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sin expectativas ni soluciones

Un verano sin chiringuitos en La Manga: los dueños hacen números y no salen las cuentas

29/04/2020 - 

CARTAGENA. En este mundo del revés en el que estamos sumidos desde hace 47 días, todo lo que antes nos parecería de locos, ahora es ya normal. Lo que el pasado 8 de marzo se hubiera justificado como una distopía, ahora lo asumimos como lógico, comprensible y asumible

Quién nos iba a decir a nosotros que nos plantearíamos un escenario para este verano de una playa, cualquier playa, sin chiringuitos. Pues sí, son los propietarios los que empiezan a asumir que no podrán abrir, unos por unos motivos y otros por otros. Lo que dice, a 29 de abril, el hostelero es que es muy difícil, por no decir imposible, montar el bar y la terraza sobre la arena de La Manga cuando llegue el calor. 

Hasta 32 puntos autorizables para instalación de chiringuitos hay en la zona del Mar Menor y La Manga correspondientes al término municipal de Cartagena y otros 10 más en la zona oeste -El Portús, la Azohía, Isla Plana y Playa del Corral-, que valoran si el negocio es rentable cuando la inversión es mayúscula y las expectativas son más bien pocas.

Cuando todo está por hacer, los empresarios no tienen posibilidad de esperar a verlas venir, de ahí que necesiten tomar decisiones, ante la falta de éstas por parte de las administraciones locales, regionales o estatales. Piden soluciones y se encuentran, según ellos mismos afirman, incertidumbre y, por tanto, angustia al futuro que les espera.

No obstante, algunos ya empiezan a verlo claro y no van a aguardar demasiado. Así piensa Pedro Conesa, propietario de dos chiringuitos en el Mar Menor junto a Manuel Madrid: Pata Palo Sunset, ubicado en la playa Alemanes y El Sabinar Playa, en Islas Menores. El periodista, reconvertido a hostelero desde hace unos pocos años, explica a Murcia Plaza, que un chiringuito no presenta las mismas condiciones para trabajar y atender a la clientela que un bar o un restaurante. Y pone como ejemplo las tapas y los platos para compartir. "Si ponemos un cubo con quintos de cerveza, unas patatas fritas, unos frutos secos, que no son raciones individuales, no cumplimos con las medidas higiénico sanitarias que deberíamos, por lo que, nada más empeza,r nos encontramos con un servicio con un gran déficit estructural".

"¿Pero cómo vamos a estar sirviendo en pleno verano con la mascarilla puesta y con guantes?", apostilla, por su parte, Angel Sánchez, uno de los propietarios del chiringuito La Cangreja, en plena playa del Galúa y como el de Conesa, uno de los más conocidos por los veraneantes de La Manga.

"No tiene sentido que abramos si estamos hablando de mantener la responsabilidad sanitaria máxima. ¿Cómo vas a acotar los espacios en la playa? ¿como se va a limitar el uso?", se pregunta Sánchez, quien cree que serán finalmente las autoridades las que no darán los correspondientes permisos de apertura. "Nosotros nos hemos hecho a la idea de no montar el chiringuito", y prosigue "si fueran responsables no darían concesiones y las dejarían para 2021, aplicando ayudas al sector".

Los primeros que han decidido no subir la persiana ha sido el colectivo hostelero de chiringuitos de Barcelona. Considera que abrir a mitad de temporada -por las recomendaciones del Gobierno, no podrían operar hasta mitad de julio- y, además, con la reducción del aforo, la actividad no les saldría rentable, teniendo en cuenta el pago que efectúan por la licencia.

"Aunque nos saliera gratis estar en la playa, la opción es inviable", añade el dueño de Pata Palo Sunset. "Tienes que limitar el aforo, no puedes servir en la barra. Montar un local así no es barato", incide el hostelero. "No tenemos la posibilidad de dejarlo instalado todo el año como ocurre en otros sitios", dice el propietario de La Cangreja, que lleva sirviendo tapas, copas y cervezas desde hace seis años en La Manga, "por lo que cada temporada hay que desmantelarlo para volverlo a construir al siguiente. Eso es un coste que no baja de los 5.000 euros cada temporada".

Afirma Conesa que estos días se han puesto en contacto el grupo de hosteleros dueños de chiringuitos de esta zona costera y que la opinión es mayoritariamente no abrir. "Como no sabemos qué exigen y cómo lo exigen, hay opiniones para todo, pero hemos detectado que la gran parte de los dueños no quiere poner en marcha el negocio. Es verdad que algunos lo apuestan todo para la temporada estival, por lo que quizá algunos no tengan más remedio que, en el caso de que concedan las licencias, abrir con esos condicionantes".

Entonces, ¿cuál es la mejor propuesta, cerrar y esperar? "Yo pienso que sí", dice Sánchez, de La Cangreja. Este 2020 es el último año de las licencias que tienen los chiringuitos concedidas cada cuatro años, por lo que piensa que una buena decisión sería ya prorrogar por otros cuatro años más esas licencias para eliminar la angustia del futuro que está por llegar. "Llevamos dos años muy malos. La DANA, las playas cerradas en septiembre pasado por los cientos de atunes muertos y ahora el virus. Todo ha ido sumando para no levantar cabeza".

El pasado lunes, tras la petición de los empresarios de que se dé una solución a los chiringuitos, que se ven obligados a abonar un canon a pesar de que, de momento, no saben cuándo ni cómo podrán abrir al público, la alcaldesa de Cartagena explicaba que se va a solicitar a Costas que se amplíe la concesión un año más para compensar las pérdidas que puedan tener en este ejercicio y que se les permita abrir este año cuando se levanten las medidas de control.

"Algunos empresarios puede que se la jueguen y abran, otros no nos complicamos la vida", puntualiza el dueño del Pata Palo Sunset. "Si podemos hacer algo sería a partir de julio, por lo que ya habríamos perdido gran parte de los ingresos que llegan desde marzo. Además, si tengo que adoptar medidas drásticas, prefiero hacer la inversión en mi establecimiento hostelero abierto todo el año, porque aquí será solo provisional y poco rentable meter el dinero para acondicionarlo".

"Necesitamos información para tomar decisiones. Está claro, por lo que vemos cada día que pasa, que ninguna administración pública nos va a solucionar el problema", dice Angel Sánchez, que pide, como el resto de propietarios de chiringuitos, que por lo menos no generen confusión.

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