MURCIA. El Mar Menor ha sido drenado; La Manga del Mar Menor presenta una imagen de absoluta desolación; un sol abrasador ilumina sin piedad un futuro (cercano) donde los cambios climáticos han generado cambios sociales; un gobierno despótico se ha instalado en la Catedral de Murcia, que además acoge un restaurante; un muro de contención mantiene la Región aislada... Todo esto que aparece en la novela MM2033. Casi una distopía, de la escritora murciana Milagros López (Editorial Verbum, 2021), se ha podido recrear gracias a la Inteligencia Artificial y a la pericia en esta tecnología del también murciano Javier López, quien se define a sí mismo como una persona que se dedica a invertir en start-ups, a escribir sobre ciencia ficción y a trastear con IA Generativa.
La novela cuenta como en el año 2033 los efectos climáticos derivados del drenaje de la laguna han sido devastadores. Con el fin de sofocar el caos, el Sistema gobierna la Región al amparo de las leyes de un Ejecutivo implacable. Intriga, amor, denuncia, compromiso y rebeldía se dan cita en esta obra, en la que dos planos temporales ayudan a comprender la evolución de una sociedad tal y como se conoce hoy en día hasta la distorsión absoluta de la misma, así como a descubrir que la libertad es un logro frágil.
Las sobrecogedoras imágenes creadas por Javier López -un profesional muy demandado en este sector en auge- se han inspirado en MM2033, de donde ha obtenido una serie de datos a los que la Inteligencia Artificial ha dado forma. El resultado es muy parecido a lo que imaginó la autora, aunque es imposible recrearlo exactamente. Milagros López también recuerda que, aunque las imágenes son devastadoras, el final de la novela es liberador, constructivo y esperanzador. "Quedémonos con lo que las imágenes nos sugieran y que nunca tengamos que presenciar tamaña devastación", añade.
(La Manga del Mar Menor)
"Había avanzado dos kilómetros de La Manga. La velocidad máxima en ese tramo era de veinticinco kilómetros por hora y el programa del coche no se excedía porque los detectores de infracciones detendrían el vehículo de inmediato y se vería obligada a permanecer allí, bajo la inminente tormenta de luz y arena, durante media hora. No había más utilitarios en la carretera, esa única vía que dividía la lengua de tierra que había separado los dos mares. Leda reparó de nuevo en cómo lo que había sido invadido por la eclosión turística e inmobiliaria de finales del siglo XX iba recobrando terreno tras su abandono: a la derecha, en la costa que había bañado el Mar Menor, los edificios se habían desmoronado por la erosión y la desidia, o habían sido demolidos para evitar la ocupación de los Intrusos. La vegetación que un día arrasara Felipe II para evitar el asalto de los piratas berberiscos había retomado su territorio. A Leda le despertaba una mezcla de admiración y desasosiego aquella proliferación de enebros y sabinas que enroscaban los troncos al viento en una distorsión de madera fantasmagórica".
(Alfonso X de Murcia)
"Recorrió la Vía del Astro, antes diferenciada del resto por los enormes plátanos de sombra que la flanqueaban. Ahora, al igual que todas las avenidas de la ciudad, estaba asfaltada, impoluta, aséptica… También las fachadas habían sido desprovistas de toda ornamentación innecesaria. Los Organismos Oficiales lucían los estandartes amarillos con el borde negro, los comercios un sobrio cartel indicativo y, por lo demás, todo eran esculturas o dibujos del Gran Sol".
(La Catedral de Murcia se ha convertido en Restaurante, cada una de las capillas especializada en un tipo de cocina. El Centro de Visitas es el Moneo)
"Todos sabían dónde estaba Entretenimiento Restaurante. Al principio, les había sorprendido la elección del Ejecutivo para ubicar esa oferta de ocio en lo que a muchos les pareció un sacrilegio. Más tarde, comprendieron que todo era justificable bajo el amparo del Gran Sol y ya nada les despertaba emoción alguna: ni rechazo, ni sorpresa, ni repulsa, ni admiración. Pasó los Controles más fluidamente gracias a la tarjeta, aparcó el coche, se cubrió con un abrigo azul marino para no atraer las miradas reprobatorias de los transeúntes ni las llamadas de atención de los Guardianes, accedió al Perímetro y anduvo hasta tener el Centro de Visitas a su espalda. Allí, imponente, se alzaba la fachada barroca de la Catedral; no la que recordaba haber visto cientos de veces antes del Drenaje, sino una metamorfosis de la misma para la exaltación del Sistema que, en su afán de austeridad, había retirado todas las estatuas de santos y mártires dentro y fuera de las hornacinas. En lo alto del tramo central, en la semicúpula que un día presidiera la Ascensión de la Virgen María, lucía ahora el Gran Sol; de los dos cuerpos verticales laterales colgaban los estandartes amarillos con bordes negros; y, hasta las mismas columnas que separaban los tres tramos habían sido pintadas de negro".