MURCIA. Hay un momento en la noche en el que todo está en silencio, en el que las ideas se asientan y el mundo pareciera que se detiene. Este espacio de tiempo, que establece una frontera invisible entre el crepúsculo y el amacecer, está cargado de las expectativas que trae consigo un nuevo día... pero, mientras tanto, ofrece un estado de recogimiento cuya paz no es perturbada por ningún sonido. Los animales también duermen. Ese momento se llama Conticinio, un término poco utilizado -y que hasta cuesta un poco pronunciar- con el que el artista ceheginero Nicolás de Maya ha bautizado la exposición que muestra en la Sala Verónicas de Murcia, la iglesia desacralizada que se ha convertido en el 'buque insignia' del arte contemporáneo en la Región.
Conticinio es una exposición que el artista ha realizado específicamente para el espacio, "como no podía ser de otra forma tratándose de Verónicas", un espacio difícil como reconocen todos los que se enfrentan a él, pero con una posibilidades inmensas si se consigue integrar la arquitectura en la propia muestra. Tan retadora es la sala que Nicolás de Maya cuenta que desde que la visitó para estudiar el espacio, "me puse a trabajar convulsamente, al límite, sin salir. Para mí este año no ha existido la Semana Santa. Ha sido un proceso muy intenso y muy inspirador".
Para esta muestra, comisariada por Sema D´Acosta, el artista ha preparado cuadros de gran formato, en el que su estilo hiperrealista se encuentra en el límite de la abstracción, además de impactantes y sorprendentes instalaciones. Todo ello gira alrededor y profundiza en cuestiones relacionadas con la identidad de la Región de Murcia, a través del territorio, las tradiciones y la religión. Y es que el pintor de Cehegín -tierra a la que dice que ha tenido la suerte de volver tras ser reconocido internacionalmente- se declara firme defensor del potencial y la riqueza que existe en su Comunidad.
Lo hace creando un ambiente intimista, de recogimiento, cuyo silencio -propio del conticinio y que propicia el pensamiento- solo se rompe por el sonido de una gota que cae y que forma parte de una de las instalaciones (una gran pila roja que puede hacer referencia al vino de la tierra, a la sangre o a una pila bautismal). Para ello, la iluminanción juega un papel fundamental en la exposición.
Los espacios limítrofes y las dicotomías está muy presentes en esta exposición, en cuya zona del altar se muestra un audiovisual con cielos de la Región de Murcia; mientras que a sus pies se encuentra la gran pila que, contrariamente, se muestra ligada a la tierra. Dos cuadros de gran formato y enfrentados muestran, por otro lado, los paisajes de un crepúsculo y un ocaso.
El artista ofrece una cosmovisión de la Región -de lo espiritual hasta lo antropológico- de la que forman parte los atardeceres de La Manga, el característico color rojizo de la comarca del Noreste, el vino autóctono, el cordero segureño (que protagoniza una de las instalaciones) o la Santa Cena de Salzillo. Esta última da pie a la que es la instalación más impactante de Conticinio, creada para el coro bajo, con la representación en blanco de la mesa y sus manjares que, gracias a la iluminación, parecen flotar en la oscuridad del espacio.
La exposición está llena de matices y de símbolos que el pintor prefiere que el espectador vaya descubriendo. Asimismo, espera que la muestra sirva para transmitir su pasión por la Región de Murcia con un arte que considera que pueder ser sanador. "El arte nos salva, por lo menos a mí me ha salvado de todo".
El ICA programa tres exposiciones al año en la Sala Verónicas de reconocidos artistas: uno internacional, otro nacional y otro de la Región. En el caso de Nicolás de Maya se podría decir que confluyen los tres, según apuntó el secretario general de la Consejería de Cultura, Juan Antonio Lorca; quien, no obstante, destacó que el ceheginero "es uno de los nuestro".
La muestra Conticinio se puede visitar hasta el 23 de julio, de martes a sábado, de 10.00 a 14.00 horas y de 17.00 a 21.00 horas, y los domingos y festivos, de 10.00 a 14.00 horas.
