El efecto Mar Menor dicta sentencia: vencedores y vencidos en la carrera hacia San Esteban

MURCIA. Pocas cosas inquietan más a los políticos que una encuesta. Por mucho que luego públicamente resten importancia a la carrera demoscópica. No es cierto. Un sondeo constituye la foto del momento, y eso en política es decir mucho. Es lo más parecido a un examen, a la espera de la gran prueba definitiva, que es el día de las urnas. Una encuesta favorable refuerza el mensaje, estimula a las bases e inyecta ánimos en el proyecto; un mal sondeo hace temblar al partido, desconcierta a los cuadros y obliga a repensar estrategias. El barómetro del Cemop de otoño llegaba con una advertencia nada desdeñable: la crisis del Mar Menor en la picota de las preguntas. Nada más sensible que el endeble estado de salud de la joya natural más preciada de la Región de Murcia; nada más delicado en política que asociar su respuesta a un voto. 

Y la laguna ha dictado sentencia. Deja vencedores y vencidos, como toda encuesta. El PP, la fuerza política que gobierna la Región desde 1995, recibe dos señales, a cada cual más dispar. Por un lado, dice adiós al estado de euforia en el que llevaba instalado desde la primavera, cuando acariciaba la mayoría absoluta (el Cemop le auguró 22 escaños). El partido frena su tendencia al alza, pues no sólo deja de crecer, sino que además retrocede en dos escaños. Y esto sucede en plena resaca del Mar Menor. Toda una advertencia. La lección está clara: mientras que la moción de censura, perpetrada contra Fernando López Miras, les sirvió para reforzarse demoscópicamente; en cambio, si el Mar Menor palidece, el PP se resiente, por más que los populares se implicaran en el asunto, con medidas drásticas (como pedir el dragado de la Gola del Marchamalo) y firmando treguas con la ministra Teresa Ribera, aunque precedidas de muchas críticas al Ejecutivo central por el embrollo de las competencias.

Sin embargo, qué duda cabe de que ya quisieran el resto de partidos soportar los problemas del PP en este Cemop. A día de hoy sería el ganador de las elecciones a tenor del sondeo. Y eso es una máxima indiscutible. Estalla un nuevo episodio de anoxia en la laguna, la oposición enumera día sí y día también todas las carencias de la Región, Vox redobla la dura competencia por el electorado de derechas -sin la formación de Santiago Abascal, la mayoría de votos conservadores irían a manos de los populares- y, pese a todo, el partido que gobierna la Comunidad desde hace 26 años se sitúa en la pole de salida para mantener el poder en el Palacio de San Esteban. Ya quisieran otros estar ahí.

El PSOE es sin duda uno de los derrotados del barómetro. No mejora, no avanza, no progresa: se estanca en 14 diputados, inmerso en la zozobra y lejos de 2019, cuando se alzó con el triunfo electoral, con 17 asientos en la Asamblea. Y encima no ha sido capaz de aprovechar el malherido estado del Mar Menor: ¿Cómo es posible que el principal partido de la oposición no saque rédito -demoscópico- de una situación así? A día de hoy resulta muy difícil vislumbrar una victoria socialista. Mucho tienen que cambiar las cosas. Pero precisamente el tiempo es la mejor baza para el PSOE. Los tiempos en política son cruciales: estar en el día D en el momento decisivo. En 2018 el Cemop apenas concedía nueve diputados al PSRM y entronaba a Ciudadanos como el gran vencedor. Nada más remoto de lo que sucedió después en las urnas de 2019. A esa realidad, a ese deseo -más bien-, se aferran en Princesa. Confían en que el PSOE reconduzca el rumbo con su nuevo líder, que saldrá elegido el próximo 20 de noviembre (si logra más del 50% de los votos; si no, habrá segunda vuelta). Confían, además, en que el contexto político cambie. Confían en que las encuestas sean sólo eso: encuestas. Confiar es el único verbo socialista en días taciturnos de sondeos.

Vox no cree en el Cemop. Nunca ha creído, de hecho. Se mofa de este barómetro, que tilda de "Teoencuesta". Pero sus críticas y su posición pública ante este sondeo no significan que el partido, en su fuero interno, no escudriñe a fondo los resultados. La moraleja que detecta es cristalina: el votante conservador de la Región le dio la espalda al PP, sí, y catapultó a Vox hacia su gran triunfo, el único en todas las circunscripciones de España. Pero lo hizo en unas elecciones generales... no en los comicios autonómicos. Y todos los sondeos que se han conocido hasta ahora repiten esa tendencia: Vox es capaz de volver a reeditar su victoria murciana en una cita estatal; sin embargo, le cuesta dar el zarpazo en las encuestas regionales. A día de hoy ninguna le ha pronosticado más de 10 escaños (en enero, el Cemop les otorgaba siete representantes). No obstante, si consiguieran los seis diputados que prevé este barómetro sería un éxito para ellos, dado que el partido sacó cuatro escaños en 2019, en pleno boom. Tal vez estén lejos de sus ambiciosas expectativas de ganar las elecciones, pero sí gozan de otro factor que se consolida: ampliarán su representación y están en todas las quinielas para formar parte de un Gobierno. Vox, ¿vencedor o vencido en este Cemop? Ni contigo ni sin ti, que diría aquel.

Unidas Podemos sí es claramente uno de los vencedores. El trabajo de sus dos diputados, que lo hacen desde el corsé del Grupo Mixto, recoge ahora sus frutos después de muchas encuestas recibiendo entre uno o dos escaños para los morados. El Mar Menor, en su caso, les ha empujado. En eso tiene mucho que ver la labor de su portavoz, María Marín, que en verano bajó al barro -a la arena de las playas que amanecían con miles de peces muertos- para desmenuzar las miserias de la última agresión medioambiental y movilizar -¿O tal vez despertar?- a su electorado. Podemos es un partido que está en plena resurrección electoral tras el batacazo de 2019. Cambiaron de líder, cambiaron de ejecutiva, cambiaron sus representantes en la Asamblea, pero está por ver si los votantes se lo reconocen. El Cemop de otoño es un espaldarazo a su camino. Claro que, aun siendo un resultado optimista para los morados, no deja de ser, en el fondo, insuficiente. Hay una triste conclusión para ellos: no tienen ni una sola posibilidad de gobernar. Es decir, mejoran, sí, pero aun así no serviría para cambiar las cosas en la Región de Murcia. La izquierda murciana permanece lejos de la derecha.

Ciudadanos está vivo. El partido naranja se muestra decidido a romper el manido cliché de que tiene los días contados. Se niega a firmar la rendición. Y este Cemop es una prueba de ello. Aunque lejos de sus días de gloria, la formación naranja todavía puede aportar en la política regional. Su mejoría demoscópica es un chute de autoestima para una formación que ha sufrido muchos varapalos en los últimos ocho meses, desde su fracasada moción de censura. De hecho, tal vez sea el primer alegrón en todo este tiempo. No obstante, mal haría Ciudadanos si no leyera la letra pequeña de la encuesta: ha avanzado, sí, pero lo ha hecho a costa de los errores del PP. Esto es: recoge votantes de los populares, que han querido castigar a los suyos por la gestión en el Mar Menor. Así lo dicen textualmente los analistas del Cemop: "Ciudadanos se vuelve a convertir de manera no prevista e incluso inesperada en un refugio de derechas descontentos con la actuación del Gobierno regional del PP". O sea, Cs gana votantes conservadores justo cuando la estrategia del partido pasa por alejarse de la derecha. Lo cual lleva a la difícil y eterna pregunta de las formaciones de centro: ¿Hacia dónde debe girar para captar votantes?