MURCIA. Antes de pronunciar sus primeras palabras, Fernando López Miras bebió un trago del vaso de agua. Por delante, noventa minutos de discurso. Tiene una hora y media para reivindicar su gestión al frente del Gobierno regional durante los primeros diez meses de legislatura, sin interrupciones, sin réplicas, con todo el altavoz y el escaparate que propician la apertura de un debate del estado de la Región. Una hora y media para hacer anuncios, para defender sus ideas, para criticar a los adversarios, si se tercia. Es un discurso leído, pero a López Miras, en su entonación, en sus pausas, se le nota que lleva ya tres años en el cargo. En la primera fila del acondicionado Patio de los Ayuntamientos se encuentran todos los consejeros del Gobierno. Detrás, sus señorías, los 45 diputados. Algunos miran el móvil; otros, como Joaquín Segado, Diego Conesa, Martínez Baños y María Marín toman apuntes, escuchando al presidente. Todavía no es el turno de la oposición, que disparará su artillería este miércoles. Sentados en los nuevos escaños –que vistos por televisión se asemejan a los pupitres de un aula universitaria-, los parlamentarios parecen alumnos en un examen de oposiciones. En cierta manera, lo son: sus examinadores son los ciudadanos de la Región.
No hubo público por primera vez en 35 años de debates y el Patio de las Comarcas, habitual espacio de los ilustres invitados, fue ocupado por los operadores y los reporteros de televisión. Es una señal de los nuevos tiempos, de la nueva normalidad –"normalidad relativa", matizó después el presidente- que se avecina por el coronavirus. La primera mención, no pudo ser de otra manera, fue para las víctimas mortales, para las 150 vidas que la covid-19 se ha cobrado en la Región de Murcia. Las banderas, a media asta y con crespones negros desde hace 75 días, dan fe del triste corolario que deja el patógeno. "Los símbolos son importantes", resaltó López Miras, que prometió, una vez que concluya el estado de alarma, la celebración de un homenaje de cariño y cercanía para los familiares de los fallecidos.
Zanjada la cortesía –muy obligada-, Miras empezó la función. En su mano tenía abordar todos los avatares de un Gobierno que vio la luz con gran una novedad, ser el primer Ejecutivo de coalición, y que afrontó tres acontecimientos excepcionales, históricos: los episodios de lluvia torrenciales –las DANA-, el deterioro del mayor patrimonio natural de la Región, como es el Mar Menor, y la crisis del coronavirus. Comenzó con el desastre de las inundaciones de septiembre, que se cebaron con Los Alcázares, y se dejó para el final la gestión sanitaria. Entre medias emergieron los innumerables problemas que padece la Región, algunos enquistados en el tiempo: recuperación económica, financiación autonómica, deuda, infraestructuras, AVE, empleo, ERTE, educación, agua... Incluso hizo una mención a la cultura: prometió una ley de mecenazgo.
No se olvidó tampoco de valorar a su propio Gobierno. Naturalmente, el jefe regional defendió la "cohesión" y la solidez" de su Ejecutivo, que ha soportado algún sobresalto por discrepancias entre populares y naranjas pero que no ha sufrido, ciertamente, turbulencias internas graves. Agradeció a PP, Ciudadanos y Vox su implicación para sacar adelante las cuentas y "ofrecer estabilidad presupuestaria". Otros, reprendió, no pueden decir lo mismo, "como el Gobierno central, que sigue con los Presupuestos de Rajoy". También sacó pecho de los acuerdos firmados con patronal y sindicatos, así como el pacto con el cooperativismo y el sector de la economía social.
El máximo mandatario murciano afirmó que la gota fría fue un ejemplo de la fortaleza de la Región. El cierre de colegios quedó como una premonición de lo que vendría después. Hubo muchos daños, propios de la peor inundación en 150 años, pero no hubo ninguna víctima mortal. Lo cierto es que, siete meses después y tres episodios de DANA –septiembre, diciembre y marzo-, los vecinos de Los Alcázares siguen clamando soluciones, sin poder dormir tranquilos. Y Miras lo sabe: "No podemos tolerar que los vecinos vivan con el miedo de sufrir nuevas inundaciones".
Al presidente le gusta combinar sus promesas de lealtad y buena voluntad hacia el Gobierno de España con las críticas al mismo Ejecutivo, el de "Sánchez e Iglesias", como así lo llama cuando va acompañado de reproches. Le gusta remarcar que "hay que dignificar la política sabiendo diferenciar la confrontación electoral para trabajar por el bien común"; pero al mismo tiempo no duda en alzar la voz contra lo que, considera, son "atropellos" contra la Región de Murcia. "Somos servidores públicos", apostilló, pero unos buscamos el diálogo y el pacto, pero otros carecen de esa voluntad". O sea, "pactar con el Gobierno nacional es una prioridad, pero dos no pactan si uno no quiere".
