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María José Ros, ADN 100% naranja para obrar el milagro de Ciudadanos

19/09/2021 - 

MURCIA. "No sé si existen los milagros, pero el trabajo sí. Tengo grabado a fuego la cultura del esfuerzo y yo me voy a dejar la piel. Lo vamos a conseguir: en 2023 tendremos grupo propio en la Asamblea Regional y seremos decisivos". Quien así lo defiende es la nueva líder de Ciudadanos, María José Ros Olivo, que asume el reto, el inmenso reto, de obrar el milagro de que Ciudadanos sea una fuerza relevante en la política regional. El momento no puede ser más crítico. Todas las encuestas pronostican el desplome en las urnas; la mayoría de los analistas políticos augura su extinción. Pero la coordinadora autonómica niega la mayor y cree que todavía hay esperanza. "Imposible es sólo una opinión", responde a Murcia Plaza. Está convencida de que aún hay tiempo para revertir la situación. La primavera de 2023 figura tatuada como su gran meta.

María José Ros (Cartagena, 1976) es una cartagenera que vive hoy en pleno barrio del Carmen de Murcia. Benjamina de tres hermanos, nació en un hogar de clase media de La Aljorra, donde pasó su infancia hasta que, con diez años, su familia se mudó a Los Dolores de Cartagena. Deportista desde niña, practicó atletismo y jugó al baloncesto hasta la universidad. Activa e inquieta por naturaleza, siempre se sintió una mujer de ciencias, aunque cuando tuvo que elegir su futuro laboral barajó tres ideas, a cada cual más dispar: "Lo mío fue tremendo. Me planteé estudiar Medicina en la rama de Traumatología o ingresar en la Academia General del Aire". Finalmente se decantó por Arquitectura, cuya carrera estudió en Alicante -en Murcia no había entonces-. Allí conoció a su marido -también un cartagenero afincado en la capital del Segura que tuvo que estudiar fuera de la Región- y trabajó como autónoma en un estudio de arquitectura en Murcia hasta que en 2019 recibió la llamada de Ana Martínez Vidal para ejercer como directora general de Comercio e Innovación Empresarial.

Madre de dos hijos -de 11 y 9 años-, pasa su poco tiempo libre corriendo por la senda del río mientras escucha música. Otra de sus aficiones es escaparse por el monte con su familia. Ellos -sus hijos y su esposo- son un pilar en su vida. Han aceptado con el paso del tiempo su entrega por la política. Porque fue toda una sorpresa cuando en 2015 les anunció que se apuntaba a Ciudadanos. "No había tradición política en casa. Nadie se había afiliado a ningún partido". Ahora son uno más en Ciudadanos e incluso participan en cenas y actos del partido. "Por eso, cuando me nombraron, me dijeron que si estaba convencida, me apoyarían hasta el final", comenta. Su aliento "incondicional", asegura, hace que los sinsabores de la política "merezcan la pena". Al fin y al cabo, como dice su madre, "dormir tranquila no tiene precio".

La flamante líder conoce muy bien las entrañas del partido. Llegó cuando la formación liberal todavía estaba en pañales en la Región de Murcia. De hecho, recuerda que a principios de 2015 acudió a Gran Vía, la primera sede, "y no había nadie allí". Como tantos militantes naranjas, se afilió por el hechizo de Albert Rivera, que la encandiló con su "discurso fresco y diferente". "Nunca había sentido curiosidad por la política ni me sentía identificada con nadie, pero Albert me enganchó en una época donde había mucha decepción por todo lo que sucedía". Así que se dio de alta precisamente cuando Mario Gómez -entonces un desconocido- derrotaba en las primarias a Esther García Losilla. Después pasó muchos años bregando en la fontanería de Ciudadanos, la tarea que no sale en los focos pero que es crucial para el devenir de las formaciones políticas. Fue coordinadora del distrito 4, que abarcaba el sur de Murcia. "Tengo un conocimiento interno del partido muy grande, porque lo he vivido todo con los afiliados: no me lo han contado. Me he pateado toda la Región de Murcia y me he montado a los autobuses para ir a Andalucía, al País Vasco... La gente me conoce y yo los conozco".

El gran salto político lo dio con Ana Martínez Vidal, cuya confianza se ganó en muy poco tiempo. Primero, en la Comunidad, donde desempeñó como alto cargo de la Consejería de Empresa, y después, una vez nombrada Vidal al frente de Ciudadanos, fue designada secretaria de Organización, un puesto de máxima confianza. En aquella etapa, configuró una treintena de juntas directivas municipales y reorganizó la estructura en seis comités locales (Murcia, Cartagena-Mar Menor, Guadalentín, Vega Media, Altiplano-Vega Alta y Noroeste). De su experiencia en el Ejecutivo regional, destaca el "mal" trato que les dispensaban sus colegas del PP"Nos miraban como el socio pobre e incómodo. No cumplían las condiciones del pacto de Gobierno. No tenían consideración con nosotros". Opina que los populares "no han sabido gobernar en coalición" y tiene muy claro que "fue un error" pactar con el PP en 2019.

