MURCIA. Murcia se convirtió, casi de la noche a la mañana, en el ojito derecho de Vox. La formación que lidera Santiago Abascal descubrió en la Región su territorio fetiche, la tierra que más aplausos dedicaba a sus discursos cuando Vox pugnaba por entrar en las instituciones. Vistalegre lo cambió todo: el partido se colaba en la primera línea de la política, un escaparate que ya no abandonaría. El fulgurante ascenso encontró en la capital del Segura uno de sus mejores altavoces. Cada mitin de Abascal se traducía en un éxito de afluencia; los recintos se quedaban pequeños cada vez que celebraban un acto. La prueba de que las ideas de Vox calaron en la Comunidad como en ninguna otra se demostró en las elecciones de abril de 2019: 143.000 votos murcianos. Pero no era nada comparado con lo que iba a suceder sólo seis meses después: victoria en la circunscripción de Murcia, con 200.000 apoyos y el 28% de los sufragios. Vox dio la campanada y pintó de verde a la Región en el mapa político de España.
Medio año después de alcanzar la gloria en las urnas, el partido afronta su momento más agrio, inmerso en su mayor crisis interna. Vox se encuentra resquebrajado entre el aparato –su dirección nacional y regional- y el grupo parlamentario. Ambas facciones trazan caminos diferentes a pesar de que defienden las mismas ideas políticas. La historia pone de manifiesto que es un trance que suele afectar a todas las formaciones jóvenes en sus primeros pasos. "Casi me dan pena, porque nosotros también hemos pasado por esas cosas antes", cuenta un dirigente de Ciudadanos, un partido que emergió en 2015 y que sufrió turbulencias en sus inicios. En el PP manifiestan públicamente su tristeza por esta situación, aunque pocos se la creen: a nadie se le escapa que este escenario beneficia a los populares dado que Vox es un rival directo en su espectro electoral.
El conflicto estalló el pasado 20 de mayo. El Comité de Garantías –un órgano nacional- ordenaba la suspensión cautelar de militancia y representación de los diputados en la Asamblea Regional Juan José Liarte (portavoz parlamentario), Francisco José Carrera (secretario de Mesa en la Cámara) y Mábel Campuzano. Vox les abría un expediente "por decidir unilateralmente el despido de cuatro trabajadores de su grupo parlamentario y quitar como titulares de las cuentas de este grupo a dirigentes nacionales". Los tres expedientados afirmaron actuar "escrupulosamente" y reclamaron un ‘cara a cara’ con el propio Abascal para ser escuchados. Incluso amenazaron con recurrir a los juzgados, si hiciera falta. Un día después, José Ángel Antelo –presidente de la gestora provincial- y Luis Gestoso –diputado en el Congreso y muy cercano al líder nacional- se desplazaron a la Asamblea para solicitar la disolución del grupo parlamentario.
Sin embargo, la Asamblea desestimó la petición al no encontrar razones para deshacer el grupo. La pelota saltaba al tejado de los tres parlamentarios suspendidos y ellos decidieron permanecer en el mismo sitio, manteniendo el acta con las siglas de Vox. Uno de ellos, Francisco José Carrera, festejaba la noticia exhibiendo en Twitter el artículo 1 de la Constitución española: "España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político". Los tres expedientados emitieron un comunicado interno, con el membrete del grupo parlamentario, y evidenciaban su enfrentamiento con el partido: "La Mesa de la Asamblea no ha admitido a trámite y deja sin efectos las medidas exigidas por el presidente de la gestora de Vox en Murcia y el diputado nacional Luis Gestoso". Curioso: no mencionaron el nombre de Antelo, pero sí el de Gestoso.
