CARTAGENA. La empresa Tecopsa asumirá la construcción de uno de los grandes proyectos que la Autoridad Portuaria de Cartagena tiene en sus previsiones a medio plazo, el nuevo edificio administrativo de Santa Lucía. La empresa constructora se encargará del encargo tras adjudicarse la licitación por un valor de 9 millones de euros y después de imponerse a otras ocho mercantiles (Acciona Construcción, Continental Obras y Mantenimiento, Etosa, Elsamex de Gestión-Abaco Levante-Construcciones La Vid-Rebogar Obras, González Soto, Obrascón Huarte Lain (OHLA), Servimar) que han pujado por esta gran intervención en el entorno de Santa Lucía y que promete, según el director del proyecto, cambiar el espacio urbano de la zona.
El edificio administrativo de la Autoridad Portuaria situado en el Paseo del Muelle 12 de Santa Lucía (Muelle de Santiago), es el afectado por este proyecto al quedarse dichas instalaciones "obsoletas", no tanto por lo antiguo del conjunto sino por lo ineficaz de la actual construcción. Por ello la APC se ha planteado realizar una remodelación o reconstrucción de las instalaciones, en la línea emprendida por este organismo, "para ordenar y mejorar el frente marítimo".
Recuerdan en el proyecto de asistencia técnica que el complejo actual está formado por diferentes edificaciones que se han ido agregando en base a las necesidades que la actividad portuaria iba demandando en el tiempo. Sobre una edificación o nave taller se han ido solapando y ampliando diferentes construcciones que han permitido mantener una creciente actividad portuaria. Las principales funciones desarrolladas en estas instalaciones son: labores de Control Portuario, Cruz Roja, Policía Portuaria, Guardia Civil del Mar, Frontex, Sasemar, Geas, sindicatos, aulas de formación e informática, oficinas y despachos, marinería, talleres, almacenes, archivo, aparcamiento de vehículos al aire libre, etc.
Todas estas actividades ocupan diferentes edificaciones desperdigadas por la parcela de algo más de 11.000 metros cuadrados. Las mismas se han ido "solapando" a la edificación original mediante añadidos y ampliaciones de resultado estético poco adecuado. Diferentes intervenciones en el tiempo han derivado en un edificio que presenta distintos materiales en su fábrica, con diferentes acabados en texturas y colores.
Sin embargo, ese "caos arquitectónico" no sólo afecta a la cuestión constructiva. Difícil es conseguir organizar un edificio, complejo en su función, que ha crecido según las necesidades, sin que se vea mermado su orden interno. El espacio interior no es diáfano ni fluido. Las circulaciones son laberínticas y no permiten conectar las diferentes áreas o secciones.
Se encuentran zonas interiores como circulaciones y espacios que no poseen luz ni ventilación natural. Es el resultado de implementar a un edificio existente nuevos usos introducidos de manera forzada. Afirman los arquitectos que es un conjunto edificatorio heterogéneo, variopinto e inconexo. "Si a todo lo anterior añadimos que las instalaciones actuales están obsoletas, que la normativa actual no se cumple en cuanto a las determinaciones del CTE, o que determinadas labores portuarias que tienen su base en las actuales instalaciones van a ser derivadas a otros edificios o instalaciones en un futuro a corto o medio plazo (como por ejemplo la cruz roja del mar), concluimos que el actual contenedor está agotado en su actual formato. La suma de todas estas circunstancias nos lleva irrevocablemente a tomar una contundente decisión: la necesidad de crear otro contenedor que resuelva lo que el actual edificio, ya amortizado, no es capaz de resolver".
El mismo caótico resultado se produce en el espacio urbano que ocupa esta instalación. La edificación actual, cúmulo de diferentes construcciones y sucesivas ampliaciones, no participa del marco privilegiado en el que se ubica. Constituye un "amasijo" edificatorio insípido, anodino. Pasa por este escenario de "puntillas", sin implicarse con la ciudad.
