MURCIA. De una inquietud de Manuel y Quique De las Heras nace Lofs, una empresa destinada a la confección de zapatos con una fabricación responsable. Estos hermanos han apostado desde el principio por estrechar los márgenes de beneficio para potenciar la producción local, mejorar la calidad y garantizar los derechos laborales de sus trabajadores. Hoy en día, exportan sus productos a grandes países de Europa y Asia y buscan hacer una entrada triunfal en el mercado español con su revolucionaria zapatilla para estar en casa.
"Teníamos claro que queríamos fabricar en España", comienza explicando Manuel, "lo teníamos claro por un concepto de calidad y por un concepto de derechos laborales. En Lofs nos importan mucho las personas. Para nuestra marca es importante que nuestro cliente sepa que los derechos laborales en el proceso de fabricación están cubiertos".
Así pues, comenzaron su búsqueda de fábricas que cumplieran con los parámetros de proximidad y calidad, lo que acabaron encontrando en Caravaca y Catral. "Podemos estar bastante orgulloso de la calidad murciana", exclama Manuel.
La tentación de deslocalizar la producción también sobrevuela con insistencia a Lofs con varias ofertas sobre la mesa para llevar la confección a países del sudeste asiático. En cualquier caso, ellos se muestran tajantes a la hora de rechazar las ofertas que les surgen porque no es lo que quieren para su marca: "Directamente no entramos a valorarlo".
Sin embargo, aseguran que esta apuesta por la sostenibilidad no es la característica más valorada por los clientes, pues aunque sí admiten que hay un pequeño grupo de personas que acuden a ellos buscando una confección responsable, la mayoría acaban fijándose en el diseño por encima de todo.
En ese sentido, Manuel lamenta que "en España no ha llegado el día en que la producción local o la responsabilidad en la fabricación sean factores decisorios. No es como países escandinavos o Alemania, donde la gente te puede comprar perfectamente por sostenibilidad".
No obstante, también aseguran que el consumidor cada vez es más exigente y que la "transparencia es una obligación de las empresas del siglo XXI", aunque insisten en que "muchas son ambiguas en cuánto a dónde y cómo fabrican sus productos".