CARTAGENA. El urbanismo en La Manga no es precisamente un ejemplo a seguir, más bien es un buen ejemplo de cómo no se deben hacer nunca las cosas. El caos, fruto de un desarrollismo descontrolado durante más de cincuenta años, ha traído unos lodos -ya saben, esta palabra vale también para el Mar Menor- que ahora inundan hasta las cejas a los que allí tienen un apartamento, su vida o disfrutan de unos días de vacaciones junto a la playa.
En La Manga existen más de 250 urbanizaciones, cerca de 60 establecimientos hoteleros, más de 1.100 apartamentos turísticos, un centenar de cafeterías o más de 350 restaurantes, a los que hay que añadir tres puertos o una docena de instalaciones deportivas. Esta estrecha y maravillosa franja, antes invadida por arena y mar, se ha transformado, fruto de la insaciable voracidad urbanística, en un desorden de asfalto y ladrillo, en el que cada dueño de unos pocos metros cuadrados de superficie, reivindica a golpe de valla, puerta o muro el acceso a la playa.
Algunos vecinos de La Manga han alertado lo que han venido a denominar 'playas privadas', un apelativo muy inquietante que, lógicamente, la ley impide, pero que tras la decisión de algunas comunidades de vecinos de las urbanizaciones pegadas a la arena, puede transformar un poco más a esta zona en un coto privado.
La alarma ha saltado cuando los vecinos de una comunidad, Urbanización Las Sirenas, han decidido cortar los accesos de los peatones que transitaban por la misma a la playa desde su propiedad, con puertas y vallas. Hace tres años solicitaron al departamento de Costas de la Comunidad Autónoma poder cerrar su urbanización y en estos días se ha procedido al cerramiento. Antes fue el Ayuntamiento de Cartagena el que dio su visto bueno a esta obra para que el trámite siguiera en la CARM. La intervención es completamente legal y ha obtenido todos los permisos, por lo que ninguna administración puede impedir lo que estos vecinos han decidido acometer.
Pero, por el contrario, otros usuarios que accedían a la playa por esta zona alertan de que si todas las urbanizaciones adoptaran esta medida, el resto de bañistas, veraneantes o vecinos que no tienen sus viviendas en primera línea de playa, tendrían un serio problema para llegar a los arenales. "Si una persona con movilidad reducida quiere ir a esta zona, ya sabe que a día de hoy ya no tiene esa posibilidad", asegura Salvador Martínez, un vecino de la zona, quien añade que se corre un grave riesgo de que sean más los que decidan poner la cancela en sus urbanizaciones y haya franjas de playa a las que no se pueda llegar de ninguna manera si no es caminando junto al mar.
"Hay otras urbanizaciones que tomaron la misma decisión como Zeus, que cerró hace dos años o Babilonia, que provoca que tengamos que pasar por la zona de los bares. Ahora ha tocado con Sirenas, que ya lo intentó el año pasado pero les pararon las obras. Ahora lo que han hecho es que se puede pasar por la urbanización, pero una vez dentro, no hay manera de llegar a la playa" explica Juanjo Moreno, vecino de la zona, quien añade, "como no hay suficientes problemas de movilidad en La Manga, ahora solo nos falta que las comunidades de vecinos decidan prohibir el paso hacia los arenales. Al que venga a bañarse a esta zona, le van a tener que hacer un plano, porque se está volviendo imposible".
Los vecinos y veraneantes piden que las autoridades actúen y traten de poner remedio cuanto antes porque, "tanto vendernos que La Manga es un paraíso, pero vamos peor, a un infierno. El que puede, coloca su barrera y por aquí no pasas, que esto es mío", añade Moreno, quien recuerda que "como esto -La Manga- era una finca, propiedad de Tomás Maestre, la fue vendiendo a trozos, con urbanizaciones unas pegadas a las otras".
Desde la concejalía de Litoral del Ayuntamiento de Cartagena afirman que son conocedores del problema y de las quejas de los vecinos y que, admitiendo que son legales las obras acometidas por los dueños de los pisos de esta urbanización, añaden que están buscando vías alternativas para que no se pierdan los accesos a esta zona. Por contra, los vecinos responden al Gobierno municipal que la solución ha de llegar antes que las obras. "Si una u otra urbanización pide permiso para cerrar los accesos, lo primero que ha de hacer el Ayuntamiento de Cartagena es ver qué opciones hay de salida a la playa para el resto de usuarios. No se puede dar un permiso cuando no hay una alternativa antes incluso de acometerse las obras. ¿Y si no existen posibilidades de acceder por ningún sitio, cómo se autorizan las obras?", pregunta Martínez.
"Es que ya solo pueden pisar esas zonas los dueños de los apartamentos pegados a la playa, porque el resto casi que no tiene por donde llegar a ellas, por no decir aquellas personas que llegan con su silla de ruedas o con movilidad reducida", añade este vecino de la zona.
"Nosotros pensamos que el Ayuntamiento debería expropiar terreno a las urbanizaciones de parte de sus espacios públicos para que los bañistas puedan llegar sin dificultad. Cuando venga alguien de fuera, que no veranee habitualmente aquí, y vea que tiene que desplazarse de un lado a otro buscando para llegar agua, no vuelve más", apostilla Juan José Moreno.
¿Playas privadas?, ¿arenales acotados?, ¿accesos restringidos? No está La Manga, sus vecinos, veraneantes, visitantes o bañistas para más obstáculos en un paraíso que, paso a paso, lleva camino de convertirse en un averno.