MURCIA. Todo afecta en política; incluso los ecos de unas elecciones gallegas y vascas tienen su resonancia en la Región de Murcia. Unos comicios siempre dejan vencedores y derrotados, así como deparan toques de atención para todas las fuerzas políticas. Si hay un dirigente murciano al que afecta directamente el resultado del País Vasco es el ciezano Teodoro García Egea, número dos del PP y una parte importante del núcleo duro que ha diseñado la estrategia electoral de su partido en Euskadi. El PP abogó por un viraje en el discurso, al imponer un candidato personal, Carlos Iturgaiz, y la jugada no ha salido bien: los populares no sólo pierden cuatro diputados y dilapidan más de 47.000 votos, también contemplan cómo Vox logra un escaño aun apostando el PP por un giro conservador.
Las urnas han dado una de cal y otra de arena para el PP, aunque los populares no lo reconozcan. "Hoy es una buena noche para el PP y una mala para Pedro Sánchez", calificaba el propio García Egea una vez completado el escrutinio. El triunfo de Alberto Núñez Feijóo es incontestable, apabullante en una era política marcada por la escasez de mayorías absolutas, pero el resultado vasco escuece. El País Vasco no es precisamente un fortín para los populares pero sí es uno de sus territorios más queridos. Génova, a diferencia de Galicia -cuya carrera electoral ha estado condicionada por el fuerte peso del candidato-, decidió intervenir en la contienda de Euskadi: optó por una confluencia con Ciudadanos, relegó a Alfonso Alonso al puesto 17 del Parlamento Europeo y preparó una campaña al dictado de la ejecutiva nacional.
Algunas voces internas ya han manifestado sus críticas por la estrategia seguida en el País Vasco, cuestionando el rumbo del partido y rescatando el debate de la línea que debe seguir el PP. No en vano, dos barones autonómicos -los presidentes de Andalucía y Castilla y León- han pedido públicamente "más centralidad", no así en la Región de Murcia. Mientras que el presidente castellanoleonés, Alfonso Fernández Mañueco, se congratulaba de que "gana la centralidad" en Galicia y empujaba "a trabajar en el País Vasco para recuperar el voto centrado", en Murcia, el líder regional, Fernando López Miras, poco sospechoso de ser crítico con Pablo Casado, valoraba la victoria de Feijóo poniendo el acento en las siglas populares. "Eligiendo al PP", tuiteó, "Galicia elige gestión, compromisos cumplidos y, sobre todo, futuro".
El maridaje con Ciudadanos, la primera vez que se formulaba antes de la urnas, resultó un fiasco, si bien populares y naranjas confían en conseguir un diputado extra en el recuento del voto exterior. Comienza con mal pie el objetivo de 'refundar' el centro derecha, cuyo laboratorio España Suma se estrenó en Euskadi. Este es uno de los grandes propósitos de la dirección nacional y tiene en el propio Egea a uno de sus principales valedores, ya que el ciezano incluso ha encabezado las negociaciones para entablar las alianzas en el centro derecha.
El secretario general del PP, sin embargo, eludía la autocrítica porque esgrime que su partido ya se ha dirigido al centro al confluir con Ciudadanos. "Si alguien ha mirado al centro y la moderación ha sido el PP", defendía el número dos de Génova y máxima persona de confianza del presidente popular. Precisamente el próximo 21 de julio se cumplirán dos años de la elección de Casado como líder del PP, una victoria que contó con la ayuda de García Egea. Hasta ahora, el balance es más agrio que dulce: el PP cosecha éxitos como el triunfo de Galicia y los pactos tanto para gobernar Andalucía como para conservar los Gobiernos autonómicos de Madrid, Castilla y León y la propia Región de Murcia, pero también se ha llevado fiascos como las dos elecciones generales de 2019, en los que obtuvo sus peores resultados históricos.
Los comicios del 12J ponen de manifiesto que gallegos y vascos apuestan por la continuidad de sus Gobiernos. Es una lectura que en clave regional beneficia a Miras, cuyo partido gobierna la Región desde 1995 y desde 2019 en compañía de Ciudadanos. Además, los Ejecutivos autonómicos de Galicia y País Vasco no se han visto perjudicados por la pandemia, sino al contrario: los electores les han reforzado en las urnas. La imagen de Miras, si bien fue muy cuestionada por la oposición a raíz de los decretos aprobados durante el confinamiento, ganó enteros por sus decisiones de 'mano firme' en la gestión de la crisis del coronavirus en la Región. Las encuestas, de hecho, así lo respaldan y auguran una victoria de los populares, con estimaciones de subidas de hasta tres diputados.
