CARTAGENA. Son solo cien días de gobierno, pero en una legislatura compartida, en la que se ejerce el poder la mitad del tiempo, tres meses y pico se convierten en una carrera contra el reloj en un verano que no ha habido tiempo para irse de vacaciones. Noelia Arroyo, nombrada alcaldesa de Cartagena el pasado 12 de junio, acumula un centenar de jornadas con el bastón de mando de la ciudad, momento en el que, de forma simbólica, se le suele hacer balance, en mayor o menor medida, de la apuesta del gobernante y de cómo la percibe la ciudadanía o cuáles son sus grandes preocupaciones a corto, cortísimo y medio plazo.
Son solo cien días, para quien se ha marcado el objetivo de recuperar la confianza de los cartageneros pero en este tiempo Noelia Arroyo ya está marcando su impronta personal a otros muchos temas, como por ejemplo, la forma de dirigir los plenos. Es una persona de consensos, rigurosa en el cumplimiento de las normas, para lo que se muestra siempre accesible, pero también contundente e implacable. Pero antes de detentar el poder en la Alcaldía tuvo un papel protagonista en la llegada, en noviembre pasado, del servicio de Hemodinámica las 24 horas y los 7 días de la semana, el traslado de la consejería de Turismo a Cartagena o la retirada del fibrocemento de los colegios de Cartagena.
El CATE (Centro de Atención Temporal de Emigrantes), la grave crisis medioambiental del Mar Menor y la ZAL se han convertido en asuntos protagonistas en este periodo y en todos ellos, el gobierno municipal ha tenido que vérselas con el gobierno de España en mayor o menor medida.
El proyecto del Espalmador y la ampliación urbana de la ciudad es uno de los grandes retos a los que el Puerto y Cartagena pretenden hacer frente en un periodo no muy lejano. Con lo que no contaba Arroyo -mucho se le ha reprochado de que sí era consciente desde hace tiempo- era con que Defensa iba a acometer la obra del CATE en estos terrenos sin ningún tipo de consenso, acuerdo ni aviso. La ciudadanía se ha opuesto a esta instalación en este lugar y la alcaldesa se ha aliado con la presidenta del Puerto, Yolanda Muñoz, para hacer frente a esta decisión del Gobierno de España. Las críticas por su inacción o su condescendencia le han llovido desde la oposición y desde algunos colectivos vecinales, aunque en este asunto tuvieran las manos atadas. Sus palabras han sido contundentes al decir ‘no’, pero no tiene potestad operativa en un asunto que se convierte en un duelo de fuerzas políticas.
El ecocidio del Mar Menor no le ha cogido por sorpresa, ni mucho menos. Todos sabían que la muerte de peces podría llegar en cualquier momento y así ocurrió en agosto. Ahora bien, a la hora de buscar culpables, cada uno tiene los suyos y parece que así seguirá mientras la laguna languidece. La alcaldesa lleva tiempo tratando de mitigar los grandes y pequeños obstáculos que aparecen y su discurso ha quedado claro en varias ocasiones: ha pedido las competencias que no tenía para actuar con inmediatez. Antes de asumir la Alcaldía ya dijo que era el gran asunto que ocupaba parte de su agenda y que no iba a entrar en la disputa de quién debe solucionarlo, porque los vecinos están hartos de excusas.
Ya en 2019 asumió la presidencia de la comisión municipal para reforzar todas las actuaciones municipales en las zonas del Mar Menor y ha trabajado para reforzar la colaboración entre administraciones y desbloquear proyectos necesarios para estas zonas como mejoras en infraestructuras (ejemplo la actuación ya terminada en la carretera de la Rambla de la carrasquila en Los Nietos, o la que conecta Los Urrutias y El Carmolí con la carretera de Los Alcázares ya adjudicada). Y es inminente la licitación de la redacción del proyecto para retirada de fangos y secos, que siendo de competencia estatal, va a asumir el Ayuntamiento con presupuesto financiado por la Comunidad Autónoma. Porque si hay algo que tiene claro respecto al problema del Mar Menor es que hay que pasar a la acción y dar soluciones a los vecinos. Está dispuesta a ambas cosas, dar soluciones y ser valiente. Un paso adelante es más necesario que nunca y Arroyo lo sabe, el tiempo se agota.
La eterna ZAL ha sido un grano en el trasero de cualquier gobernante de Cartagena. Pero, curiosamente, a Arroyo le ha venido de cara. La firma del convenio Sepes-Puerto abre la puerta a que el desarrollo de la zona logística de Los Camachos encuentre una vía donde caminar y evolucionar. Eso sí, en la capacidad negociadora y las propuestas para vender las bondades de la alcaldesa de esta zona de actuación logística radica la clave de un éxito que está por verse.
La limpieza viaria y las zonas verdes llegan como asuntos con un recorrido amplio que no han dejado de ser un quebradero de cabeza para los que gobiernan. Los vecinos de la ciudad han mostrado en infinidad de ocasiones sus quejas por el aspecto sucios y desatendido de sus barrios y diputaciones. Jardines y parques descuidados y un servicio de limpieza que deja mucho que desear afea una ciudad que aspira a algo más. "Tenemos una ciudad preciosa, diversa, con muchísimo potencial y que enamora. Con la mejora de calidad en los servicios de limpieza y mantenimiento daremos el gran salto para el que estamos preparados", indicaba la regidora días atrás cuando anunció los 10 millones de euros anuales de inversión -el doble del anterior- para el nuevo contrato de mantenimiento de parques y jardines. Pero ¿qué pasará con Lhicarsa? La concesionaria del servicio de limpieza, ya acumula 3 expedientes por diferentes irregularidades. La empresa está ultimando las gestiones para cambiar de nave, y separar físicamente tanto el personal como la maquinaria de Lhicarsa de las de la empresa FCC, facilitando así la labor de fiscalización de la concesionaria por parte de los técnicos del Ayuntamiento de Cartagena.
Entiende la política con el trato directo ante sus vecinos, por lo que no suele ahuecar el ala ante pequeños o grandes problemas que le plantean el vecino que pasea por la calle o la asociación que se moviliza para evitar un derribo o una construcción en un paraje natural.
La llegada de los fondos Next Generation abre una enorme oportunidad para reflotar la maltrecha economía cartagenera, pero le aguardan otros como el nuevo Plan General de Ordenación Urbana y el Plan Estratégico de Turismo que considera claves en los menos dos años de legislatura. El Plan de Movilidad, que debe marcar las políticas de movilidad para las próximas décadas en Cartagena llega a su momento clave: la capacidad de adaptar las nuevas normas, la peatonalización, el replanteamiento de la ciudad adaptada al viandante y la pacificación del tráfico pueden dar un vuelco a la ciudad, por lo que Arroyo necesitará poner todo su empeño para que no quede solo en palabras.
Arroyo es muy consciente de que tiene el tiempo que tiene, que lo demás está por llegar y que su impronta es imprescindible para seguir gobernando. El 'periodo de gracia', si es que Arroyo lo ha tenido, se ha acabado, aunque en este tiempo ha tenido que ir con el extintor a cuestas para ir apagando los fuegos que iban surgiendo.