Ros formó parte del círculo más estrecho de Martínez Vidal, por lo que estuvo cerca de las decisiones más importantes. Desde el inicio con los desmarques del PP hasta el golpe final a López Miras, pasando también por la crisis del vacunagate, en el que su partido forzó la dimisión del consejero de Salud. No participó en la noche de los autos en Centrofama, aunque sí estaba al tanto de lo que iba a suceder: "Fui yo quien abrió la sede el día que comunicaron la moción de censura a los seis diputados y los cuatro concejales. Abrí la puerta y me fui", rememora. Aquella maniobra, la más crucial de la legislatura y cuyo aleteo llegó a trastocar el rumbo de la política nacional, devino en un sonoro fiasco: la moción fracasó, desactivada por el voto de cuatro diputados naranjas que desobedecieron al partido. Ros asevera que quiere pasar página, aunque las heridas todavía no han cicatrizado: "Todos los presentes tienen la misma versión de aquella noche, a excepción de los tránsfugas. Lo dejaron claro: si alguien no quería firmar, no se hacía la moción. Y fue así. Pero los cuatro firmaron sin coacción y dieron su palabra". El calificativo tránsfuga le hierve. "Una de las mejores cosas que nos ha pasado es que los cuatro están fuera del partido. Ha sido un alivio", confiesa. "Si hay algo positivo de esto es que, primero, se ha demostrado que el PP actúa sin pudor y que, segundo, nos hemos quitado un lastre, porque estas cuatro personas nunca han representado los valores de Ciudadanos".

Ahora el destino de Ciudadanos queda en sus manos. Declara que no se esperaba que la nombraran a ella: "Nunca pensé que podía ser yo. Había compañeros muy capacitados". Relata que cuando Martínez Vidal "dio un paso al lado", Marina Bravo, la secretaria general, y Borja González, el secretario de Organización, le preguntaron por el futuro del partido. "Respondimos que íbamos a seguir trabajando". Descabezado Ciudadanos en la Región, fue ella quien tiró del carro en el verano, preparando actos importantes como la convención nacional, hasta que en septiembre se hizo oficial lo que era un secreto a voces. "Es un orgullo que pensaran en mí, pero también es una responsabilidad", señala, apostillando: "Creo que tengo la paciencia y la calma necesaria para estos momentos. Aunque debemos ir paso a paso. Tenemos las ideas muy claras y los objetivos muy definidos". Admite que aún no ha recibido la llamada de Inés Arrimadas, pero sí afirma que tiene trato constante con Marina Bravo. "La relación con Madrid es muy buena", sostiene. "Nos asesora y nos ayuda, pero no fiscaliza", advierte.

Toma las riendas de Ciudadanos en el peor momento de su historia, pero convencida de que las tendencias en política cambian. "Me da mucha rabia que nos den por muertos. Todos los partidos tenemos altos y bajos. No obstante, siempre han querido acabar con nosotros desde que nacimos". El partido, subraya, goza de músculo. Cuenta con más de 700 afiliados -"No somos más porque damos de baja a los que no pagan", remarca-, con muchos jóvenes empujando y tirando de las agrupaciones. El municipalismo es una de sus armas, agrega, consciente de que Ciudadanos forma parte de los Gobiernos locales de Murcia, Cartagena y Lorca -entre otras corporaciones- y preside la Alcaldía de dos municipios, Aledo y Cehegín

Sus primeros pasos son dos misiones: rematar las vacantes de la dirección -falta todavía nombrar al secretario de Organización y un vocal- y "escuchar". Es lo que más quiere hacer ahora: reunirse con todos -diputados, concejales, militantes- para tomar nota. Apunta que los valores de Ciudadanos "no van a cambiar". Y también resalta que es muy importante "cohesionar" y dar "visibilidad" a todo el equipo, no sólo a ella. "Los egos se han acabado", proclama, aclarando que es la labor más difícil, pues "siempre hay quien se siente menos valorado". Y sí, mantendrá "una relación muy cercana" con Martínez Vidal, su antecesora en el cargo. No en vano, es una de los dos diputados que les queda, "y debemos tener contacto con ella".

"Nuestro proyecto liberal es muy necesario. Somos los únicos que respetamos la libertad de las personas, no imponemos nada a nadie. Lo hacemos de verdad y no de boquilla. Y somos los únicos que nos ponemos en el centro del tablero para ponerse de acuerdo con la izquierda y con la derecha".

—¿Pero la gente lo percibe? El degaste de Ciudadanos ha sido muy fuerte...

"La gente tiene que analizar y votar en conciencia", responde. "Nosotros tenemos que convencer a los murcianos que están cansados de la política y a los que están hartos del PP y PSOE. Está todo muy polarizado. Los partidos han encontrado el filón de la crispación y del "y tú más", y nunca llegan a acuerdos. Nosotros generamos consensos. ¿Qué partido se ha sentado con el PSOE y con el PP para sacar la ley del Mar Menor? ¿Qué ocurre ahora? Vemos a un PP legalizando vertidos y derogando la ley de mandatos del presidente... Ciudadanos es muy necesario: somos los garantes de la moderación".

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