LORCA (EFE).- El Ayuntamiento de Lorca ha cedido oficialmente este martes a la Federación San Clemente el uso de la iglesia desacralizada de Santa María para convertirla en la sede del museo Ciudad de Frontera (Ciufront) sobre la historia medieval de la ciudad, que abrirá sus puertas en 2022.
El alcalde, Diego José Mateos, ha dicho a EFE que espera que el Ciufront se convierta “en un punto de encuentro de la cultura” y que complemente la oferta museística y patrimonial de la ciudad y que contribuya a los planes de reactivación y dinamización del casco histórico de la ciudad.
Ha añadido que el museo servirá “para rememorar la historia medieval de Lorca, que es mucha y muy rica y que, en gran parte, es desconocida incluso para los propios lorquinos”.
Por eso se ha mostrado convencido de que el Ciufront será una herramienta para la divulgación de ese legado, que estará centrado en la convivencia de las culturas cristiana, musulmana y judía durante el medievo.
La iglesia medieval de Santa María de Lorca, la única de estilo gótico levantino de la Región, fue construida entre los siglos XIII y XV, y ha permanecido clausurada y en estado ruina durante más de 70 años.
Fue rehabilitada entre 2017 y 2019 por el Ministerio de Fomento con una inversión superior al millón de euros y el ayuntamiento ha colaborado en el acondicionamiento interior del edificio para hacer posible su uso como museo y en la plaza exterior del templo con una terraza panorámica sobre el casco histórico de la ciudad.
La Federación San Clemente estima que el coste total de la musealización superará los 400.000 euros y el Gobierno regional acaba de anunciar la concesión de una primera partida de 60.000 euros.
Santa María fue levantada sobre la mezquita mayor de Lorca en el siglo XIII durante el reinado de Jaime de Aragón, aunque se le realizaron añadidos e intervenciones hasta el siglo XV y en el XVIII se abrió en su cabecera un camarín poligonal.
El templo, desacralizado para el culto, ha permanecido cerrado y en estado ruinoso durante casi un siglo y del mismo solo se conservaban los muros de la fachada y la torre campanario, junto con algunos elementos interiores.
Desde la Guerra Civil, cuando fue incendiada y saqueada, la iglesia permaneció a cielo abierto y sin techo y en 2017, en el marco de su restauración por el Gobierno central, se instaló una techumbre de madera ligera para hacer posible su uso.