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reportaje

El Museo de Santa Clara o la coexistencia de cultura islámica y arte sacro en pleno centro de Murcia

22/08/2021 - 

MURCIA. La ciudad de Murcia acoge uno de los museos más visitados por los turistas de toda la Región, pero, curiosamente, uno de los más desconocidos para los murcianos y las murcianas. Las Claras cuenta mucha historia a través de la gran belleza de su edificación. Las visitas guiadas, además, son totalmente gratuitas.

El edificio, toda una joya en el centro de Murcia

El Museo Santa Clara ocupa el ala norte del Real Monasterio de Santa Clara La Real, lugar donde residen, en régimen de clausura, las Hermanas Pobres de la Orden de Santa Clara. El complejo arquitectónico que integra el museo constituye uno de los conjuntos monumentales más importantes de la ciudad y de la Región de Murcia, declarado Bien de Interés Cultural en el año 1981.

El conjunto fue en sus inicios la residencia de veraneo de los gobernantes musulmanes durante los siglos XII y XIII; posteriormente se convirtió en un edificio religioso y convento de clausura en el siglo XIV. Durante la guerra Civil volvió a sufrir un cambio ya que se vivió la exclaustración del inmueble y su conversión en cuartel de tropas.

En la planta baja del edificio se encuentran los salones del palacio del siglo XIII, que acogen una de las muestras de arte y arqueología islámicas más significativas de la Región de Murcia. En la primera planta sin embargo, el arte sacro es el protagonista: una colección de las obras de la Orden de las Hermanas Clarisas se exhibe en los pasillos. 

Cultura islámica, la alberca y el jardín

El patio interior. Foto: P. ARAGÓN 

En el interior del edificio se comienza la visita del museo  a través del palacio musulmán del siglo XIII, que consta de tres partes.

La primera y más llamativa es el patio. Este tranquilo y evocador jardín tiene una arquitectura de la época nazarí, igual de presente en los palacios de La Alhambra. Las aguas cristalinas gobiernan la tranquilidad del entorno. 

Los cuatro arriates que rodean la alberca central contiene parte de la vegetación original recuperada del palacio, como palmeras, ciruelos, naranjos, albaricoqueros, higueras y granados.

Cada uno de los cuatro jardines representa una estación del año, con sus frutos correspondientes. El último jardín, sin embargo, representa las tres religiones: el ciprés para la religión cristiana, el olivo para la judía y la palmera para la musulmana. 

Los cuatro jardines. Foto: P. ARAGÓN 

Una vez se abandona la vista del espacio exterior, aparece lo que fue el antiguo refectorio o el comedor de las Hermanas Clarisas. Bajo él se descubrió un palacio, de hecho, dos: uno construido en la primera mitad del siglo XIII, y el otro, almorávide, en el siglo XII.

Restos del palacio del siglo XII. Foto: P. ARAGÓN

Este salón fue utilizado como espacio de representación y recepción del monarca y en él se realizaban las audiencias . En el interior del salón se pueden contemplar los restos arqueológicos pertenecientes al palacio del siglo XII, que se encuentran tres metros por debajo del suelo actual. 

Entre los restos destacan amuletos, joyas, ungüentarios, objetos de tocador, vidrios o piezas de ajedrez, que ponen de manifiesto el desarrollo de las artes suntuarias y los gustos refinados de la época.

Restos encontrados en el palacio. Foto: P. ARAGÓN 

Entre los restos arqueológicos del palacio se encontraron también trozos de composiciones de adarajas en yeso, que fueron desprendidos de una bóveda fragmentada y pintada con técnica del mocárabe. Entre estos trozos se detectaron algunos que representaban a la figura humana (un rostro, unas piernas bailando...), muy infrecuentes o casi inexistentes en la cultura islámica.

San Francisco de Asís y Las Clarisas

Una vez se abandona la planta bajan se llega a la zona de arte sacro. Esta parte del museo albergó las celdas de las hermanas durante siglos y, junto a ella, se abre el antiguo coro de la iglesia gótica. 

En este espacio se conserva una magnífica cúpula de iconografía gótica que representa dragones amenazantes con las fauces abiertas. El sentido y significado del dibujo no era más que la representación del camino que había que pasar para ir al cielo: 'dragones', símbolo del pecado, las tentaciones...

Foto: P. ARAGÓN

La sección de arte sacro, denominada Tiempos de Silencio, explica la sección medieval cristiana y moderna del Monasterio. En esta parte, la sobriedad y sencillez de la orden franciscana contrasta con el esplendor y extravagancia de la arquitectura islámica. 

Con la visita a esta sección se entiende la continuidad histórica que define al edificio, que pasó a tener un uso religioso tras muchas fases de remodelación. En ella se pueden explicar, además, los contenidos básicos de la mentalidad conventual.

La Orden de las Hermanas Pobres de santa Clara fue fundada por san Francisco de Asís y santa Clara de Asís en 1212. No existía dicha orden para las mujeres, así que santa Clara, tan identificada con san Francisco de Asís, decidió seguir sus pasos con las mujeres. 

Cuadro de san Francisco de Asís y Santa Clara. Foto: P. ARAGÓN

La Sección Tiempos de Silencio reúne un buen número de obras de arte, propiedad de las monjas clarisas, nunca expuestas hasta ahora. Esculturas, pinturas, documentos, piezas suntuarias y objetos devocionales muestran la historia del convento y la vida en clausura. Este rico patrimonio proviene, en su mayoría, de las donaciones que servían para agradecer favores y demostrar la piedad personal. Ejemplo de ello son las numerosas esculturas del niño Jesús, recuerdo de las familias de las hermanas al entrar al convento. 

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