MURCIA. Todo influye en política. Incluso unas elecciones en Cataluña que, a priori, poco tendrían que afectar a la Región de Murcia. Pero las marejadas de la política nacional también llegan a tierras murcianas. El resultado de los comicios catalanes deja una doble conclusión, con repercusiones para la Región: por un lado, Vox toma la delantera en su pugna por la hegemonía del centro derecha y se impone al PP, cada vez más irrelevante en Cataluña, y a Ciudadanos, que naufragó en el feudo que lo encumbró hace cuatro años. Por otro lado, los partidos del Gobierno central, a diferencia de lo que pasó en las elecciones gallegas y vascas, han resistido y, en el caso del PSOE, con nota. El éxito no es total, dado que tienen muy difícil alcanzar la Presidencia, salvo giro de los acontecimientos -ERC firmó no pactar con el PSC, aunque en política nada se puede descartar-, pero cabe recordar que PSOE y Podemos han afrontado esta cita con las urnas en plena tercera ola del coronavirus y, a tenor del escrutinio, los votantes siguen confiando en ellos.
El gran batacazo de la noche se lo llevó Ciudadanos, un partido que debe gran parte de su tirón a la marca nacional. Si Ciudadanos palidece en España, la formación liberal se resiente en sus territorios regionales. Ana Martínez Vidal empieza su andadura como líder naranja con un disgusto electoral, al contemplar cómo su partido no sólo no levanta el vuelo en las urnas, sino que vuelve a cosechar una debacle tras el desastre de las generales de 2019. La murciana fue una de las primeras dirigentes en reaccionar: pidió "autocrítica" y "empezar a trabajar desde abajo". Al día siguiente y horas antes de celebrarse el comité ejecutivo en Madrid, Martínez Vidal expresaba en Twitter su apoyo a Inés Arrimadas y a la dirección nacional". No en vano, ya suenan voces internas que cuestionan las decisiones del partido e incluso exigen dimisiones. En la Región, el más directo fue el senador Miguel Sánchez, quien escribía en Twitter: "Carlos, ahí tienes la puerta...". Por si había alguna duda sobre a quién se refería (el candidato catalán se llama Carlos Carrizosa), Sánchez añadía un cuadrado a su tuit, en referencia a Carlos Cuadrado, el vicesecretario general y la persona que ha dirigido la campaña catalana.
La formación naranja busca otro rumbo desde septiembre. El partido ha protagonizado desmarques de su socio de San Esteban, el PP, e incluso ha hecho valer su posición en el Ejecutivo para forzar la salida del consejero Villegas tras el escándalo de las vacunas. Esa sigue siendo la principal baza de Ciudadanos: es un partido de Gobierno -desde el poder se combaten mejor las campañas, que se lo digan a Salvador Illa-, pero todo su esfuerzo se puede quedar en nada si la marca nacional se viene abajo. Y la coyuntura no puede ser peor: es crítica.
El otro partido malparado de los comicios es el PP, pese a que su número dos, Teodoro García Egea, se resistiera a hacer autocrítica en la comparecencia de la noche electoral. Es cierto que ninguna de las claves que deslizó el ciezano es falsa: ni la partida catalana es extrapolable a la batalla nacional ni el PP nunca ha necesitado de una gran fortaleza en Cataluña. Los populares han convivido históricamente con su inferioridad parlamentaria en el Parlament. Sin embargo, estos comicios entrañan una gran advertencia para el PP. En 2012 tenían 19 diputados, ahora sólo tres. Es decir, hay un deterioro electoral considerable, y sin freno, desde hace tiempo. No todo es achacable, como argumentó Egea, "a la polarización de Pedro Sánchez y al juego sucio de la campaña".
Pero el golpe más duro llega por la parte moral: el PP ha encajado una sonora derrota ante su principal adversario en el espectro conservador, Vox. Además, el fiasco no puede ser más inoportuno, pues se produce en el primer round electoral tras la moción de censura. Pablo Casado se lanzó a la yugular de Santiago Abascal y... en la primera prueba de fuego en las urnas, cede ante Vox. El líder popular es uno de los grandes perdedores. Casado se implicó en la campaña y acaparó la mayoría de los actos hasta el punto de eclipsar la figura de su candidato. Este protagonismo acarrea el riesgo de ligar su imagen al resultado. Y esta vez la moneda salió cruz. Una mala noticia para Teodoro, pues si hay un valedor de Casado, ese es el ciezano, su mano derecha y hombre de máxima confianza. Por el momento, las aguas no están tan caldeadas en Génova como en Ciudadanos, pero varios barones ya han planteado sus recelos sobre la estrategia del PP, según informó El Mundo.
Quien se alegra, y mucho, es Vox, que ve cómo se asienta en los parlamentos autonómicos, incluso en plazas poco favorables a priori como la catalana. Su éxito empuja a los territorios donde sí tiene tirón, como es Murcia -su gran fortín electoral, la comunidad que tiñó de verde en las últimas generales-. Jose Ángel Antelo sonríe porque los vientos de cola siguen impulsando al partido. Vox, como Ciudadanos, también bebe de los focos nacionales. Y el aviso a navegantes es contundente para un partido que promulga que la próxima contienda electoral de la Región se resolverá en un duelo entre PP y Vox.
En el aspecto negativo para ellos, Vox no tiene opciones aritméticas para gobernar. Sí, ha doblegado a sus rivales más directos; sí, sigue creciendo y cada vez está más presente en la vida política española, pero la Generalitat está en manos de los independentistas o en una fórmula PSC, En Común Podem y ERC. ¿Habrá alcanzado ya Vox su techo o todavía puede mejorar aún más? Sólo el tiempo lo dirá.
El socialismo murciano vuelve a saborear el gustazo de una victoria en las urnas, tras los traspiés de noviembre de 2019 y las vascas y gallegas de junio. El PSOE observa cómo una de las figuras que más se ha expuesto a la pandemia, como es la del ministro de Sanidad, se ha catapultado como primera fuerza política. La felicidad no es plena, porque tiene muy complicado presidir el Govern. Con todo, la repercusión regional está aún por ver: todavía no se sabe con quién intentará pactar el PSC. El electorado murciano nunca ha visto con buenos ojos los coqueteos con el soberanismo. Pero, por ahora, Diego Conesa puede presumir de que su partido ha sido la opción más votada en Cataluña, algo que no puede decir ninguno de sus colegas en la Región. Es un respiro para el PSRM-PSOE, que no ha tenido muchas alegrías en los últimos meses.
Podemos ve el vaso medio lleno. Por un lado, el partido se mantiene, no ha perdido escaños y se desquita del 'bajón' de las gallegas y vascas. E incluso puede aspirar a reeditar una fórmula de Moncloa con ERC. Difícil, pero no imposible. Pero, por otro lado, la formación morada vuelve a dejarse votos por el camino -si bien esta vez la caída es generalizada para todos por el descenso brusco de la participación-. Hace tiempo que cada cita electoral para Podemos es una pugna por resistir. Los tiempos de gloria de los inicios quedan muy atrás. Pero nadie puede decir que Podemos haya tirado la toalla: el partido sigue vivo y su voz sigue sonando en las instituciones.