MURCIA (EFE). "Las revoluciones terminan siempre con un Daniel Ortega en su finca, lo que no significa que no haya que hacerlas", ha asegurado este lunes el escritor cartagenero Arturo Pérez-Reverte, que dedica su última novela, Revolución, a la vivida en México en tiempos de Emiliano Zapata y Pancho Villa.
Una novela, publicada por Alfaguara, que ha tardado un año y medio en escribir pero que es "el resultado de toda una vida", ha explicado Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) en la rueda de prensa de presentación de la obra en Madrid, que sale ahora a la venta en España y Latinoamérica y lo hará en Estados Unidos en español el próximo 8 de noviembre.
Con este libro vuelve a México donde ambientó también La reina del sur (2002), un país que le parece "extraordinario" como escritor, según ha explicado el autor y miembro de la Real Academia Española, que recupera en esta obra los acontecimientos que sacudieron la república mexicana en el primer tercio del siglo XX.
En su labor como reportero de guerra durante más de 21 años vivió muchas revoluciones "y por lo general las pierden quienes las hacen", ha indicado.
Y explica que todas las revoluciones son violentas porque una pacífica es muy raro que salga adelante, aunque haya algunas. "Pero una vez hechas, por lo general -lo he visto- quien sale a la calle, quien da la cara, quien pelea, vierte la sangre, se la juega y se destroza la vida por cambiar el mundo…, cuando termina todo, entonces llega el otro, el que estaba detrás o el que no estaba y dice, apártate que ya me encargo yo de gestionar esto".
"Y casi todas terminan en esto… tengo esa melancolía de que las revoluciones terminan siempre con un Daniel Ortega en su finca. Y eso es muy triste", ha recalcado el escritor.
Su novela está protagonizada por Martín Garret, un joven ingeniero de minas español, que se incorpora de manera casual al ejército de Pancho Villa e inicia un camino de madurez, un personaje al que Pérez-Reverte ha dado su "mirada" ante el mundo.
En este caso la novela "recorre un poso de melancolía al ver tanta sangre y sufrimiento para que veamos lo que es México ahora: la injusticia sigue, el caciquismo sigue, la humillación, la tristeza sigue...el haber visto esas cosas hace que uno no se haga muchas ilusiones sobre las grandes palabras revolucionarias. Lo que pasa es que esta novela el protagonista no es un revolucionario, él no cree en la revolución", que es para él una buena escuela.
No es una novela histórica, asegura, ya que sus libros, incluso los del capitán Alatriste, son siempre "falsamente" históricos, pues aprovecha la historia como una recreación y un pretexto para entender mejor el presente.
"Una novela actual me parece vulgar, porque el tiempo es vulgar", dice el escritor en referencia a la actualidad.
En su historia tienen un papel destacado tres mujeres, una joven de familia acaudalada, una periodista norteamericana y una guerrillera, explica Pérez-Reverte, que cree que "la presencia de una mujer en la vida de un hombre le hace progresar muchísimo": "sin la presencia de la mujer, sin la mirada de la mujer, el hombre nunca da los pasos completos", sostiene.
Se considera un escritor "honrado" porque no trata de congraciarse con el mundo que ve ahora sino contar el que ha visto en sus cerca de 71 años y explica que hay cosas que le gustaría "no ver ni imaginar" pero que "la experiencia de veterano es como es", aunque reconoce que tiene muy acusado "el sentido del desastre".
Pérez-Reverte, con más de 20 millones de lectores en todo el mundo, se encuentra ya a la mitad de otra novela porque no tiene "agonía creativa". Y relata que se pasó ayer la tarde intentando explicar al traductor al chino de su novela Línea de fuego lo que significan expresiones como "por mis cojones" o "vete a mamarla a Parla".
"Un novelista como yo es un cazador" que va por la vida recogiendo historias y "echándolas en el zurrón", ha explicado Pérez-Reverte, para quien los escritores que dejan "de mirar" están muertos. Hay muchos novelistas que están muertos y no lo saben", ha dicho el autor.