CARTAGENA. Ana Belén Castejón tomó en el mes de junio de 2019 una decisión que marcaría su futuro político, el de todos aquellos compañeros que la rodeaban y también el del PSOE de Cartagena. Su unilateridad le provocó su destierro y su olvido, aunque ella sabía perfectamente que podía suceder, pero, con dudas o sin ellas, dio el paso adelante. Pactó con el Partido Popular para que no gobernase MC Cartagena, puesto que consideraba -era su opinión, tan respetable como cualquiera- que el partido cartagenerista con el que había mantenido una relación de amor, primero, y odio, después en coalición se había instalado en el enfrentamiento, la parálisis y la bronca y no quería eso para Cartagena. Ahora se preguntarán ustedes ¿a qué viene esto ahora?
Pues bien, ahora que veo cómo su anterior jefe de partido, Pedro Sánchez, decide pactos a derecha e izquierda, como si estuviera repartiendo boletos de la lotería, me pregunto: ¿es más legítimo lo que hace ahora el presidente del Gobierno de España que aquello que hizo Castejón? ¿El bloqueo que aducen en Pamplona para pactar con EH Bildu es mayor que aquel que evitaba Castejón junto a sus socios PP y Ciudadanos en Cartagena? ¿Por qué el canon que paga Pedro Sánchez, de cara a sus votantes y correligionarios, por estos acuerdos con los partidos nacionalistas es mucho más barato que el que abonó Castejón con su acuerdo, su expediente y su cese? ¿Está prohibido pactar con el Partido Popular, pero no con aquellos que reniegan de la Constitución o llevan en sus listas personas con pasado en una banda terrorista? ¿Por qué Castejón se encontró un enorme vacío y desprecio en el entorno socialista y ahora se aplaude todo lo que el 'amado líder' nacional hace, sin poner un pero ni una coma a sus grandilocuentes dogmas?
Alguno de ustedes me podrá responder que comparar una acción concreta en un gobierno municipal con una táctica nacional se parecen como un balón y un ladrillo, pero no lo creo, porque Sánchez está plenamente convencido -bueno lo está a esta hora del día-, de que lo que está haciendo es lo mejor para su país, al igual que Castejón tomó una decisión pensando que era lo mejor para su ciudad. Y creo, sinceramente, que dos años más con el bastón de mando no eran la única excusa de la exalcaldesa para agarrar ese acuerdo como si no hubiera un mañana. Pienso que Ana Belén Castejón fue mucho más valiente que su exjefe, pero se convirtió en un verso libre y eso produce una mala imagen en la encorsetada disciplina de los partidos. Los pactos son tan legítimos en Cartagena como en Pamplona o en Alicante, pero la moneda con la que se paga por ellos no siempre es del mismo color.
Castejón ha tenido que salir por la puerta de atrás del partido de su vida; pagó caras sus decisiones. Ahora, vemos como el Partido Socialista de Navarra sale con la cabeza bien alta del Consistorio pamplonés después de haber hecho lo que prometió que nunca haría. La exalcaldesa sufrió un 'juicio sumarísimo', sus excompañeros navarros, con su decisión de aupar a EH Bildu a la Alcaldía pamplonesa saldan su hazaña con 'honores y distinciones. No rodará ninguna cabeza por aquello, es un juego de cartas que estaba marcado, pero es su juego de cartas. Castejón decidió jugar al solitario y, con razón o sin ella, se encontró con un portazo en las narices y con una carrera política tambaleante.