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Una lectura murciana de las vascas: bálsamo para el PSOE, oxígeno para PP y Vox y feo augurio para Podemos

23/04/2024 - 

MURCIA. ¿Qué se le ha perdido a la política murciana en Euskadi? Poco, podría decirse. La Región de Murcia y el País Vasco son dos territorios muy alejados. No sólo por la obviedad de la distancia física, también por su realidad, con problemas distintos y pocas circunstancias comunes. Pero en la política todo afecta y nada es baladí. La noche electoral deja resultados poco boyantes para los partidos de la Región, ya que, en esencia, si sólo se miran los votos, los grandes triunfadores son el nacionalismo vasco (PNV) y la izquierda abertzale (Bildu), dos fenómenos que no existen en Murcia. Pese a todo, las elecciones vascas reflotan la moral de un PSOE que se siente muy vivo, alivian al PP y dan un balón de oxígeno a Vox, en un territorio muy difícil para la derecha. El correctivo, eso sí, es duro para Podemos y Sumar, para los partidos de izquierdas en general, que ven cómo Bildu se expande por todo su espacio y apenas les deja resquicio.

Es muy difícil derrotar al PSOE y, por traslación, a Pedro Sánchez. Mucho más de lo que parece. Es un partido con una sólida implantación territorial, por lo que nunca hay que darlo por muerto antes de tiempo. Los socialistas salen reforzados en el País Vasco y tienen a tiro reeditar la coalición con el PNV. Mantener el Gobierno es importante en un momento de hegemonía popular en las autonomías (gobiernan 11 comunidades, además de Ceuta y Melilla). Tras la debacle del 28M y el apagón en Galicia, el PSOE quiere, poco a poco, recuperar la confianza perdida y suturar las heridas de los pactos con el independentismo. Salvado Euskadi, los socialistas se encomiendan a Cataluña, la próxima batalla, donde manejan mejores expectativas. Todo esto se traduce en un bálsamo de tranquilidad para los barones autonómicos en la oposición, como es el caso de Vélez, el líder regional del PSRM, que ve cómo Sánchez podrá seguir tejiendo alianzas en el Congreso tanto con el PNV como con Bildu.

El País Vasco es la plaza más difícil para la derecha. La batalla se plantea como una cuestión de mínimos. Los populares se congratulan de cumplir el expediente, con un diputado más que en 2020, cuando participó en coalición con Ciudadanos. Pero el resultado no es nada del otro mundo ni invita a grandes celebraciones. El PP se mantiene en la irrelevancia: no influye para gobernar y ve cómo el PSOE seguirá en el Gobierno vasco (o siendo decisivo para ello). Y tampoco ha conseguido anular a Vox, su principal adversario, que resiste en Álava. Fernando López Miras ponía ayer el acento en el "proyecto" del candidato vasco Javier de Andrés. No tiene más mucho que decir: el PP vasco es sólo eso... un proyecto.

Vox respira de puro alivio en el País Vasco. "No somos una moda", repetían en la noche electoral. Mantener el escaño en una tierra tan complicada como simbólica para ellos se toma como un éxito. También le puede servir para alimentar su pugna contra las encuestas, pues Vox se impuso a los sondeos y revalidó su diputada. Vox puede perder fuerza en las urnas, pero resiste frente a los esfuerzos del PP para adueñarse del voto útil. Comparar la realidad vasca con la murciana suena a ciencia ficción, pero José Ángel Antelo puede extraer conclusiones positivas de las elecciones vascas.

Podemos desaparece de otra comunidad autónoma y eso es siempre una mala noticia para ellos. El resultado es doloroso si se tiene en cuenta que los morados llegaron a ser la primera fuerza en el País Vasco en las generales de 2015 y 2016. Los tiempos de vino y gloria quedan cada vez más lejos. La formación también ha fracasado en su pugna contra Yolanda Díaz. ¿Qué resonancias tiene este fiasco para Murcia? A priori, pocas, aunque el líder regional, Javier Sánchez Serna, es una de las caras visibles en Madrid. Pero la coyuntura nacional no ayuda y aunque Podemos aguante el tipo en lugares como la Región (dos diputados en 2023 y además el Cemop les da otro dos escaños), la resistencia se complica si los vientos del país soplan en su contra. Los morados están fuera de siete parlamentos autonómicos (Madrid, Comunidad Valenciana, Canarias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Galicia y País Vasco). Ahora vienen las catalanas y, especialmente, las europeas, con Irene Montero al frente. Son las últimas grandes oportunidades para frenar la decadencia.

A Sumar tampoco le salen las cuentas. Si la coalición vino para ser la gran alternativa a la izquierda del PSOE, el comienzo no puede ser peor, con exiguos botines en Galicia y País Vasco. A falta de consolidar una estructura orgánica definida, el empujón de las urnas no llega. Sumar, al igual que Podemos, ve cómo Bildu se ha destapado como un partido mucho más creíble y útil. Es todo un bofetón, porque les deja sin espacio. En el caso de Murcia, no existe un Bildu -obviamente-, pero sí hay un mensaje que duele: no es la izquierda quien retrocede en votos, sino las siglas de los partidos que representan a la izquierda. Que es distinto. 

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