CARTAGENA. Con la incidencia acumulada por debajo de los 50 casos a cada 100.000 habitantes a 14 días, las comunidades comienzan a levantar las restricciones, toda vez que además la vacunación se sitúa por encima del 85% en la población española. Así, en la Región las restricciones en la hostelería se encuentran dando sus últimos coletazos. Ya no hay límite de personas en una mesa y en el interior ya se puede acoger al 75% del aforo. Sin embargo, el ocio nocturno sigue con lo que el sector llama un “cierre encubierto”, puesto que se sigue sin poder bailar en las pistas de baile, obligados los clientes a permanecer sentados en el interior de las discotecas.
Cuando comunidades como Madrid, Castilla La Mancha, Andalucía o Valencia ya permiten bailar en las discotecas, con uso de mascarilla y cierta distancia de seguridad, en la Región sigue prohibido el baile, con la única concesión para los locales de ocio nocturno poder cerrar a las 4 de la mañana. “Teniendo en cuenta la poca comunicación que existe con el Gobierno regional, que otras comunidades levanten las restricciones al baile nos da algo de esperanza. Nos alivia porque queremos pensar que nosotros iremos detrás”, señala Pedro Alarcón presidente de la Asociación de Discotecas de la Región. “Por un lado tenemos esperanza pero ninguna certeza, porque no hay un calendario establecido que nos de seguridad”, añade.
Y es que desde el sector vienen reclamando algo más de empatía, menos conservadurismo en su actitud hacia unos empresarios que vienen soportando muchos meses con la actividad en mínimos y la prohibición de poder desarrollar con normalidad su actividad. “No hemos sentido ningún cariño hacia nosotros. Los índices dicen que la situación es muy favorable, pero siguen sin darnos algo de aire. Creo que ya hemos pagado suficiente durante la pandemia”, afirma con resignación Alarcón.
Este fin de semana, el Warm Up celebra los primeros conciertos de la Región en los que se podrá estar de pie, con uso de mascarilla y zonas habilitadas para comer y beber. Un hecho que desde el ocio nocturno señalan como desconcertante. “Si permites ya conciertos donde se van a juntar 5.000 personas diarias, no entendemos porque a nosotros no nos dejan trabajar ya de forma plena”, razona Alarcón. Pese a la caída drástica de los casos en la Región, sus habitantes siguen sin poder bailar.