CARTAGENA. Se suele apelar a grandes gestos, con una gran dotación económica, pero son las pequeñas acciones las que normalmente cambian el mundo. Quizá no el mundo entendido como todo el planeta, pero sí pequeños barrios, pequeños grupos sociales a los que el ascensor social les ha dejado, por diversas circunstancias, en la planta baja. Es entonces donde debe llegar el sector público, no tanto para hacer la vida más asequible, sino para hacerla posible a aquellos a los que les han tocado las peores cartas. Es en este escenario donde La Botica del Libro, Premio Nacional de Fomento de la Lectura 2018, se revela como clave para ayudar a aquellos sectores de la población con menos recursos para acceder a algo tan sencillo y, a la vez, que tanto placer da como la lectura. Está presidida por Marina Campos, fue fundada por Isabel Gallego y Ana Martínez.
Surgida en 2004 a partir de las aulas de educación para adultos en el barrio cartagenero de Lo Campano. “La primera Botica se creó en Lo Campano en el año 2004 a iniciativa del aula de Educación de Adultos. Surgió como un microespacio cultural para luchar contra la exclusión social. Marginación social y cultural son características que podrían definir esta zona de Cartagena con todas las características que podrían clasificar a su población de excluida socialmente. En el año 2006 se extendió al Barrio de José María La puerta con el apoyo del colectivo juvenil y de la asociación de vecinos. Dicho barrio obrero vivía en aquellos momentos un proceso de acogida de población extranjera de varias nacionalidades (Ecuador, Marruecos, Ucrania, Senegal…). Ambas boticas se encuentran situadas en un entorno social con población que necesita ser escuchada y visibilizada. Lugares frontera donde la educación y la cultura se convierten en instrumentos para mejorar el entorno social”, reza el dossier de presentación del proyecto.
Con alrededor de 20 voluntarios, docentes, profesores jubilados y vecinos del barrio, La Botica del Libro es un espacio desde el que se lucha contra la exclusión social con la lectura como vehículo. “Los libros son medicina para el alma. Para nosotros es una medicina social, una forma de luchar contra la exclusión social”, señala una de sus fundadoras, Isabel Gallego. “Es una forma de levantar un muro contra la exclusión, de fomentar la tolerancia. En iniciativas como esta se pone en valor lo público. Lo necesario que son los ayuntamientos, porque sin la ayuda de la concejalía de Cultura esta iniciativa no sería posible”, añade Gallego.
Entre la botica de Lo Campano y la de José María Lapuerta, atienden a cerca de 100 niños. “También atendemos a muchas madres que no han podido leer todo lo que les hubiera gustado. En los últimos años, la concejalía de Juventud nos ha permitido tener también un aula de internet para modernizarnos, que ya tocaba”, afirma Gallego. No dudan desde la Botica del Libro en ensalzar el valor de lo público para poder mantener en pie este tipo de iniciativas. "Económicamente la principal aportación nos viene a través de la concejalía de Servicios Sociales. Cultura nos dota de actividades, además de la mencionada aula de internet, gracias a Juventud. Sin el apoyo de estas tres concejalías, esto no sería posible".
La lectura, tan poco habitual en los adolescentes y niños de España, sirve en este caso como un vehículo para crecer como individuo. “Creo que la escuela no es suficiente para inculcar el hábito de la lectura. Los niños necesitan estar en un espacio en el que se muevan entre libros, que los puedan manipular”, razona la fundadora de La Botica del Libro. “Creo que los lugares pequeños son los que logran pequeños cambios”. La Botica del Libro lleva más de 15 años siendo ese refugio para aquellos que luchan por tener una vida digna en su día a día.