CARTAGENA. ¿Quién es Caridad Rives? Muchos se plantearon esta pregunta este martes al conocer el nombramiento de la nueva delegada del Gobierno de España. A buen seguro que solamente los cartageneros que siguen la política se acordarán de que la flamante representante de Pedro Sánchez en la Región de Murcia fue una concejala del PSOE que durante 16 años lidió en los años de apogeo de Pilar Barreiro, cuando la alcaldesa popular gobernaba Cartagena con mayorías incontestables.
Retirada de la primera línea desde 2015, Caridad Rives regresa a la arena de la política justo a las puertas de la campaña electoral. Toma el testigo de Pepe Vélez para dirigir un cargo que a priori carece de margen de maniobra pero que conlleva una visibilidad muy importante, máxime en una comunidad donde el Gobierno regional porta un signo político diferente al del Ejecutivo central. En clave política, el delegado puede actuar como contrapeso al presidente de la Comunidad. Y es el baluarte regional de las políticas del Gobierno nacional. Al menos así ha ocurrido con los últimos casos de Diego Conesa y Pepe Vélez, aunque no con Francisco Jiménez, cuya andadura fue más diplomática.
Sin embargo, la llegada de Caridad entraña un nuevo estilo para la Delegación. Del perfil aguerrido y vehemente de Vélez se pasa a una personalidad más prudente, discreta y conciliadora. Quienes conocen a Rives aseguran que es una persona muy trabajadora, que fue visionaria en su día cuando decidió estudiar la oposición mientras compaginaba su labor como concejala y que no se caracteriza por las declaraciones altisonantes ante la prensa. Habrá que ver cómo reacciona ante situaciones incómodas, como el asunto del Trasvase Tajo-Segura, que más de un quebradero de cabeza ha dado a su antecesor.
También implica un claro guiño del PSRM para una de sus plazas más delicadas y simbólicas, el PSOE cartagenero, que hace cuatro años se resquebrajaba con la expulsión de Ana Belén Castejón y que desde entonces lleva contando los días para abandonar la travesía por el desierto y volver a la Corporación municipal. Manolo Torres, el líder local y alcaldable del PSOE, se declaraba exultante: "Es una gran noticia para nuestra ciudad", proclamaba, convencido de que su nombramiento es una muestra de la apuesta del Gobierno central por la ciudad portuaria: "Cartagena tiene peso y es importante en el proyecto socialista de España y de la Región".
Caridad será, de hecho, la segunda mujer al frente de la Delegación, un puesto siempre en manos de hombres desde que lo ocupara en los noventa la también socialista Concha Sáenz (1990-1994). Es también una prueba más de que Cartagena, de algún modo, encabeza la ruptura de los grandes techos de cristal (una ciudad gobernada por una alcaldesa y una vicealcaldesa, donde una cartagenera preside la patronal de las empresarios, una mujer dirige la universidad y cuyo Puerto dirigió hasta hace poco otra mujer).
La nueva delegada, nacida en 1972, se licenció en Ciencias Exactas (Matemáticas) por la Universidad de Murcia y en 2008 se convirtió en funcionaria de carrera al obtener plaza en el Cuerpo de Profesores de Secundaria. Afiliada al PSOE desde 1996, desde que Felipe González perdiera el Gobierno, debutó en la política cartagenera en 1999, con apenas 27 años. Fue concejala en la oposición durante cuatro mandatos, bajo la batuta de los socialistas Antonio Martínez Bernal e Ignacio Segado, en pleno rodillo del PP.
Buena conocedora de los entresijos de la política local, poco a poco fue ganando peso. En 2009 fue designada portavoz municipal y desde ese año hasta 2014 se dedicó en exclusiva al Ayuntamiento. En 2011 afrontó el mayor reto de su carrera política: fue la candidata del PSOE a la Alcaldía. Sin embargo, sufrió un batacazo en las urnas, pues el PSOE obtuvo cinco concejales, el peor resultado de su historia.
En 2015 dejó la política y emprendió otros caminos. Desde febrero de 2021 hasta enero de 2023 ejerció como alta inspectora en el Área Funcional de Alta Inspección de Educación de la Delegación del Gobierno y desde hace tres meses desempeña el cargo de directora del Área de Fomento de la Delegación. Su marido es Juanjo Grau, exjugador del Efesé y entrenador de los equipos base del equipo blanquinegro con sede en el Polígono Cabezo Beaza.
La política, sin embargo, le guardaba un último as del destino. Aterriza en Teniente Flomesta en un momento especialmente sensible, en el que todos se la juegan el 28 de mayo. Ella tendrá hilo directo con los Ministerios. Y, sobre todo, como tercera autoridad de la Región (tras el presidente de la Comunidad y el presidente de la Asamblea Regional) será la voz de Pedro Sánchez en la Región: la voz institucional del Gobierno de España.