La propuesta técnica presentada aborda por tanto un doble frente: la necesidad de actualizar y modernizar sus instalaciones y edificios; y la urgencia de intervenir en la ordenación de este espacio urbano. No sólo por razones obvias para la mejora funcional de las actividades que allí se llevan a cabo. Existe otra razón de interés para la ciudad, que parece primordial, y es aprovechar la ocasión para potenciar el frente urbano desde un punto de vista estético y de disfrute y uso del ciudadano. El proyecto presentado propone abrir y conectar este espacio urbano, hasta ahora de uso exclusivamente privado, con el espacio público, sin solución de continuidad.
El edificio proyectado no sólo es más ordenado, más compacto, al aglutinar todas las funciones actualmente dispersas por la parcela, sino que es más reducido en dimensiones (cerca de 9.000 metros cuadrados menos). Esta afirmación tiene que ver con la intención inicial del proyectista de diseñar un edificio más respetuoso con el entorno, con el lugar donde se asienta, cuyas privilegiadas vistas pueden ser disfrutadas por las edificaciones circundantes, al verse reducido el volumen edificado en esta parcela.
Se proyecta un único edificio donde se alojan todas las actividades de forma ordenada. La propuesta plantea la eliminación de todas las construcciones que aparecen desperdigadas por el recinto, como son; el edificio de control, la nave taller, almacenes, oficinas, marquesinas para coches, vallado, edificio sindicatos, etc. Se propone eliminar el actual C.T. y trasladarlo al sótano del edificio propuesto.
Se consigue así ordenar el nuevo espacio, unificando los usos en un único edificio, con un añadido de interés urbano, ya que son eliminados los actuales límites o barreras físicas de la parcela, permitiendo la permeabilidad de uso al ciudadano para que este se aproxime hasta el propio cantil del muelle, de manera similar a como se experimenta unas decenas de metros antes, cuando el ciudadano pasea frente al museo ARQUA o al auditorio El Batel. Quedando este nuevo edificio integrado en ese paseo arquitectónico que tanto carácter da a este frente marítimo, difícil de igualar por otras ciudades.
El edificio se proyecta desde criterios de respeto al paisaje urbano y de respeto a las edificaciones residenciales próximas de Santa Lucía. Lo que podría entenderse como una oportunidad para reordenar este rincón de la ciudad que configura, de facto, uno de los extremos del actual arco portuario en su vertiente de levante, el cual se inicia en la dársena de botes en la zona de poniente. Uno de los propósitos perseguidos es el de mejorar la calidad de vida de las personas que habitan los edificios residenciales próximos (mejorando la visión que estos tienen sobre el paisaje, por ejemplo), con lo cual se mejora, de paso, la calidad espacial del barrio, pero también la calidad de vida de los transeúntes que, cada vez más, utilizan este recorrido para pasear o hacer deporte.
Para ello se aplica una reducción considerable de los parámetros urbanísticos edificatorios actuales, sobre todo los referentes al volumen (edificabilidad) y superficie construida, así como el parámetro de altura de edificación.
De hecho, de acuerdo con la volumetría, la edificación propuesta tendría una ocupación en el entorno del 20% (cuando la normativa permite llegar hasta el 50%) y un volumen construido por debajo de los 20.000 m3, (cuando la normativa del plan general vigente permite llegar hasta 22.100 m3). Hay que destacar que los valores asignados para este nuevo edificio están también por debajo de los que actualmente se pueden deducir de la suma de las edificaciones existentes. En cualquier caso, supone una reducción de suelo edificado.
La nueva sede apuesta por la accesibilidad y la sostenibilidad, tal y como explican desde la APC, con una mejora de la eficiencia energética que supondrá un beneficio para el medio ambiente y un ahorro importante, cumpliendo nuestro compromiso por la sostenibilidad dentro de los objetivos de Desarrollo Sostenible.
Es, por tanto, "uno de los espacios con más carácter de la dársena del puerto de Cartagena", explica José María Chacón, arquitecto que ha llevado a cabo el proyecto del edificio. "Así lo entenderían, sin duda, el ciudadano, el visitante y el habitante de este castizo barrio", apostilla. Pero sobre todo no puede dejar indiferente al técnico que debe "reinventar" el lugar donde acoplar la nueva pieza. "Nos encontraremos ante un reto que también es una oportunidad. Una oportunidad para hacer mejor ciudad desde una mejor arquitectura. Lo que repercutirá sobre la calidad de vida de los habitantes del barrio", subraya.