"No nos vamos a callar", espetó Miras antes de cargar contra Pedro Sánchez. "Le ofrecí lealtad, pero no siempre tomó decisiones justas". Le recriminó especialmente el reparto del fondo no reembolsable de 16.000 millones para las comunidades; una ayuda de la que Murcia exige recibir 508 millones, ateniéndose a su población. Sin embargo, los criterios, afirmó, se aprobarán "sin diálogo, sin consenso y con el poder absolutísimo [sic] del estado de alarma". Y añadió: "Maltratan a los murcianos". El jefe regional también subrayó el eterno problema de la financiación autonómica, que perjudica a la Comunidad desde 2009. "¿Y me piden que me calle? Lo pelearemos hasta la extenuación", pregonó.
Hasta en diez ocasiones aplaudieron los diputados de PP y Ciudadanos. Las ovaciones llegaron por referencias al ingreso mínimo –"El ingreso mínimo está muy bien, pero está mucho mejor dar libertad e independencia al individuo", opinó Miras- y por el reconocimiento al sector agroalimentario -"En los momentos más duros, el campo murciano respondió"-. Fue en ese momento cuando aprovechó para usar la baza del acueducto Tajo-Segura: "El Ejecutivo nacional plantea una modificación del Memorándum para avanzar en su intención de cerrar el trasvase". El presidente también protestó por los retrasos en la Alta Velocidad, cuya llegada a la Región augura que se producirá en 2023. "Y eso si tenemos fe en el Gobierno". Este "déficit histórico", que para el jefe murciano "estaba a punto de desterrarse en 2018", se traduce en la pérdida de 600 millones de euros y 4.600 empleos.
López Miras trató el preocupante estado de salud del Mar Menor y lo hizo deslizando una tímida autocrítica mientras reclamaba al Gobierno de España trabajar codo con codo: "En la pandemia hemos demostrado que la cogobernanza es posible. Esta es la única forma de que todas las administraciones recuperemos la credibilidad que hemos perdido en el Mar Menor". No admitió más errores, porque arguyó que la laguna es una "cuestión de Estado", por la "que tendió la mano" y por la que solicitó "una reunión monográfica" con Sánchez para reflejar en un documento las medidas que se deberían aplicar, con las competencias delimitadas para las administraciones. También pidió crear la figura de un alto comisionado. "El Mar Menor no tiene espera, pero sí solución". El asunto es "muy urgente": en un año, más de 2.000 toneladas de nitratos y más de 8.000 millones de metros cúbicos de agua dulce han entrado sólo por la Rambla del Albujón a la albufera.
El mandatario prometió además, como anuncio estrella del debate, una nueva bajada de impuestos por valor de 30 millones de euros. "Bajaremos impuestos, las familias necesitan un respiro". También dio más detalles de la Estrategia Reactiva 2020, el esperado plan para la recuperación: estará dotado con 700 millones de euros, pondrá en marcha 260 acciones y supondrá una inyección de 1.600 millones de euros hasta 2021 en la economía de la Región. E igualmente avanzó que se creará una oficina de Marketing y Desarrollo de Negocio para fomentar las inversiones hoteleras en la Región.
Murcia no tiene más remedio que endeudarse, esgrimió también el presidente, que en varias ocasiones ha demandado esa autorización al Gobierno central a pesar de que la deuda pública de la Comunidad roza ya los 10.000 millones. Miras aduce que no quiere dejar ninguna necesidad sin cubrir. "Nos sorprende el rechazo a que las comunidades nos endeudemos, cuando el Estado prevé endeudarse un 10,2% mientras pide a la autonomías planes de ajuste del 0,2%". Eso es, remachó, "sostenible e imposible".
Concluyó su intervención aludiendo a la pandemia, el quebradero de cabeza que ha cambiado nuestras vidas de una forma impensable. Por más que los indicadores reflejen buenos datos en la Región, el riesgo de un rebrote existe. "La covid-19", describió, "es una enfermedad que hoy vencemos pero que sigue latente". Alabó la actuación de la atención primaria durante la lucha contra el virus; sin duda, uno de los temas que generan pocas objeciones: la vigilancia individual que los médicos desarrollaron sobre 70.000 pacientes con síntomas o contactos de infectados ayudó a controlar el brote en la Región. Al final, su discurso duró unos 80 minutos. López Miras terminó con apelaciones a la unidad y sin pasar por alto una de sus coletillas preferidas: "La Región es la mejor tierra del mundo".