VIsitas guiada

Historias del faro de Cabo de Palos: cuando en La Manga había un bosque o un pescador se convirtió en un héroe nacional

24/08/2022 - 

CARTAGENA. Hubo un tiempo en el que la superurbanizada Manga del Mar Menor presentaba una imagen muy distinta a la que hoy en día se pueda uno imaginar; y no sólo por la ausencia de edificios, también por la existencia hasta el siglo XVI de un frondoso bosque de pinos, enebros y sabinas en los que habitaban jabalíes y venados. Tan espesa era la vegetación, que los piratas berberiscos aprovechaban para esconderse y, por la noche, salir a saquear las poblaciones cercanas. Este fue el motivo por el que Felipe II, harto de tanta inseguridad, ordenó arrasar la zona y dejarla 'pelada' (aunque la vegetación dunar sobrevivió hasta los años sesenta).

Esta es una de las muchas historias que se pueden escuchar durante las visitas al faro de Cabo de Palos (visitasalfaro.com), en las que se explica que a partir de entonces , donde actualmente se encuentra el imponente centinela de este pueblo pesquero y turístico, se levantó una torre vigía para avisar a otras torres de las incursiones de piratas, con humo por el día y fuego por la noche.

No fue hasta 1863 cuando se comenzó a construir el faro, según un proyecto de Leonardo de Tejada, iluminándose por primera vez dos años más tarde. Lo hacía utilizando el aceite de oliva que se almacenaba en un pozo en el interior hueco de la torre y que era subido con una polea. Sus 54 metros de altura lo convirtieron en el faro más alto del Mediterráneo y en el segundo de España, aunque si se suma la base -que le proporciona 30 metros más-, se colocaría en el primer puesto. Así lo cuenta la guía mientras sube, tomando pausas para coger aire, los 269 escalones cargados de historia y anécdotas que conducen a la parte más alta de la edificación.

Así, por ejemplo, señalando a través de una de las ventanas que se encuentran durante el ascenso, comenta que el nombre de Cabo de Palos viene de que los romanos llamaban palus a los pantanos (en referencia al Mar Menor) y que las Islas Hormigas -ese paraíso para el submarinismo- forman parte de la cordillera Penibética, que tiene continuidad en las profundidades. Por este motivo, si no se conoce bien la orografía de la zona, los barcos pueden encallar en algunos de estos picos submarinos. Fue lo que le ocurrió al famoso Sirius, el trasatlántico italiano a vapor en el que fallecieron cerca de trescientos pasajeros (aunque no se sabe con certeza, porque al parecer el navío recogía pasaje clandestino, razón por la que se acercaba tanto a la costa) y al que se recuerda con una placa en la explanada de la base del faro.

Son muchas las historias que corren sobre este naufragio que, por tiempo, no se pueden ampliar en la visita. Pero cuentan que el capitán y los oficiales reaccionaron cobardemente, siendo los primeros en subir a los botes salvavidas; que a bordo viajaba la cantante de zarzuela Lola Millanes, cuyo cadáver apareció en Torrevieja; o que la caja fuerte fue hallada abierta y vacía, pero sin signos de haber sido forzada. En lo que sí se detiene la guía es en ensalzar la actitud heroica de un pescador llamado Vicente Buigués, quien logró salvar a numerosos pasajeros con la máxima de "las mujeres y los niños primero". Fue condecorado por ello en el único día, dicen, en que fue visto con traje.

El Faro, cabe recordar, también fue testigo silencioso en 1938 de la batalla naval más importante de la Guerra Civil entre nacionales y republicanos, que se saldó con 700 muertos y alrededor de un centenar de desaparecidos. Franco  encargó una película sobre este acontecimiento histórico, que se tituló El crucero Baleares, pero el filme resultó tan malo, o no pasó los filtros de la censura, que se ordenó destruir todas las copias.

Y así, entre unas cosas y otras, y con poco aliento ya, el visitante alcanza por fin la 'cumbre' del faro, que recompensa con las mejores y más increíbles vistas de La Manga y Cabo de Palos. La bajada es empinada y hay que emprenderla con cuidado (la visita es, de hecho, para mayores de 12 años). En total, media hora buceando por la historia y las entrañas de un faro que es símbolo y alma de uno de los pueblos costero más bonitos del país (lo dice Lonely Planet).

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