MURCIA. "No voy a vivir lo suficiente para escribir todas las historias que quiero contar". Es una de las certezas que el paso del tiempo ha dejado en Arturo Pérez-Reverte, quien este jueves ha presentado en Murcia su última novela El italiano. Y es que este "escritor feliz" asegura que "las historias están ahí y van conmigo", pero a estas alturas de la película "tengo que elegir con mucho cuidado, porque no puedo equivocarme o, por lo menos, debo hacerlo poco. No tendré tiempo y sé que muchas van a morir". "La parte más amarga de mi oficio es descartar historias que me gustaría escribir; es difícil decidir cuáles vivirán y cuáles morirán", explica el cartagenero, quien cuenta que "ahora mismo tengo en la cabeza una docena que podrían ser buenas". La que sí que está ya viva y coleando en las librerías es la de El italiano, que Pérez-Reverte llevaba consigo desde un episodio de la II Guerra Mundial que su padre le contó cuando era un niño.
"Mi padre habría sonreído al leer esta novela", imagina durante su presentación en Las Claras de la Fundación Cajamurcia el escritor, quien señala que "vamos por la vida sembrando y él aquel día dejó en mí la semilla de esta historia". Fue cuando le llevó a ver con once años, en Cartagena, la película Su mejor enemigo, de Alberto Sordi, donde "los italianos quedan fatal, como siempre". A la salida, su padre le aseguró que no se dejara engañar, que estos habían sido soldados aguerridos y valerosos.
Así, El italiano es una novela de guerra -sobre los buzos de combate italianos que atacaban barcos aliados en Gibraltar y la bahía de Algeciras-, pero también de amor y de un Mediterráneo que "es patria y regreso". Sobre el amor, dice Pérez-Reverte, que "nunca es un final feliz", ya que el tiempo lo pone en su sitio. Por eso, hasta ahora, sus historias siempre quedaban "abiertas" para que fueran completadas por el lector. Sin embargo, en El italiano ofrece un final cerrado a través de una mirada al pasado.
Y es precisamente la mirada de la protagonista la que convierte en héroe al buzo italiano protagonista de la novela, "un tipo normal y poco interesante intelectualmente, que si no llega a ser por los ojos de ella hubiera sido un soldadito más". Este cambio de rumbo es atribuido por el autor a que "me hago mayor" (pronto cumplirá los 70) y ya puede echar la vista atrás y saber cómo acaba el amor y otras muchas cosas. "Me beneficio de la lucidez de los años, ya puedo sacar conclusiones. Tengo más certezas y soy más sabio. Soy un escritor más sereno que puede contar historias menos inciertas", afirma el autor, quien estuvo acompañado durante el acto por Pascual Martínez, director de la Fundación Cajamurcia, y el catedrático José María Pozuelo Yvancos.
No obstante, asegura el cartagenero que es "más divertido" escribir desde la intuición. "Hay certezas que me gustaría no tener, lecciones que me gustaría no haber aprendido. Cuando era joven e iba con mi mochila tenía más fe en las personas, en la sociedad, en el amor...". Pero luego llegaron las decepciones que, dice, le han hecho moverse "en un escepticismo hacia la naturaleza humana, porque ahora conozco mejor al hombre".
Preguntado por si tiene algún proyecto en la Región de Murcia, Pérez-Reverte contesta que "no tengo un compromiso con nada, soy un escritor libre". Añade que "no le debo nada literariamente a esta tierra, no más que a Madrid u otros lugares en los que he estado", aunque inevitablemente en su obra "afloran las experiencias personales y los recuerdos". Así, y aunque sus raíces están presentes en muchas de sus novelas, principalmente en su relación con el mar, afirma que "no soy un narrador local".
Respecto a estos tiempos que nos ha tocado vivir con una pandemia mundial, el escritor cartagenero está convencido de que "el mundo es un lugar incierto lleno de trampas peligrosas. Hemos olvidado la peligrosidad del mundo, pero esto ya había ocurrido antes". En este sentido, añade que "están mejor preparados para afrontar las catástrofes quienes ya las han vivido". Es por eso que para él, que ha estado como reportero de guerra en "lugares no demasiado cómodos", no ha sido una catástrofe tan grande como para otros, "porque yo sabía que estas cosas ocurren, pero el mundo lo había olvidado. Pensábamos que estábamos en una trinchera de algodón a salvo de todo y hemos visto que no, que el ser humano vive en un territorio hostil peligroso".
Insiste en que vivir y leer preparan para afrontar y no ignorar estas situaciones. "Ha habido catástrofes siempre y las seguirá habiendo. Nuestro abuelos sabían que el ser humano es vulnerable, pero nosostros nos hemos creído inmortales; esa es la gran lección de la pandemia, que el Cosmo golpea, que no tiene piedad ni semtimientos".
"Los escritores tenemos fecha de caducidad como los yogures. No hay nada más triste que un escritor que está muerto y no lo sabe. Y de esos hay muchos", responde Pérez-Reverte sobre cuánto tiempo seguirá escribiendo. "Soy un lector que accidentamente escribe novelas, sigo teniendo la necesidad de estar aprendiendo siempre de los libros. Esa actitud de cazador vigilante es la que mantiene vivo al escritor", comenta el académico, quien compara la sensación del acto de leer "con la espera de una mañana de Reyes".
"Para mí, escribir una novela es una aventura, no es rutina, soy un escritor feliz, que disfruta con todo el proceso, especialmente con la fase de documentación, que es casi la más deliciosa. No sufro ante una hoja en blanco, me lo paso bien. Es como cuando jugabas de niño imaginando los personajes de una película de piratas; te disfrazas de los personajes y es como un juego", comenta el escritor, quien se considera "muy afortunado", aunque también haya momentos duros, "como en cualquier trabajo".
El autor de El italiano, que ya están en conversaciones para ser llevada al cine, también tuvo unas palabras para el Mar Menor durante la presentación de la novela, tildando de "disparate" lo acontecido en la laguna durante todos estos años, "fruto de la ambición y la estupidez, además de la dejación de las autoridades". Y sobre la polémica del Premio Planeta, obtenido bajo pseudónimo femenino por tres escritores (uno de ellos murciano), responde: "No sé de qué me habla, no he leído nada de Carmen Mola".