La nota fue rápidamente contestada por la dirección. "Ese comunicado no está autorizado por el partido". El aparato reaccionaba y tomaba el mando de la cuenta en redes de Vox en la Asamblea. "Desde Vox en la Región nos desvinculamos de todas y cada una de las palabras u opiniones de los diputados regionales expulsados por la dirección nacional", tuiteaban. "El único representante es Pascual Salvador", añadían. Salvador, que dirigió la formación en la Región entre junio de 2018 y noviembre de 2019, se mantuvo al margen de la polémica y ha sido el único diputado regional que mantiene intacta la confianza de la cúpula nacional. Ese mismo día, el Parlamento autonómico acogía la sesión de control al Gobierno. Juan José Liarte participó en el turno de la mañana y Carrera se sentó en su puesto de la Mesa; ambos lucieron en la solapa el pin de Vox. Por la tarde asistió Campuzano, aunque no intervino pues su grupo no registró preguntas para el presidente del Ejecutivo regional. La Cámara tiene limitada la presencia de diputados para garantizar la distancia de seguridad mínima.
"Problemas en Vox no hay ninguno", defendía Luis Gestoso, en declaraciones a La 7 TV. "No hay problema más allá de tres personas que creyeron que el partido era suyo y que podían hacer lo que les daba la gana. Actuaron con absoluta deslealtad", recriminaba. "Aquí lo único que pasa es que [los tres expedientados] no encuentran la puerta de salida", agregaba. El diputado en las Cortes Generales acusó además a los tres diputados de desempeñar "una baja actividad" en la Cámara regional y aventuró que a partir de ahora van a hacer "las cosas mejor" con el único parlamentario que sí reconocen. Gestoso también pedía disculpas "a la gente por este espectáculo". "Pero los vamos a compensar", apostillaba.
Los tres dirigentes suspendidos formaban parte del partido desde sus orígenes, cuando la formación era desconocida e irrelevante y las visitas de Abascal a Murcia apenas congregaban a treinta fieles. Están convencidos de que actuaron con arreglo a los estatutos. "Tengo los papeles para demostrarlo", aseguraba Liarte a Murcia Plaza el mismo día que conocía su suspensión. Sostiene que "Madrid no conoce bien" las denuncias que, asevera, han interpuesto por "irregularidades detectadas" en el seno del grupo parlamentario. "Cuando Presidencia, o sea, Santiago Abascal, vea la documentación y sepa lo que ha ocurrido, verá que es un error", manifestaba a este diario.
Así las cosas, los expedientados confían en solucionar el conflicto y han recurrido al Comité de Garantías, que deberá pronunciarse. No obstante, Javier Ortega Smith, mano derecha de Abascal, ya dejó clara su opinión al respecto: "Esta gente ha intentado montar un partido político propio", expresaba a La Verdad. "El chantaje no funciona en Vox".
Este caso no es el único frente abierto en Vox. El nombramiento de Antelo como nuevo portavoz municipal en Murcia, bendecido por Abascal y Smith, ha causado malestar en cierto sector de las bases, que no han visto con buenos ojos el cambio de piezas, como así apuntan fuentes cercanas a Murcia Plaza. "No entendemos que quiera hacerse con el control". El exjugador de baloncesto fue uno de los fichajes de la formación para las elecciones –concurrió como número tres- y en noviembre ya fue desginado como portavoz de la gestora. En aquella fecha, la dirección nacional deshizo la cúpula regional para iniciar la renovación interna.
La grieta abierta en Vox, pese a todo, no parece afectar a sus movilizaciones ni a sus apoyos. Esta fuerza política, aunque actúa como un socio clave para el Ejecutivo regional, es ante todo una formación que bebe mucho de la actualidad nacional. La caravana de manifestantes que recorrió las calles criticando al Gobierno de España se saldó en Murcia con "un éxito", en palabras de sus dirigentes. Aquel día también estuvieron presentes los tres diputados de la discordia, portando sus banderas y sus cánticos contra Pedro Sánchez. Ellos pregonan que siguen sintiendo los colores del partido. "Somos de Vox y siempre seremos de Vox". El partido, sin embargo, no los quiere.