MURCIA. "Mi hijo lo ha dejado todo para volver a Ucrania a alistarse en las fuerzas armadas porque yo no le daba permiso. El me dejó una carta en la mesa por la noche pidiéndome que le perdonara porque no podía resistir más ver la masacre que se está cometiendo. Yo por supuesto que le perdono, porque si no fuera por un problema que tengo en la pierna yo ahora mismo saldría para defender mis país. Es algo que me revienta el corazón". Con estas palabras expresa a Murcia Plaza Yuri, ucraniano de origen pero murciano de residencia desde hace ya 22 años, la forma en la que ha irrumpido en él y en su familia el conflicto que estalló hace 10 días a más de 3.000 kilómetros.
Y es que Dmytrii, de 23 años, tenía su vida encauzada en la Región. Contaba ya con trabajo, permiso de residencia e incluso expectativas de comprar una casa en esta tierra. De hecho, extranjería le acababa de renovar los papeles otros cinco años. Con todo y con eso, no pudo suportar la guerra que ha llegado a la puerta de su familia y, al igual que han hecho otros de sus compañeros, ha acudido a enfrentar al invasor. Ahora se encuentra a 100 kilómetros de Kiev combatiendo, fusil en mano, las incursiones rusas.
Mientras tanto, su padre continúa trabajando como jefe de obra en Tir Viviendas para conseguir todo el dinero posible con la intención de destinarlo a ayudar en todo lo que puedan a la que es su patria. De hecho, el que es el padrino de su hijo menor se encuentra defendiendo Kiev y ya le ha hecho saber que necesitan una cámara de visión nocturna para combatir las incursiones rusas.
Una de sus mayores preocupaciones reside en poder traer a su madre consigo a la Región de Murcia. Ella, una mujer de más de 70 años, tuvo claro cuando escuchó los primeros bombardeos en la madrugada de aquel desgraciado jueves que debía huir para intentar salvar la vida. En estos momentos se encuentra a más de 600 kilómetros de su casa intentando alcanzar la frontera para salir de país. Yuri lo tiene claro: en cuanto sea posible él mismo conducirá hasta allí para traerla a un lugar seguro.
"Pensamos hasta el último momento que no empezaría la guerra. Ahora tengo muchos amigos y familiares allí que me están contando las atrocidades que están haciendo los rusos. Explotan bombas en edificios civiles. No son guerreros, son bárbaros", relata: "Puedes ganar una batalla pero no puedes nunca ganar a una nacionalidad entera. Desde los niños hasta los ancianos, todos son enemigos de Putin ahora".