MURCIA. Como una losa. Así está transcurriendo el mes de octubre en la Región de Murcia. La pandemia del coronavirus golpea con fuerza, exhibiendo su faceta más dura, la de la mortalidad. El ascenso de los fallecimientos evoca los peores momentos de la primera ola y sobre todo deja una certeza irrebatible: el virus nunca ha dejado de ser mortal y nadie está a salvo.
Hasta 40 murcianos han perdido la vida en los primeros 17 días del mes, según las cifras oficiales de la Consejería de Salud. Suponen ya el 15% de todas las víctimas mortales que la pandemia se ha cobrado en tierras murcianas: 257 fallecidos, según el recuento oficial. Y detrás del reguero de cifras diarias queda una lista de nombres, padres, familiares, amigos, que perecen a consecuencia de la covid-19.
Esta semana, para más inri, se ha puesto de manifiesto otra realidad, a veces subestimada: el coronavirus no entiende de edades. El martes y el miércoles se conocía que dos hombres de 40 años perdían la vida. Eran residentes de Torre Pacheco y Jumilla. También fallecía un vecino de Totana de 51 años. A finales de septiembre morían un murciano de 31 años y una jumillana de 39. Estos mazazos advierten de que no es una enfermedad que afecte únicamente a un segmento de la población.
Precisamente esta semana el consejero de Salud, Manuel Villegas, revelaba que algunos de los fallecidos no estaban catalogados como factor de riesgo. "La enfermedad es así. Ninguna persona está a salvo", aseveraba al tiempo que explicaba que la patología puede afectar mortalmente a la población joven.
Octubre todavía se encuentra lejos del peor mes que ha conocido la Región: en abril fenecieron 90 murcianos. Los momentos más cruentos llegaron en Semana Santa, cuando las muertes se sucedían a diario. El lunes santo, 6 de abril, quedó en los registros como la jornada más negra de la pandemia en la Región, con diez fallecimientos.
A menudo se escucha que la primera ola del coronavirus pasó inadvertida en la Región. Si se compara con la alta incidencia que se está viviendo en estos días, la reflexión se ajusta en cuanto a los contagios (hubo unos 4.000 infectados entre marzo y julio frente a los 23.000 positivos detectados entre agosto y octubre), pero no se corresponde con la verdad en la mortalidad. Una prueba de ello es el homenaje celebrado, el pasado mes de julio, en la Plaza Cardenal Belluga, donde se colocaron 151 velas por cada una de las vidas que, en ese momento, había segado la covid-19 en la Comunidad.