MURCIA. San Esteban despide uno de los años más 'moviditos' de los últimos tiempos. Tras veinte años acogiendo en su seno a dirigentes del PP, la sede del Ejecutivo regional vivió en 2019 la llegada de la primera coalición de Gobierno de su historia. El nacimiento del nuevo gabinete, que se hizo de rogar, vino precedido de unas elecciones autonómicas que marcaron un punto de inflexión en la Comunidad. Por primera vez desde 1995 un partido que no era el PP ganaba los comicios y por primera vez el partido hegemónico de la Región veía peligrar sus opciones de gobernar. Ciudadanos, al igual que pasó en 2015, volvió a ser el dueño de las llaves de la gobernabilidad, pero en esta ocasión lo hacía con una diferencia sustancial: quiso formar parte del Gobierno. Al mismo tiempo irrumpía un fenómeno político en las instituciones de la Región: Vox, que se estrenaba en la Asamblea Regional y en los ayuntamientos. Sí, 2019 se revolvió como un año especialmente agitado en la política murciana.
El verano ocupó el periodo de máxima expectación. El arco parlamentario sólo deparaba dos salidas: o Ciudadanos se aliaba con el PP o se asociaba con el PSOE. Populares y socialistas se lanzaron a la carrera por las negociaciones con los dirigentes naranjas para obtener su alianza. Finalmente, tras varios encuentros, con ofertas cruzadas entre todos -el PSOE llegó a ofrecer la Alcaldía de Murcia a Ciudadanos-, el partido naranja escogió al PP, siguiendo el criterio marcado por la dirección nacional de optar por los populares como socio preferente. Ciudadanos, el mismo partido que tambaleó el anterior Gobierno de Pedro Antonio Sánchez y el mismo que en la pasada legislatura mantuvo enfrentamientos dialécticos con el PP en la Asamblea, le daba la mano a López Miras. Ya no sería su rival, sino su socio.
Pero la suma PP y Ciudadanos necesitaba de un elemento añadido, imprescindible para alcanzar la mayoría absoluta: Vox. Si Cs era el dueño de la gobernabilidad, Vox se erigió como el juez de la estabilidad parlamentaria. Quién lo diría meses antes. Prácticamente desconocido en los inicios de 2018, el partido presidido por Santiago Abascal despegó como un tsunami imparable y encontró en la Región su mejor territorio para asentarse. En mayo, Vox se convertía en una pieza clave en la política murciana. Y todavía faltaba por llegar su vendaval de votos de las elecciones de noviembre.
La aparición de Vox en el tablero marcó otro hito en la política de la Región. Si en 2015 Podemos y Ciudadanos protagonizaron un fenómeno político sin precedentes, esta vez lo desarrollaba un partido cuyas posturas no han pasado desapercibidas para nadie: por un lado, sus ideas son respaldadas por miles de murcianos y muchos de ellos cambiaron su tradicional voto al PP por Vox. Pero también son ideas contestadas y repudiadas por otra parte numerosa de la sociedad, con asociaciones que han puesto el grito en alerta por la "irrupción de la extrema derecha". Su discurso, inmutable desde su origen, presume de "una posición única en todo el país" y maneja asuntos tan controvertidos como la derogación de la Ley de Violencia de Género (que piden sustituirla por "una ley de violencia intrafamiliar") y el cierre de la Asamblea Regional, entre otros postulados.
Y Vox no se lo puso fácil a PP y Cs. La investidura requirió de dos intentos tras unas negociaciones que comenzaron torcidas. Ciudadanos se negaba a encontrarse con Vox y Vox exigía un trato de igual en la negociación. Hubo tensión y amagos de ruptura, pero las tres formaciones se sentaron en la misma mesa, alcanzaron un acuerdo y el pacto vio la luz. En agosto, el culebrón murciano ya había tocado a su fin: el 29 de julio, López Miras tomaba posesión en el recién restaurado templo de San Esteban. El dirigente popular se sentía triunfador: mantenía el feudo murciano en manos del PP y se sacudía la etiqueta de presidente provisional, ganando legitimidad y poniendo fin a su era inicial -fue nombrado en 2017 por el exjefe regional Pedro Antonio Sánchez-.
