MURCIA. Ya no hace falta tener una casa en Cabo de Palos para pasar unos días en uno de los pueblos costeros con más encanto del país. Y es que la pequeña localidad cartagenera ha pasado en los últimos años de no contar prácticamente con oferta hotelera a disponer de dos establecimientos muy diferentes -el Sub-Up Hostel (que abrió en 2019) y el recientemente inaugurado Hotel Cetina-; así como diversos apartamentos y alojamientos turísticos, entre los que se encuentra el de Torremocha, que ha transformado una casa emblemática y abandonada en la carretera de subida al Faro -de las primeras del pueblo- en una acogedora residencia para disfrutar de este entorno privilegiado.
Cabo de Palos siempre ha estado de moda, pero ahora si cabe más, puesto que se ha subido al carro de un turismo que ya no es solo residencial. "Estamos muy ilusionados y esperanzados con la acogida en estas primeras semanas de verano", asegura, por ejemplo, Javier Nicolás Torres, director de operaciones del nuevo Hotel Cetina (con 45 habitaciones). En este sentido, asegura que "estamos recibiendo un gran volumen de reservas, especialmente de jueves a domingo, cuando ya rozamos prácticamente el 100% de ocupación". El perfil del huésped -añade- es "mayoritariamente nacional, aunque paulatinamente vamos recibiendo más reservas del centro y norte de Europa (Francia, Alemania, Irlanda...)".
La oferta hotelera en Cabo de Palos busca también desestacionalizar la llegada de turistas ya que este pueblo pescador ofrece alicientes durante todo el año, especialmente para los buceadores, ya que en la reserva marina de Islas Hormigas se pueden encontrar algunos de los mejores fondos marinos de Europa para esta práctica. "Queremos también ser impulsores del deporte acuático durante todo el año, pues somos conscientes del enorme potencial de la zona", apuntan desde el nuevo Hotel Cetina, donde "para los meses otoñales ya estamos atendiendo las primeras solicitudes de grupos, mayoritariamente enfocados en eventos y celebraciones".
Son muchos los atractivos que han convertido a este pueblo pescador en uno de los destinos más buscados y también más exclusivos de la Región. Tanto que ha sido uno de los lugares que se han barajado como posible escenario de unas vacaciones de la Infanta Leonor con sus amigos (en algunos foros se sigue elucubrando sobre este tema y se ofrecen hasta localizaciones). Lo cierto es que, con o sin Infanta, Cabo de Palos enamora a propios y extraños con la esencia y el sabor marinero de muchos de sus rincones. Estos son algunos:
El Faro de Cabo de Palos es mucho más que una torre que guía con su luz a los barcos, que también. Es un símbolo de este pueblo conocido en toda la Región Su construcción comenzó en 1863 y desde que se iluminara por primera vez dos años más tarde ha sido testigo mudo de grandes y pequeños acontecimientos. Destaca el naufragio del Sirio, el trasatlántico italiano en el que fallecieron cerca de trescientos pasajeros. Cuentan que el capitán y los oficiales fueron los primeros en subir a los botes salvavidas; que a bordo viajaba la cantante de zarzuela Lola Millanes, cuyo cadáver apareció en Torrevieja; o que la caja fuerte fue hallada abierta y vacía, pero sin signos de haber sido forzada. También se recuerda al pescador Vicente Buigués, quien logró salvar a numerosos pasajeros, siendo condecorado por ello en el único día que llevó traje.
El Faro también presenció en 1938 la batalla naval más importante de la Guerra Civil entre nacionales y republicanos, que se saldó con 700 muertos y alrededor de un centenar de desaparecidos. Franco encargó una película sobre este hecho, que se tituló El crucero Baleares, pero el filme no pasó los filtros de la censura y se ordenó destruir todas las copia. Este símbolo de Cabo de Palos también se ha convertido en protagonista de la película Los últimos fareros.
Una de las cosas que hace que Cabo de Palos sea tan apreciado es que no ha perdido el sabor marinero que está en el origen de la localidad, ya que aunque su población se dispare en verano, no deja de ser un pueblo de pescadores, con familias que se conocen de toda la vida, aunque no siempre hayan heredado el oficio. Son las mismas que sacan sus barcos en la procesión de la Virgen del Mar que se celebra en agosto.
El puerto también es exponente de esta cara marinera de Cabo de Palos, con las redes que bien temprano son caladas en las aguas donde faenan los pescadores de la zona. Famosa es, además, la pescadería en el corazón de la localidad donde se puede encontrar todo tipo de pescado fresco.
Aquellos que son de Cabo de Palos o han pasado allí los veranos de su infancia, seguro que en alguna ocasión han nadado hasta la roca del pato, una formación rocosa que llama la atención por su semejanza con esta ave. Y es que la localidad cuenta con la playa del Paseo de Levante, pero también con numerosas calas de aguas cristalinas en los acantilados que la rodean.
Asimismo, los fondos de la Reserva Marina Cabo de Palos-Islas Hormigas son muy apreciados, siendo esta zona una de las preferidas de España, y de Europa, para la práctica del submarinismo. Un ejemplo de ello son las visitas de David Bisbal, quien ha elegido Cabo de Palos en más de una ocasión para realizar sus inmersiones con algunas de las muchas escuelas de buceo que acoge el pueblo.
Las casas de Cabo de Palos son un espectáculo. Aquí se pueden encontrar grandes caserones que datan de primera mitad del siglo XX, concebidos como residencias veraniegas en las que reunir a toda la familia -abuelos, hijos y nietos- durante los meses de calor. Pero también viviendas de lujo, más recientes y de líneas más actuales. No en vano, este pueblo es una de las zonas más caras de la Región a la hora de comprar.
Merece la pena pasear por el Paseo de Levante, los acantilados, la Zeneta o Calaflores para admirar las magníficas casas que -entre flores de bungavilla, azalea y otros arbustos con flor- dejan con la boca abierta al caminante.
La gastronomía es otro de los grandes atractivos de Cabo de Palos. Desayunar en la terraza del Paseo de la Barra: degustar unos chopitos o un caldero en algunos de los restaurantes de la zona; o hacer una visita a la ya histórica panadería del pueblo, son algunos de los placeres que depara la localidad costera a los visitantes.
Son muchos los establecimientos y los diferentes tipos de cocina que se pueden encontrar, desde la tradicional a la italiana, pasando por la argentina o la más vanguardista.
El rompeolas que se encuentra frente al Paseo de La Barra -un muro alargado de unos dos metros de anchura que se inserta en el mar- es otro testigo de las idas y venidas de los paseantes en Cabo de Palos. Muchas de estas escenas han sido captadas por el psicólogo y fotógrafo cartagenero Gabriel Navarro, quien durante varios años fue reuniendo una colección de imágenes que hablan de historias, pero sobre todo de emociones y sentimientos. El proyecto fotográfico titulado Trazas sobre el muro muestra turistas en busca de la mejor foto, paseantes, deportistas, niños jugando, amigos charlando, pescadores e, incluso, novios con el traje de boda que se han querido inmortalizar de esta guisa en tan magnífico escenario...