MURCIA. El 13 de octubre del año 1972 el vuelo número 571, destinado a dirigir a un equipo de rugby a Chile, se estrelló en pleno corazón de los Andes. En una carrera a contrarreloj por la vida, y tras 72 días en condiciones de frío extremas, tan solo 15 de los 45 pasajeros consiguieron sobrevivir al terrible accidente. Su historia se cuenta ahora en La sociedad de la nieve, la última película de Juan Antonio Bayona (J. A. Bayona) que cuenta con 13 nominaciones a los premios Goya y que es la elegida para representar a España en los Óscar.
Es una fría tarde de jueves, el director se acerca a unos cines de Valencia para presentar el film. En la puerta se agolpan decenas de fans al grito de “¡Genio!” y aseguran que han llegado a ver la película hasta tres veces, algunos de ellos hasta con pósters en mano.
Una mujer aplaude emocionada a la entrada del director, y le entrega una estatuilla plasticosa con forma de premio Óscar, galardón que, a juzgar por el lleno de la sala, puede parecer que ya lo tiene ganado. Antes de comenzar la proyección Bayona explica que la película se macera durante 11 largos años, en los que entrevista a 14 de los 15 supervivientes del accidente para crear un film de lo más fidedigno posible; emocional y real a partes iguales.
“Eran personas que hicieron lo que pudieron con lo que tenían. Lo que hacemos no es contar qué pasó, sino lo que les pasó a ellos en esa travesía”, explica antes de que comience la proyección. Asegura que la experiencia inmersiva traslada al espectador a lo que ellos vivieron, y que de alguna manera hermana con vivir el relato “con una persona desconocida al lado”, como pudiera suceder en el vuelo 571. La película, que llegará a Netflix el próximo 4 de enero, está hecha para vivirse en pantalla grande, con increíbles efectos visuales y de sonido que suponen un "viaje a gran escala" desde la butaca: "El cine como hecho cultural y como evento tiene que ser disfrutado en la sala, es algo irreemplazable", añade el director.
La historia que se cuenta en La sociedad de la nieve ya se había contado antes, aunque nunca de la misma forma. Una de las primeras versiones vino de la mano del autor Piers Paul Read, quien en el año 1974 publicó ¡Viven!, un libro basado en las entrevistas realizadas a los supervivientes uruguayos del vuelo 571. A esta publicación le siguió, en el año 1993, una película con el mismo título (Alive! en su versión original) en la que Frank Marshall dirigió a Ethan Hawke para contar la historia de los que se salvaron con un relato de “viaje del héroe” y centrado en la antropofagia, que se refiere a la práctica de comer el ser humano carne de su propia especie.
La película de Bayona se basa, como en el caso anterior, en un libro con el mismo título: La sociedad de la nieve, publicado en el año 2009 por Pablo Vierci, quien se centra en el relato de los supervivientes de los Andes 50 años después del accidente: “Cuando uno lee a Vierci se da cuenta de cómo velaron unos por otros para que no cundiera el pánico. Ellos se cuidaron unos a otros para salir de esa situación, y para mi la magia está en buscarle el sentido a esta lectura”.
Durante la lectura de este libro, en el año 2011, Bayona extrajo el título de Lo imposible, un film centrado en la tragedia de una familia que se ve inmersa en un tsunami: “Cuando rodamos Lo imposible yo les leía a Ewan Mc Gregor y a Naomi Watts partes del libro de Vierci, para que comprendieran la importancia de la humanidad que se encuentra en estos momentos de catástrofe absoluta”. En La sociedad de la nieve asegura que en el momento en el que todo se ve más oscuro es cuando resurge un espíritu de grupo que mantiene con vida el relato y que demuestra que "nunca fueron mejores personas que en la batalla".
Inspirado por la emocionalidad del relato de Vierci el director se decidió a abordar el tema en una película, con motivo de crear un producto audiovisual que fuera en contra del relato "morboso" que hay en el imaginario más centrado en “el canibalismo y la supervivencia de los héroes”: “Lo que ellos vivieron en la montaña es un relato mucho más grande, tanto Vierci como yo buscamos encontrar las preguntas que se hacían en ese momento y resaltar el espíritu de camaradería que surge a la superficie en este momento”, añade.
Durante 11 años de trabajo, y con el permiso de los padres de las víctimas y de los supervivientes, el director compone una historia en la se apoya en la fuera de la interpretación propia: “En la película intento contar como es la cultura lo que vertebra el relato. Para mi la cultura está en la interpretación que hacemos de la realidad, una cosa es el vacío blanco que se encuentran y otra la interpretación de lo que están viviendo”. Con ello coloca el relato en una esfera totalmente diferente a la que se conocía, hablando de los miedos y las necesidades de los protagonistas, que quedan al descubierto sobre la nieve.
Para crear un escenario lo más realista posible Bayona trabaja con un equipo de actores profesionales “que no se conocen entre ellos”, y a los que somete a una dieta estricta y a un "clima gélido" para que se acercaran a una versión más real de lo que sucedió en el año 1972: “A los actores intento nutrirles y darles la información necesaria para que ellos puedan defender al personaje, pero también es necesario situarlos en el contexto de la situación. El frío, la soledad y el hambre son estímulos que les acercan hacia donde queríamos llegar”, explica el director, quien aplica esta emocionalidad también sobre el espectador, sobre el que asegura que no se puede “imponer un punto de vista”, sino que tiene que crearlo por sí mismo tras el visionado.
Uno de los valores clave de La sociedad de la nieve es la respuesta a la pregunta que da comienzo a la película: “¿Qué pasa cuando el mundo te abandona?”, una cuestión que invita a una reflexión abierta sobre lo sucedido: “Podríamos haber trabajado un año más en la película y seguir encontrando cosas, pero creo que es más importante dar espacio a que cada uno encuentre su respuesta. La película se dirige hacia un área más espiritual y filosófica del libro”, y añade, "habla de personas normales en situaciones extraordinarias, desde donde el ser humano habla de cómo se comporta en grupo y desenterrando esas capas llegamos al punto más humano”.
Con una reflexión abierta Bayona se despide de una muchedumbre de personas que le aplauden, calurosamente. Antes de marcharse reconoce a los padres del director Paco Plaza entre las primeras filas, quienes le abrazan y le aseguran que no asistían al cine desde el estreno de La abuela, pero que sin duda no podrían perderse "este viaje".