MURCIA. La vida no sigue igual, por mucho que Julio Iglesias cante lo contrario rodeado de dunas vírgenes en la película del mismo nombre que se rodó en La Manga en 1969. Tampoco el paisaje o el patrimonio del Mar Menor es el mismo desde entonces. Basta echar una ojeada a la treintena de películas que se han rodado en el entorno de la laguna salada, principalmente en la década de los años 60 y 70, para apreciar cómo han cambiado las cosas. Eso es precisamente lo que va a hacer Antonio Luis Martínez, responsable de la plataforma Tudmur, este jueves (20 horas) en el Paseo Carrión de Los Alcázares (junto al Monolito), durante su charla 'El Mar Menor en el cine', organizada por la Asociación LAEC.
Durante su intervención, Antonio Luis Martínez comparará las localizaciones que aparecen en diferentes películas con imágenes actuales de los mismos lugares, con el objetivo de mostrar cómo el urbanismo ha transformado el paisaje y cómo hay elementos patrimoniales que peligran por su mal estado o directamente han desaparecido.
Un ejemplo se encuentra en el Monasterio de San Ginés de la Jara, a la espera de una restauración que parece paralizada en el tiempo y en el que rodó, tanto en su interior como en sus exteriores, Jesús Franco, el prolífico cineasta de fantaterror y cine erótico que filmó durante su carrera nada menos que 210 películas. Un buen puñado de ellas tuvieron a la Región como escenario, ya que Jess Franco, como se le conocía, se dejaba caer por estos lares cada cierto tiempo con su troupe de rodaje, atraído por el buen clima, la luz mediterránea y los precios más asequibles que encontraba en la Región; y no sólo rodaba una película, sino que aprovechaba su estancia -si el dinero daba de sí- para iniciar algún que otro proyecto paralelo (así se entiende su vasta producción). Resultado de ello son películas como El conde Drácula (con Christopher Lee y Klaus Kinsky), Virgen entre los muertos vivientes o Bésame monstruo.
Señala el responsable de Tudmur que junto a Jesús Franco, otro cineasta que desmostró una especial predilección por la zona costera de la Región fue Mariano Ozores, quien rodó en una Manga del Mar Menor convertida ya en un reclamo turístico películas tan populares en su momento como En un lugar de La Manga (con Concha Velasco y Manolo Escobar), Hacienda somos casi todos y Ya no va más.
Igualmente, Antonio Luis Martínez recordará en su recorrido por las escenas rodadas en el Mar Menor otros títulos menos conocidos, pero que resultan curiosos como es el caso de Operación Lady Chaplin, una película italiana al más puro estilo de James Bond, que se rodó en diferentes puntos del Mar Menor, como San Pedro del Pinatar, y que cuenta como el agente de la CIA Dick Malloy busca unos cohetes hundidos en el mar, para lo cual se pone en contacto con un riquísimo personaje llamado Zoltan Kobre, amante de los escorpiones africanos y en extrañas relaciones con una rubia bellísima a quien llaman Lady Chaplin.
Los asistentes a esta charla también podrán contemplar imágenes antiguas de los primeros hoteles del entorno del Mar Menor, ya que muchos de ellos sirvieron como escenarios para estas películas y así como en La vida sigue igual Julio Iglesias promocionaba el lujoso hotel Entremares en La Manga, la actriz Koo Stark se dejaba ver en el hotel Neptuno de Lo Pagán en Las adolescentes, de Pedro Masó. También la Academia General del Aire, añade el conferenciante, ha sido una localización recurrente para los directores -Alas de Juventud o Alas Rotas- , así como otros lugares emblemáticos como el Balneario de la Encarnación de Los Alcázares.
La Carta Esférica (Imanol Uribe), Garden of Eden (John Irvin) o Green Zone: Distrito protegido (Paul Greengrass) son títulos de películas más recientes de la filmografía marmenorense. De la que sin embargo no podrá mostrar imágenes el confereciante será de la más antigua de ellas, El crucero Baleares (1941), ya que Franco -que la visionó un día antes del estreno- mandó secuestrar todas las copias.
Finalmente, Antonio Luis Martínez apunta que, a pesar de esta larga lista de títulos que llega a la treintena y de las muchas condiciones que ofrece la zona, el Mar Menor no ha terminado de convertirse en un escenario de rodajes de referencia, como sí ha ocurrido, por ejemplo, con Almería. Quizás la Film Commission que ya empieza a gestarse en la Región, aunque a paso lento y con una pandemia de por medio, impulse que la zona se convierta en plató cinematográfico para el creciente mercado audiovisual de ficción, con la oportunidad de negocio y de promoción turística que conlleva.