MURCIA. Es una de las compositoras con más talento de los últimos años del panorama musical español. Desde Getxo llegó a Madrid y, tras fichar por el sello Sin Anestesia (RLM), congrega ya a casi 500.000 oyentes mensuales en Spotify, lleva varios 'Sold out' (todo vendido) en la gira que llega este viernes 2 de febrero a la sala Musik de Murcia y próximamente montará una 'Fiesta' en Las Ventas de Madrid. Con ella charlamos sobre su próximo trabajo, su recorrido en la música y como le ha cambiado Madrid.
En este 2024 se ha propuesto que no "le jodan la fiesta". ¿Cómo se consigue?
Se consigue con mucha terapia, buenos amigos y entendiendo que en tu vida lo importante no son solo las relaciones sentimentales. Por supuesto que son importantes, pero no son el núcleo de la felicidad.
Tiene ya casi 500.000 oyentes mensuales. En una entrevista de 2022 mencionaban que le seguían más de 200.000. ¿Ha ido todo tan rápido como esperaba?
No lo tengo muy claro. No sabría que decirte. Hay gente que me dice que voy muy despacio y otra que voy a toda velocidad. He decidido que voy trabajando a mi ritmo y las cosas están saliendo de forma natural, de forma muy orgánica.
Últimamente hay muchos artistas que necesitan parar un tiempo. ¿Es difícil saber cuándo estás abarcando demasiado?
Me haces esta pregunta en un momento interesante (risas). La verdad es que estoy intentando pensar que soy joven y que trabajar tanto me estaría pasando en cualquier trabajo que tuviese. Creo que ahora son años en los que hay que apretar mucho porque son momentos determinantes para el resto de tu vida. Así, sin presión lo digo (risas). Estoy trabajando con ilusión, aprovechando todas las oportunidades que me llegan. También me estoy tomando los respiros necesarios. Ahora vengo de estar dos semanas en Vietnam y me ha venido fenomenal. Hay que saber buscar los momentos de menos trabajo e intentar desconectar lo máximo que puedas.
Tu último single habla un poco de no recrearte en la tristeza y de la necesidad de disfrutar y seguir adelante. ¿Qué se necesita para no hundirte?
Es algo que te lo dan los años, el aprendizaje. Es algo que solo puedes hacer tú, no depende de nada externo. Es un momento en el que la cabeza te hace ‘click’ y te das cuenta lo que comentaba antes. No puedes dejar que todo te afecte tanto y que, como dice la canción, vida solo hay una y no hemos venido a pasarlo mal. Es normal que en algún momento caigas, pero muchas veces le damos demasiada importancia a las cosas cuando todo es absolutamente temporal.
¿Su próximo álbum irá por este camino? ¿Será menos romántico, pero más ilusionante?
Mi disco anterior era muy romántico, muy denso. Con mucha historia. En el nuevo disco me he centrado en otras cosas porque la gente cambia. Hay canciones cargadas de mensajes muy optimistas en este segundo álbum. Va a ser un disco muy musical, me he centrado mucho en la parte melódica y de producción. Quitando 'Intemperie', que es la canción más triste, creo que el resto tienen otro tono. Algo que, fíjate, creo que hacía más en mis primeras canciones. Esas eran un poco más como las que estoy haciendo ahora.
¿Cómo de difícil es cantar en directo 'Ya no me joden la fiesta'? Empieza en un tono, pero a mitad del estribillo le introduces como algo de 'metal' en la voz. En directo no debe ser fácil interpretarla.
El otro día la canté en Sevilla por primera vez. Ya cuando la estaba grabando pensé que en directo me iba a costar. Estoy haciendo mucho cardio porque es una canción que tiene mucho desgaste, mucha fuerza y no para. A nivel técnico es una canción bastante complicada de cantar en directo. Ya me acostumbraré (risas).
Hablando de la gira, tienes varios 'sold out' (entre ellos el de Murcia, en la sala Musik, viernes 2 de febrero). ¿Nota que le conoce más la gente?
Sí lo notas. Me doy cuenta de que, cada vez más, me paran por la calle, si estoy de fiesta me viene gente…Me llegan más amigos que me dicen "una amiga me ha pedido que te diga...” (risas). Eso sí que lo voy notando. De unos mese hacia atrás noto que pasa algo a mi alrededor (risas). No sé qué es, pero sí lo noto.
¿Agobia eso?
Es una mezcla de ilusión, porque el reconocimiento de tu trabajo es muy bonito y cuanta más gente te conozca y venga a tus conciertos mejor, pero a la vez tiene consecuencias menos positivas y con las que hay que lidiar. En esos estamos (risas).
¿La gente sabe entender cuando no invadir más de lo adecuado tu espacio?
Tengo mucha suerte porque mi público y mis seguidores son muy respetuosos. He tenido alguna experiencia menos bonita pero también es verdad que me ha ocurrido cuando esa persona iba con alguna copa encima, algo que no ayuda nada. En general tengo mucha suerte en ese sentido.
Hablabas en una entrevista de que Madrid te había ayudado a encontrarte musical y personalmente. ¿Hubiera sido más difícil si te hubieras tenido que quedar en Bilbao?
Creo que hubiese sido algo muy distinto. Probablemente hasta a nivel artístico. Al final creamos un poco en función de lo que tenemos alrededor. Estando en Bilbao me hubiera inspirado en otras cosas. Me hubiese sentido menos libre a nivel creativo. Una parte importante de la vida es cuando te desprendes de tu núcleo familiar, de cosas que son más conocidas para ti y descubres quién eres al margen de lo que te han dado. Eso es lo que me está pasando en Madrid. Me he alejado de lo que he sido toda mi vida y he pensado: "Vale, cuando estoy sola. ¿Quién soy?". Creo que eso ha sido un proceso importante en mi música también.