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cinco razones... y algún 'pero'

¿Por qué nos gusta tanto Cabo de Palos?

20/08/2023 - 

CARTAGENA. El pueblo cartagenero de Cabo de Palos es una de las localidades costeras de la Región con más encanto (lo decimos nosotros, pero también la guía especializada en viajes Lonely Planet, que lo eligió entre los más bonitos de la costa española). Son muchas las razones para enamorarse de esta pequeña localidad que cuenta con uno de los faros más imponentes del país. Sus calas, sus fondos marinos, sus casas, su ambiente marinero, sus restaurantes... hacen de Cabo de Palos un destino turístico que muchos buscan. Pero nada es perfecto, ni siquiera este pueblecito que mira al mar y donde las flores de bungavilla asoman de los muros. Y precisamente porque es un lugar tan especial tampoco está de más recordar que también hay cuestiones que mejorar. Estas son nuestras cinco razones... y un recordatorio.

Por su imponente Faro

Fue en 1863 cuando se comenzó a construir el Faro de Cabo de Palos, según un proyecto de Leonardo de Tejada, iluminándose por primera vez dos años más tarde. Por aquel entonces se utilizaba el aceite de oliva que se almacenaba en un pozo en el interior hueco de la torre y que era subido con una polea. Sus 54 metros de altura lo convirtieron en el faro más alto del Mediterráneo y en el segundo de España, aunque si se suma la base -que le proporciona 30 metros más-, se colocaría en el primer puesto. 269 escalones cargados de historia y anécdotas conducen a la parte más alta de la edificación.

Así, el Faro ha sido testigo de conocidos episodios históricos como el naufragio del Sirius, el trasatlántico italiano a vapor en el que fallecieron cerca de trescientos pasajeros (çno se sabe con certeza, porque al parecer el navío recogía pasaje clandestino, razón por la que se acercaba tanto a la costa) y al que se recuerda con una placa en la explanada de la base. Cuentan que el capitán y los oficiales reaccionaron cobardemente, siendo los primeros en subir a los botes salvavidas; que a bordo viajaba la cantante de zarzuela Lola Millanes, cuyo cadáver apareció en Torrevieja; o que la caja fuerte fue hallada abierta y vacía, pero sin signos de haber sido forzada. También se recuerda al pescador Vicente Buigués, quien logró salvar a numerosos pasajeros, siendo condecorado por ello en el único día, dicen, en que fue visto con traje.

El Faro también presenció en 1938 la batalla naval más importante de la Guerra Civil entre nacionales y republicanos, que se saldó con 700 muertos y alrededor de un centenar de desaparecidos. Franco encargó una película sobre este hecho, que se tituló El crucero Baleares, pero el filme no pasó los filtros de la censura y se ordenó destruir todas las copia. Este símbolo de Cabo de Palos también se ha convertido en protagonista de la película Los últimos fareros.

Por su ambiente marinero

No hay que olvidar que aunque Cabo de Palos es un destino turístico anhelado por muchos, que aumenta exponencialmente su población en verano, no deja de ser un pueblo de tradición pesquera. Una manifestación de esto es su puerto, en el que reposan las redes que bien temprano son caladas en las aguas donde faenan los pescadores de la zona. Ese sabor marinero está presente en todo el pueblo, su arquitectura y gastronomía. De hecho, cuenta con una famosa pescadería en el corazon de la localidad donde se puede encontrar todo tipo de pescado fresco.

Por sus playas, sus calas y fondos marinos

Cabo de Palos cuenta con playa, como la del Paseo de Levante, pero también con numerosas calas de aguas cristalinas (en una de ellas, como curiosidad, se encuentra una formación rocosa en forma de pato). Además, los fondos de la Reserva Marina Cabo de Palos-Islas Hormigas han convertido esta zona en una de las preferidas de España, y de Europa, para la práctica del submarinismo. Hasta el mismísimo David Bisbal ha elegido Cabo de Palos en más de una ocasión para realizar sus inmersiones con algunas de las muchas escuelas de buceo que han proliferado en el pueblo. Se trata de un turismo que, además, se alarga a lo largo del año, no solo en los meses de verano.

Por sus casas 

Desde principios del siglo XX Cabo de Palos es, además de un pueblo pesquero con mucho encanto, el exclusivo destino vacacional de familias acomodadas que eligieron esta parte del litoral para construir grandes residencias veraniegas en las que reunir a toda la familia durante los meses de calor. Estas viviendas más tradicionales -muchas de ellas con patio- conviven con otras de más reciente construcción, entre las que se pueden encontrar verdaderas viviendas de lujo en una de las zonas más caras de la Región. Desde el Paseo de Levante, a los acantilados, pasando por la Zeneta o Calaflores, son muchas las magníficas casas que -entre flores de bungavilla, azalea y otros arbustos con flor- dejan con la boca abierta al caminante.

Por su gastronomía

Desayunar en la terraza del Paseo de la Barra, frente al rompeolas que es testigo de las idas y venidas de los paseantes; o degustar un caldero, el plato estrella del Mar Menor, en algunos de los restaurantes de Cabo de Palos, son algunos de los placeres que depara la gastronomía de este pueblo cartagenero. De hecho, la pequeña localidad concentra un gran número de establecimientos especializados en distintos tipos de cocina. Son míticos El Mosqui ("de la mar el mero y de El Mosqui el caldero"), La Tana o el Miramar, a los que se suman muchos otros que se han ganado una reputación a lo largo de los años como es El Rancho, uno de los más frecuentados por el equipo de Sky Rojo mientras rodaron en la zona escenas de su tercera temporada.

Pero nada es perfecto...

"No es perfecta, más se acerca a lo que yo simplemente soñé", cantaba Pablo Milanés. Y sí, Cabo de Palos, por mucho que nos guste, también tiene algunos 'peros' y aspectos que mejorar. Por destacar solo unos pocos, mencionar el exceso de ladrillo; los problemas de movilidad (sobre todo de tráfico en los meses de verano); la abandonada Estación de Telégrafos -para la que alumnos de la UPCT idearon distintos usos-; la falta de acera en algunos tramos; la práctica de botellón en algunos puntos; o el solar que ha dejado el restaurante El Katy a la entrada del pueblo tras ser derribado. El documental El Cabo Azul aborda esta otra cara de un paraíso que -recuerda- se merece ser cuidado y protegido.

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