El nuevo puesto de mando de San Esteban se configuraba: cinco consejeros del PP, cuatro de Cs y una consejería con una estructura compartida (Turismo, Juventud y Deportes), aunque con una consejera del PP. Transcurridos los primeros meses, el Gobierno presume de buena convivencia. Como en alguna ocasión ha comentado el propio López Miras, los miembros de este bipartito "se llevan mejor que los dirigentes del anterior gabinete" porque "los actuales consejeros son de la misma generación" y no "afloran ambiciones políticas". Claro que algunas chispas sí han saltado: en plena crisis del Mar Menor por el episodio de mortandad de los peces, Isabel Franco, la vicepresidenta, marcaba distancias al enviar a López Miras una carta exigiendo su compromiso con la laguna. En otra ocasión, Franco describió al presidente como un "inmaduro", un calificativo que no gustó a otros compañeros, como así se lo indicó la portavoz del Ejecutivo, Ana Martínez Vidal. No obstante, públicamente Miras y Franco han escenificado unidad y auguran acabar juntos la legislatura, como así expresaron en el balance de los 100 días.
Mientras San Esteban recibía a los flamantes inquilinos, en la cuneta -políticamente hablando- se quedaba el PSOE de Diego Conesa. El ganador de las elecciones veía su gozo en un pozo para desazón del socialismo regional, precisamente cuando más cerca tuvo la posibilidad de ocupar San Esteban. Los socialistas se situaban por enésima vez en la bancada de la oposición a pesar de su victoria histórica en la Comunidad, una plaza en poder del PP desde 1995. El PSOE, con todo, ya se plantea el reto 23-23: asaltar el trono en 2023 con mayoría absoluta. Es el horizonte marcado por un partido resignado a remar de nuevo, pero ningún socialista oculta que la mirilla del partido sigue dirigiéndose a Ciudadanos: un cambio de posición de la formación naranja alteraría los planes del PSOE. Pero esa opción de momento no está activada: ningún dirigente de Ciudadanos la ha reclamado públicamente. La primera prueba de fuego se verá pronto en la Asamblea si Diego Conesa presenta la moción de censura, tal y como tiene previsto. Hasta la fecha, no cuenta con apoyos para que tenga éxito.
2019 ha dado material de sobra para politólogos y expertos políticos. "Ha sido un año histórico", sostiene el politólogo Salvador Moreno, que destaca que la pasada legislatura se cerraba con la reforma del Estatuto de Autonomía, acordada por unanimidad por los grupos parlamentarios. Y después se sucedieron otros acontecimientos de calado histórico: "Por primera vez ha tocado sillón la extrema derecha en la Región; se abrió la puerta a la izquierda en la Región con la victoria del PSOE el 26-M; y es el año del primer Gobierno de coalición de la historia en esta Región, aunque no parece que vaya a acabar bien", agrega el politólogo a Murcia Plaza.
2019 fue el año del Mar Menor y de la DANA, "dos catástrofes que se presentan como retos para el Gobierno actual o para el venidero". El año, añade el politólogo, estuvo marcado por la incertidumbre: "Demasiado electoralismo y poca seriedad para solucionar problemas graves, y con cada vez contextos más difíciles para la gobernabilidad".
Salvador Moreno también recuerda otros momentos políticos clave: "Es el año del pacto PP-PSOE en Cartagena y la expulsión de Ana Belén Castejón". Las dos formaciones, históricamente enfrentadas, se unían junto con Ciudadanos para gobernar la ciudad portuaria, dejando sin opciones a la primera fuerza, MC Cartagena. El PSOE regional desautorizó el pacto y la alcaldesa y su grupo municipal acabaron expulsados del partido.