Imágenes del equipo y el rodaje. Foto del cartel de Jorge Sergi
MURCIA. Algo -o más bien, mucho- tiene de especial Cabo de Palos, que es capaz de despertar pasiones y 'enganchar' emocionalmente a quienes lo conocen bien. No en vano, ha sido considerado uno de los pueblos costeros más bonitos de España y el mejor destino de Europa para bucear. Su faro, sus calas, sus fondos marinos, su gastronomía, su puerto pesquero, sus casas... enamoran al visitante y son dignos de la mejor campaña turística. Pero hay otra verdad, la que en el día a día preocupa a sus habitantes, que se pone de manifiesto en la película El Cabo Azul, un documental de 60 minutos que cuenta cómo es la vida en la localidad, dirigido por Emilio Gil Pagán, con guion de Carlos Belmonte y realización de Joaquín Clares. El filme se estrenará el próximo 27 de diciembre en la Filmoteca Regional de Murcia (20.30 horas) para iniciar un recorrido de presentaciones por la Región -incluido el propio Cabo de Palos-, Madrid y diferentes festivales; además de estar previstas negociaciones para que pueda verse en plataformas.
El Cabo Azul se interna en la vida cotidiana de este pueblo costero del Mediterráneo, "cosido desde hace 25 años a la Reserva Marina de Interés Pesquero (RMIP) Cabo de Palos-Islas Hormigas", que se presenta como "una pequeña isla urbana rodeada de espacios naturales". Para ello, se incluyen una veintena de entrevistas representativas. Además, son jóvenes de la propia localidad los que interpretan a los miembros de un equipo de rodaje como si fueran los que están llevando a cabo la filmación. Ellos son Inés Mas de la Peña, Guillermo de la Peña de la Cazalda, Clara Lafranque Prado y Lucas Rodríguez Verástegui.
Cuenta Emilio Gil -biólogo marino que ha dirigido diferentes películas, además de ser presidente del Club Náutico de Cabo de Palos (que también está detrás del proyecto)- que con este documental "políticamente incorrecto" se ha querido contar la verdad de la localidad y "hacer una llamada de atención sobre un sitio increíble que tenemos que cuidar". Porque además de todas las maravillas anteriormente mencionadas, en el pueblo existen diferentes "problemas derivados del abandono político". El cineasta hace referencia a la movilidad (sobre todo de tráfico en los meses de verano), a las infraestructuras o al emisario de Cala Reona que se rompe cada cierto tiempo. También hace mención al futuro uso de la Estación de Telégrafos que está dando tanto que hablar y que reivindican que sean para los vecinos -"no queremos más ladrillos", afirma-, el Cati en ruinas a la entrada al pueblo o el restaurante que un empresario quiere abrir frente a la playa El Salero, en zona de Dominio Marítimo Público Terrestre (DPMT), contra el que se han manifestado los vecinos.
"Todo esto y mucho más se aborda en la película", adelanta Emilio Gil, quien añade que "no solo hablamos de los problemas, sino que damos soluciones", estando orientados al desarrollo de la acción social local y a potenciar una economía azul en un pueblo que "tenemos que proteger, ya que aún estamos a tiempo. No queremos que se convierta en otro Mar Menor". Para ello, cuentan con los testimonios de pescadores -como, por ejemplo, Bartolo (de 'El Sirio')-, actores destacados en el ámbito científico, conservacionistas, buceadores expertos, hosteleros, responsables políticos y los propios vecinos.
Una joven llamada Inés está finalizando un Máster de Cambio Climático en Copenhague -ciudad donde también se ha realizado parte del rodaje- cuando recibe una llamada desde Cabo de Palos, en Cartagena. Su amiga Clara la anima a implicarse en el proyecto de hacer un documental sobre el Cabo y la reserva marina de las Islas Hormigas. Inés acepta y viaja a España. A partir de aquí las dos amigas, junto a Lucas y Guille, amigos de toda la vida, formarán un equipo para rodar el documental El Cabo Azul. Los cuatro sienten que su papel es proteger este pequeño pueblo pesquero y su entorno para que las siguientes generaciones puedan disfrutar del mismo modo que ellos lo hacen. Toman la casa de Inés como cuartel general y montan allí su oficina productora. Trabajan día a día elaborando guiones, listados de personas para entrevistar, cuestionarios, visitan localizaciones para rodar, recogen documentación gráfica y audiovisual antigua... Pero también navegan con los pescadores, entrevistan a científicos y charlan con personas del pueblo.
"Está forma de narrar ayuda a que el público empatice más y conozca las distintas fases de una producción de estas características. Se trata de divulgar entreteniendo e informando", señalan desde el equipo de producción, añadiendo que con este trabajo "queremos que se escuche la voz de este pequeño pueblo pesquero y todo su ecosistema marino. Este documental es un homenaje al mar y a todos los que vivimos y dependemos de él. Queremos enseñar las maravillas que el Mediterráneo ofrece, pero también pretendemos hacer una llamada de atención".
El Cabo Azul es, además, un proyecto "vivo", asegura su director, que se detiene más en la vida en Cabo de Palos que en elementos tan icónicos como su faro, que siempre está presente como testigo inalterable de todo lo que acontece en esta isla urbana. Y vivo seguirá, ya que también está previsto que se publique un libro a partir de la película y que se cree una página web donde, además de en redes, seguirá creciendo el proyecto.
"Nos ha salido un trabajo precioso", asegura Emilio Gil, quien destaca que se han apoyado en recursos visuales, narrativos y estilísticos que permiten transmitir un tono distendido y una energía positiva.
El proyecto de la película llevado a cabo por el Club Náutico de Cabo de Palos -desde donde se contribuye a la formación deportiva de muchos jóvenes de la localidad- ha contado con una inversión de 20.812 euros y una subvención del mismo importe que se enmarca en la Estrategia de Desarrollo Local Participativo del 'Grupo de Acción Local de Pesca y Acuicultura de la Región de Murcia (GALPEMUR)'; está cofinanciado por el Fondo Europeo Marítimo y de Pesca (FEMP) al 85% y por la Comunidad Autónoma dela Región de Murcia (CARM) al 15%.
Emilio Gil es biólogo marino de profesión, presidente del CNCP y vicepresidente de la Federación de Vela de la Región de Murcia. El Cabo Azul es su primer largometraje como director y creador de documentales, aunque ha realizado otros trabajos (Velas Blancas y Contra Viento Navega) en formato más corto.
Cuenta que su afición por el cine le viene de niño, ya que su padre tenía una agencia de comunicación y publicidad y rodaba para Movirecord y RED, entre otras. De pequeño le acompañaba a los rodajes y luego montaba los 35mm a la antigua usanza. Ha trabajado en publicidad y colaborado con otros directores. "El cine me apasiona", asegura.
"Siempre trabajo con el mismo equipo, Joaquín Clares de Realización y Carlos Belmonte de Producción y gracias a eso garantizo, con su experiencia y buen
hacer que los trabajos sean de una calidad y precisión tremenda. La pena es que siempre andamos muy justos de presupuestos, y eso en el cine se paga con más trabajo, mucho sacrificio y poca o nula rentabilidad", explica.
Añade que, este caso, "nos hemos visto obligados a rodar en muy corto espacio de tiempo, en plena temporada estival con un calor tremendo, pero tratándose de Cabo de Palos, siempre es ilusionante hacer cosas para preservarlo y mejorar nuestro precioso pueblo".