En cambio, los partidos del Gobierno central no salen bien parados. Especialmente Podemos, que desaparece de Galicia y pierde casi la mitad de su representación en Euskadi. Los socialistas se llevan un sabor amargo: ganan un diputado en ambos comicios, pero quedan relegados como tercera fuerza si bien en el País Vasco pueden gobernar merced a los pactos con el PNV. La coalición que lideran Sánchez e Iglesias, en el centro de la atención de la ciudadanía durante toda la pandemia, no da réditos en la primera contienda electoral, y, para más inri, los ganadores (PP y PNV) son partidos conservadores.
Esta coyuntura no ayuda al PSOE de Diego Conesa, en la oposición aun ganando los comicios de 2019; los socialistas murcianos ven cómo su partido no puede desbancar a las fuerzas hegemónicas de Galicia y País Vasco, en el poder de forma ininterrumpida desde 2009 y 2012, respectivamente. Ni el PSG gallego ni el PSE vasco insuflan optimismo a Princesa. Además, el PSOE no se ha beneficiado de la debacle de Podemos, cuyos votos progresistas se esfumaron hacia nacionalistas como el BNG e independentistas como Bildu.
Tampoco Podemos vive tiempos espléndidos. Cada cita electoral acarrea un retroceso de apoyos, y la formación se desangra en varios territorios autonómicos por sus luchas internas, como ha sucedido en Euskadi. El Gobierno de España, del que forma parte, es la gran alegría de una formación que se encuentra lejos de los éxitos electorales de sus inicios (2014, 2015 y 2016). En la Región, Podemos es un ejemplo de resistencia: la fuerza morada salvó los muebles y conservó su diputado en el Congreso a pesar de padecer todo un terremoto político, como fue la salida de su anterior líder, Óscar Urralburu, apenas mes y medio antes de las elecciones. La dirección regional acaba de renovarse, con un equipo afín a las tesis de Iglesias, pero la formación morada ya sufrió un disgusto en diciembre, cuando dos afiliados fueron expulsados tras denunciar una caza de brujas en el partido. Podemos afronta el reto de revertir la situación en un contexto adverso y en esta misión tal vez pueda ayudar una confluencia con Izquierda Unida -cuyas relaciones han mejorado en los últimos tiempos- que les haga crecer en representación en la Asamblea Regional -apenas dos parlamentarios-. La otra gran baza, tener a Iglesias en el Gobierno, de momento no ha dado beneficios electorales a juzgar por la experiencia gallega-vasca.
Ciudadanos alimenta la esperanza de obtener el sexto diputado, que sería naranja y le permitiría contar con dos representantes en el Parlamento vasco (los otros cuatro son del PP). Pero Galicia y País Vasco son dos muestras del largo camino que tiene que recorrer la formación liberal en su llamada 'operación remontada' tras el varapalo del 10N de 2019. No son territorios propicios para Ciudadanos, pero las urnas han castigado una alianza con el PP, toda una advertencia para una formación que gobierna con los populares en cuatro regiones. Inés Arrimadas, que ha centrado parte de la actualidad política con sus acuerdos con Sánchez, distanciándose de la última era de vetos de Albert Rivera, no ha conseguido hasta la fecha capitalizar ese protagonismo. Y Ciudadanos es un partido que en la Región de Murcia depende mucho del tirón nacional.
Vox se trae un 'alegrón' del escaño por Álava en una campaña marcada, para ellos, por sus denuncias "por las condiciones con la que afrontaron" la carrera electoral. Ninguno de los dos escenarios son comparables con Murcia, donde sus ideas sí calan y donde las encuestas pronostican un avance a pesar de sufrir su mayor crisis interna, pero la cita gallega-vasca deja una moraleja: un PP fuerte echa por tierra cualquier opción para Vox. Dirigentes como Núñez Feijóo son precisamente el mayor antídoto contra el auge del partido de Santiago Abascal. Y, en cambio, un PP débil, como es el vasco, sí concede oportunidades para Vox.