MURCIA. Nunca habían estado así de distantes. Los dos socios del Gobierno regional, PP y Ciudadanos, viven sus días más tensos desde que echara a andar el primer gabinete de coalición de la Región de Murcia. Y eso que el Ejecutivo se ha enfrentado a todo tipo de obstáculos, en una de las legislaturas más agitadas que se recuerdan: prácticamente ha ido de crisis en crisis. La DANA, el Mar Menor, la pandemia... Y ahora el escándalo de la vacunación, que se ha llevado por delante al consejero de Salud. Aunque el divorcio no se plantea, máxime en plena tercera ola del coronavirus -un escenario de extrema gravedad que lo último que necesitaría sería una ruptura de Gobierno-, la relación entre populares y liberales se encuentra en su peor momento, marcada por la desconfianza mutua entre ambas partes.
El misil que lanzó Ana Martínez Vidal en menos de dos horas después de conocer por los medios de comunicación -desvelado por el diario La Verdad- que el titular de Salud se había vacunado sentó como una bomba en las filas populares. La portavoz pedía la cabeza del consejero Villegas. O lo que es lo mismo: el Gobierno regional reaccionaba ante la polémica pidiendo la dimisión de uno de sus miembros del Gobierno. Y no era un consejero cualquiera: Villegas, Manolo para sus compañeros, era uno de sus compañeros más queridos en el Consejo de Gobierno, respetado por populares y naranjas; era el hombre que había dirigido la crisis más difícil que ha afrontado la Comunidad Autónoma en su historia.
El trago fue especialmente amargo para Fernando López Miras. Lo reconocía en público: "Es probablemente la comparecencia más difícil que doy en lo político y en lo personal", confesó. Pero al final, ante la enorme presión de un caso que alcanzó resonancias nacionales, aceptó su renuncia, dejándolo caer. Villegas había sido su escudo protector, el dique de contención contra la covid-19. Mientras el consejero lidiaba cada día con los achaques de un virus que trastocó las vidas de todo un planeta, haciéndose cargo de la parte sanitaria, el presidente podía ahondar más en la esfera política ante una población confinada y pendiente del televisor y de las noticias. El dúo se complementaba: el gestor y el político; el perfil técnico que rehusaba politizar el debate y crispar con el Ejecutivo nacional -incluso cuando recriminaba al Gobierno por sus "17 modelos de respuestas ante el virus" lo hacía con la boca pequeña- y el dirigente reivindicativo, cómodo en el papel de criticar a Pedro Sánchez.
Villegas era además, junto con Javier Celdrán, el único consejero que había repetido de la anterior legislatura. Fue elegido expresamente por el presidente en 2017, cuando López Miras aterrizó en San Esteban tras la salida de Pedro Antonio Sánchez. Y se mantuvo en la Consejería de Salud con la llegada de Ciudadanos al Ejecutivo. Los inicios de la pandemia reforzaron a un consejero por entonces poco relevante -pese a la envergadura de su departamento-. Pero la vacunación tumbó al consejero más valorado, respetado incluso por la oposición, que siempre disparó sus dardos más ácidos hacia el presidente. Sin embargo, la revelación de que se había puesto la vacuna fue imperdonable para sus rivales políticos. Su vacunación, junto con otros altos cargos y centenares de profesionales de Salud, desató una oleada de indignación ciudadana y una tormenta política que llegó al seno del propio Gobierno regional.
Ciudadanos, que durante la legislatura ha tenido dificultades para imponer su relato, esta vez marcó el paso en San Esteban. Martínez Vidal se adelantó y tomó la iniciativa política, respaldada por su partido, tanto desde Madrid como en sus filas internas. Ya venía avisando, con desmarques públicos del PP, que evidenciaban un claro cambio de estrategia. Pero en la primera gran prueba de fuego, Ciudadanos mantuvo el órdago. Y lo ganó. Ante la opinión pública ha quedado como el partido que forzó la dimisión del consejero que se vacunó.
Sin embargo, este envite conlleva daños colaterales. La consejera llegó a emplear términos muy duros. "Estamos ante un caso gravísimo de presunta corrupción, en un momento especialmente delicado", dijo, para incredulidad de sus socios del PP. Al día siguiente, con Villegas negándose a renunciar al cargo ante los periodistas primero y en la Asamblea después, la líder de Ciudadanos mantenía su posición, exigiendo la salida del consejero en los medios nacionales y también en la propia Cámara autonómica. El pleno en el Parlamento evidenció las tensiones entre populares y liberales, acostumbrados a apoyarse mutuamente: Villegas hablaba, los populares arropaban a su consejero y los liberales callaban, evitando los aplausos al titular de Salud. Vidal incluso pidió reunirse con el presidente para exigirle cara a cara la marcha del consejero. Pero no hubo que llegar a ese extremo. Antes de que Miras y Vidal se reunieran, el presidente, que no asistió a la Asamblea por la mañana, anunciaba la renuncia del consejero.
Aunque se había eliminado el principal motivo de la cita en San Esteban entre los dos líderes políticos, no hubo deshielo. La portavoz reclamó al jefe del Ejecutivo la lista de todos los altos cargos vacunados y avisó de que registraría una comisión de investigación en la Asamblea para esclarecer los hechos. La reunión, pese a todo, se celebró con un tono cordial. Un día después, la lista de nombres llegaba a Centrofama, pero fue "insuficiente" para los naranjas. López Miras, preguntado por los periodistas, alegaba que no podía dar todas las identidades porque se lo impide la ley de protección de datos.
PP y Ciudadanos mantienen este clima curiosamente en la semana en que habían conseguido desatascar los Presupuestos, cuyo acuerdo -adelantado por Murcia Plaza- se había retrasado. Las negociaciones también contuvieron sus dimes y diretes. Ambos ahora se lanzan a por los acuerdos parlamentarios para sacar las cuentas, con distinto camino: el PP empezará con los diputados de Vox mientras que Ciudadanos prefiere pactar con el PSOE. Pese a todo, ninguno cree que corra peligro el pacto que firmaron en 2019 para gobernar juntos hasta 2023. Pero, qué duda cabe, el escándalo de la vacunación ha abierto una brecha entre los dos partidos que gobiernan la Región de Murcia.