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Todos los tesoros de la Mercedes 'desembarcarán' en Cartagena en noviembre

18/06/2020 - 

MURCIA. Seguramente, a bordo de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes viajaba en octubre de 1804 una niña que utilizaba como juguete un pequeño almírez de oro (un mortero); y lo más seguro es que pereciera cuando la embarcación española fue hundida a cañonazos por la Marina Real británica. Iván Negueruela, director del Museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena (ARQUA), no se anda con tantos tecnicismos y habla directamente del "ataque de los piratas ingleses". Este pequeño objeto forma parte, junto con otros muchos que se han rescatado de las profundidades, del segundo tesoro de la Mercedes, que a partir del mes de noviembre se expondrá de forma permanente en las salas del ARQUA. Será después de que este museo de titularidad estatal cierre cinco meses -a partir del 22 de junio- para acometer unas obras con las que se resolverán los problemas de filtraciones (ya que está construido cuatro metros bajo el mar).

Dos espectaculares culebrinas (piezas de artillería), cuberterías de plata, cañones pedreros, una palmatoria de plata, un grifo de bronce... "Todo lo sustantivo científica y arqueológicamente que se ha extraído y que ya está restaurado se va a exponer en el ARQUA, que es donde debe estar", asegura Negueruela, quien recuerda que el Museo Nacional de Arqueología Subacuática ha realizado tres campañas en el pecio submarino (en los años 2015, 2016 y 2017), con la colaboración del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, del Instituto Español de Oceanografía y de la Armada.

Maja del almírez de oro recuperado. Foto: Página web del ARQUA

Son muchas las piezas rescatadas durante estas campañas, ya que Negueruela calcula que en cada una de ellas se extrajeron unos 40 objetos. En este sentido, el director del ARQUA destaca "museísticamente y como espectacular, por su peso y por su riqueza ornamental, las culebrinas, ya que la cantidad de relieve que tienen nos proporciona información de quién las hizo, quién fue el fundidor, quién las encargó...". Pero también señala el valor, por ejemplo, de las piezas de la cubertería de plata, que muestran "cómo era los platos que utilizábamos los españoles en aquel momento, los candeleros que se ponían en la mesa, los distintos cubiertos,...".

Iván Negueruela se muestra muy satisfecho con "la tarea que hemos realizado y con que estas piezas arqueológicas se expongan definitivamente en las salas fijas del museo", porque supone que se ha vencido en dos batallas: la judicial, para que España recuperase el tesoro de 600.000 monedas de la carga expoliado por la compañía de cazatesoros Odyssey Marine Exploration; y la científica, con las tres campañas de excavación que han supuesto todo un hito en la arqueología subacuática.

Sobre la primera batalla, el director del ARQUA recuerda la lucha en los tribunales contra "unos cazatesoros malvados, unos canallas que roban lo que es de todos", que acabó cuando "los tribunales norteamericanos dijeron que tenía razón el Ministerio de Cultura español, que las monedas eran de España y punto". A esta empresa "sólo le interesó las monedas; revolvieron todos los restos y alteraron todo lo que pudieron para llevárselas".

Respecto a la batalla científica, señala el enorme eco que han tenido las campañas arqueológicas -tanto por la profundidad (a más de 1.100 m) a las que se han realizado las excavaciones como por su meticulosidad científica-, siendo objeto de interés en numerosos congresos internacionales.

Operaciones con un vehículo submarino no tripulado 

Foto: ABEL F. ROS

Para la recuperación de las piezas se utilizó en la última de las campañas el vehículo submarino no tripulado ROV LIROPUS, del Instituto Español de Oceanografía, instalado en el Buque de investigación oceanográfico Sarmiento de Gamboa, gestionado por el CSIC a través de la Unidad de Tecnología Marina (UTM). El gran peso de las culebrinas de bronce, de aproximadamente dos toneladas cada una, y sus dimensiones añadieron dificultad a estas operaciones. No obstante, los resultados han sido más que satisfactorios, ya que una vez recuperadas se ha podido obtener una importante información sobre estas dos piezas renacentistas, lo que las convierte en un documento histórico de primer orden para conocer mejor la historia de los grandes fundidores españoles del s. XVI.

Así, la culebrina llamada Santa Bárbara mide 4,30 metros y fue encargada en 1586 por Fernando de Torres y Portugal, conde de Villar Don Pardo y virrey del Perú. Se trata de una pieza excepcional que, además, documenta un virrey que es muy poco conocido y que tras su mandato fue objeto de injustas campañas de calumnias por la Inquisición, a la que se había enfrentado. Presenta numerosos campos decorativos en relieve formados por cenefas mitológicas dedicadas a la Abundancia, el cuartel con el encargo del conde del Villar, el escudo de Castilla y León y el nombre del artesano que lo fundió: Bernardino de Tejeda. Tiene dos asas de delfines que se repiten en la culata del cañón.

La de nombre Santa Rufina mide 3,80 metros y fue encargada en 1601 por Luis de Velasco y Castilla, virrey de Nueva España (México) y posteriormente del Perú. Presenta varios campos decorativos en relieve, el cuartel con el blasón familiar de Luis de Velasco, el escudo de Castilla y León, y el nombre del cañón y del fundidor (también Bernardino de Tejeda).

Foto: Página web del ARQUA

El museo, cerrado por obras cinco meses

Por otra parte, el Museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena cerrará a partir del lunes 22 de junio durante cinco meses por reformas para solucionar los problemas de filtración que sufre, obras que tienen un presupuesto de 266.622 euros. El personal continuará con su trabajo de conservación e investigación y el impulso a los proyectos en marcha: el del pecio fenicio Mazarrón II, junto con el Gobierno de Murcia; y el del navío Nuestra Señora del Juncal, en colaboración con el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México.

Inaugurado en 2008, según un proyecto de Guillermo Vázquez-Consuegra, el ARQUA está construido en el puerto, a 24 metros del frente marítimo, en unos terrenos ganados al mar mediante rellenos realizados en 1872 para la construcción del muelle de Alfonso XII. Permaneció cerrado durante los meses de estado de alarma por el coronavirus hasta su reapertura el pasado 9 de junio. En 2019, el museo recibió más de 107.000 visitantes

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