CARTAGENA (EFE). La escritora y editora madrileña Paloma Muiña ha reivindicado la necesidad de "llamar la atención sobre lo bueno" y sobre los "héroes que nos rodean a diario" para poner en valor la parte positiva de las actuaciones individuales, ya que, en su opinión, "la bondad es contagiosa". La autora ha hecho esa reflexión en una entrevista en Cartagena, donde este miércoles 10 de abril participa en varios encuentros presenciales con jóvenes lectores de su novela Se buscan héroes, una de las tres finalistas del proyecto Mandarache de fomento de la lectura que organiza el Ayuntamiento de la ciudad.
En este caso, la obra de Muiña ha sido seleccionada en la sección para adolescentes, de 12 a 14 años, de los Premios Hache, en los que compite con la novela Jeans, de Mónica Rodríguez, y el cómic El meteorito somos nosotros, de Dario Adanti, y que han leído unos 2.300 adolescentes que formarán el jurado que elija al ganador.
"En mis libros siempre hablo de personas, lo que más me interesa del mundo son las personas", ha explicado, y son esas personas que cometen actos heroicos cotidianos las que protagonizan su novela, que parte de una noticia real que leyó en prensa hace años, la convocatoria de un concurso en busca de héroes.
De hecho, Muiña, que es periodista de formación, aunque no ha llegado a ejercer la profesión, asegura que todas las historias que se narran en la novela parten de hechos reales recogidos en prensa: "Normalmente es lo malo lo que nos llama la atención, pero también existen esas noticias positivas, por eso reivindico que llamemos la atención sobre lo bueno", ha subrayado.
En esa línea, defiende que, pese a que "existe una competencia para la literatura como no ha habido jamás", ya que los adolescentes tienen a su alcance multitud de entretenimientos "interesantes, difíciles de superar", cuando un libro cae en sus manos con un tema que les interesa, "la literatura engancha, no puede ser de otro modo".
Lo que la literatura puede ofrecer a los lectores frente a otras formas de pasar el tiempo, ha apuntado, es "el reposo" en un mundo en el que "todo ocurre tan rápido que casi nunca da tiempo a reflexionar".
Además, en su opinión, "los libros son puertas; unos libros te llevan a otros", por lo que, por lo general, cuando los jóvenes se enganchan a la lectura, ya no paran. "Son lectores entregados, miran con lupa, hacen preguntas que ni se te habían pasado por la cabeza, te transmiten ideas que a veces ni siquiera te habías planteado", asegura.
En su caso, dedicarse a la literatura infantil y juvenil ha sido un proceso natural. "Es que me gusta, habla de temas que a mí me interesan y que se dirigen a cabezas y corazones abiertos, a lectores que son receptivos a todo", ha señalado.
En su opinión, "no existe una fórmula" para conectar con el público adolescente más allá de "ser honesta y sincera" y tratar de empatizar con sus sentimientos y su visión del mundo. "Al final, a algunos les gustará lo que escribo y a otros les parecerá un rollo, pero es lo maravilloso de la literatura", ha resumido.
Como escritora, se define "más artesana que artista", algo que puede aplicarse también al oficio de editora, el que considera su verdadera profesión y que define como una labor de coordinación del libro "de principio a fin" del que lo que más le gusta es "el trato con el autor, construir algo juntos, conseguir la mejor versión del libro que otro ha escrito".
Se considera además una "escritora-brújula", que se pone frente a la página en blanco con "una idea un poco borrosa" a la que va dando forma según va avanzando el texto, a diferencia de los autores "mapa", que "parte de un esquema muy específico, de un viaje muy preparado de principio a fin".
Esa forma de escribir, asegura, obliga a hacer muchos cambios y modificaciones, a descartar parte de lo escrito a medida que avanza la historia, eliminar o crear nuevos personajes. "Tenemos en la cabeza más cosas de lo que pensamos, y sacarlas es la magia de escribir", ha concluido.