CARTAGENA. El cierre de la hostelería tiene muchas aristas. Para mal. A las calles vacías, el recogimiento en casa y una nueva losa para los hosteleros se une la caída de las ventas para aquellos sectores que surten de productos a los bares y restaurantes. Y uno de los sectores afectados en la Región es el pesquero, que ha visto cómo se desplomaban en algunos casos los precios. “Para que te hagas una idea, si el kilo de gamba roja estaba a 50 euros, ahora se encuentra en torno a los 16 euros”, señala Manuel Ballesta, presidente de la Federación Murciana de Cofradías de Pescadores. Aunque los focos apuntan hacia la hostelería, sin duda uno de los sectores más damnificados por la pandemia, a su alrededor orbitan otra serie de sectores que también se ven afectador por el cierre. El sector primario es uno de ellos, ya que ven cómo uno de sus principales canales de venta pasan de 100 a 0 en apenas unos días, sin tiempo necesario para ajustar procesos.
“Vivimos uno de los peores momentos de nuestra historia. Nunca hemos tenido una situación parecida a la que tenemos ahora”, añade Ballesta. El cierre de los bares y restaurantes de la Región ha afectado sobre todo a la pesca de arrastre, el principal ‘cliente’ de este tipo de pesca. “El año pasado ya tuvimos que parar dos meses, muchos barcos se encuentran en ERTE… Vivimos un mal presente y el futuro no es mucho mejor”, afirma. Aunque la hostelería ha provocado el desplome de la pesca de arrastre, el llamado pescado azul se mantiene. “La gente sigue consumiendo pescado azul, esas ventas se mantienen”.
“Es un momento complicado”, señala por su parte Bartolomé Navarro, patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Cartagena. “Hay capturas, seguimos saliendo, pero está siendo un mes de enero malo. El cierre de la hostelería nos ha hecho daño, sin ninguna duda. La bajada de precios en nuestro caso ha sido cercana al 30%. Si la situación no cambia… Lo vamos a pasar mal”, añade Navarro. Pese a la caída de los precios, hay cofradías que lo están pasando peor. “En nuestro caso, todo lo que se pesca se está vendiendo, pero a un precio menor y no en la misma cantidad”, cuenta Navarro. “Por suerte, no hemos tenido pérdidas como si pudieran tener otros sectores como la hostelería o la agricultura, que con el temporal han podido perder cosecha”, afirma respecto al estado de su cofradía.
El mismo sentir tiene Carlos Salas, de la Cofradía de San Pedro del Pinatar. “El cierre de la hostelería nos ha afectado. Se han resentido los precios, que han caído un 30% más o menos. Es cierto que en nuestro caso, lo que más vendemos que es la dorada, lubina… se destina más al consumo en casa”, afirma. “De momento, por suerte, podemos sobrevivir en este escenario”, afirma Salas. “Un aspecto que sí nos ha costado más ha sido el tema de las restricciones en la lonja, porque no hemos podido tener la movilidad que nos hubiera gustado. Aún así, no hemos tenido ningún positivo en nuestro entorno laboral”.
En un periodo excepcional, la pesca vive momento críticos a la espera de que caiga el ritmo de contagios, se descongestionen los hospitales, y la vida vuelva a una cierta normalidad que permita volver a abrir los bares y restaurantes. De ello depende que la pesca pueda volver a ‘faenar’ en plenitud.