son toda una promesa de los tesoros que alberga en su interior; viviendas en blanco y azul que solo dejan adivinar una parte de su gran extensión; o una señorial casona que conserva todo su porte.
Ya en la Barra, el paseo gastronómico por excelencia de Cabo de Palos, también se conservan algunas antiguas viviendas que gozan de la animación de la zona más concurrida del pueblo.
Cruzando al otro lado del puerto pesquero y dejando atrás la iglesia, comienza la playa de la Zeneta, donde puede que se encuentren algunas de las casas más bonitas y selectas de todo Cabo de Palos. Con el mar a los pies y con porches que dejan entrever interiores en los que se conserva la decoración de azulejos y espaciosos patios interiores en los que no falta vegetación, estas antiguas viviendas hablan de un pueblo de otra época, cuya tranquilidad solo se ve alterada por los paseantes que eligen esta espectacular ruta que conduce bordeando la costa hacia Cala Flores.
Subiendo por estos acantilados, que conservan escarpados accesos que antiguamente, según dicen, eran utilizados por los contrabandistas, uno se sorprenderá con la visión de auténticas mansiones de lujo. No en vano, el año pasado el portal inmobiliario El Idealista seleccionó la casa más exclusiva de España en esta zona, en Cala Medina.