MURCIA. "Necesitamos que el arte y que un poco de alegría llegue hasta nuestras casas", dice el bailarín y coreógrafo cartagenero José Carlos Martínez sobre el Concierto de Año Nuevo de Viena, que ha coreografiado por segundo año consecutivo, haciendo historia por partida doble: por ser el primer español al que se le ha encomendado esta tarea y por haber sido invitado a repetir este año tras el éxito obtenido en su debut.
Pero muchas cosas han cambiado desde entonces; tanto es así que será la primera vez que el esperado evento navideño se celebre sin público. No obstante, y precisamente por ser "un año tan raro", en el que se han realizados menos eventos culturales y que acabará sin grandes fiestas, el cartagenero tiene la impresión de que "habrá más gente viendo este Concierto de Año Nuevo; va a ser más importante aún para la gente que está en casa". Y eso, que ya de por sí son más de 55 millones de personas de diferentes países las que cada año empiezan el año escuchando a la Filarmónica de Viena y viendo a los bailarines de su Ballet Estatal. Tan relevante es este evento musical que el Gobierno austríaco no ha querido renunciar a él a pesar de tener todos los teatros cerrados, recuerda Martínez, quien señala que "ha parecido muy importante que sigamos con esas ganas de tener espectáculos, de seguir viviendo y de tener motivación".
Repetir como coreógrafo del Concierto de Año Nuevo más famoso del mundo supone todo un reto para el que fuera bailarín estrella de la Ópera de París y director de la Compañía Nacional de Danza, puesto que "he tenido que crear algo diferente y en lo que se me reconozca", adaptándose al mismo tiempo a la línea tradicional del evento. Por otro lado, señala que conocer a los equipos y cómo funciona el rodaje le ha proporcionado una mayor tranquilidad. Con todo ello, José Carlos Martínez confía en poder sorprender a los espectadores, como ya hizo el año pasado, con unas coreografías que ha ido transformando al ritmo que ha marcado la pandemia. El resultado son unas piezas más teatrales y de las que el cartagenero se siente satisfecho, porque son "totalmente diferente a las que hubiera creado en una situación normal".
La primera de las actuaciones se desarrolla con la música de la polca francesa Margherita, de Josef Strauss, cuyo rodaje ha sido en la Casa Loos, en el centro de Viena. Martínez ha ideado una coreografía ambientada en los años 30, en la que evoca el cine mudo y en la que participan tres mujeres y un hombre que van descubriendo al espectador los entresijos del edificio. El segundo ballet está basado en el famoso vals Voces de primavera, de Johann Strauss hijo, y en él se cuenta la historia de cuatro mujeres en diferentes momentos de sus vidas. Rodada en el Palacio Jardín Liechtenstein, José Carlos Martínez destaca la dificultad de bailar con puntas sobre piedras, tierra y hasta sobre el césped de los jardines de este espectacular escenario. Todo ello realziado con medidas de seguridad durante los ensayos y el rodaje, y reduciendo el número de bailarines que coincidían en escena hasta el final para no tener que parar la grabación.
Un papel destacado en el resultado de este nuevo trabajo del cartagenero lo tienen el modisto Christian Lacroix, que ya había vestido a José Carlos Martínez en la Ópera de París y que se ha encargado de diseñar el vestuario de los bailarines inspirándose en los años 30 y “reflejando todo lo que yo quería contar en cada momento, con vestidos que son realmente como esculturas y que acompañan perfectamente el movimiento”.
Tras este proyecto, el cartagenero que ya ha hecho historia en el mundo de la danza sigue volcado en su faceta como coreógrafo y en nuevos retos, como es crear su propia versión de Giselle, que se estrenará en Croacia en mayo. Además, su compromiso con la danza y con los bailarines más jóvenes ha hecho, que este "coreógrafo freelance", como él mismo se define, haya despedido el año en Murcia con su Gran Gala de Navidad Estrellas de la Danza, con la que el cartagenero responde "a esa necesidad de cultura que tenemos".
"Se necesitan ayudas a nivel nacional para que la danza se vuelva a poner en marcha", considera Martínez, quien, pese a todo, deja un mensaje de esperanza: "La gente va a tener muchas ganas, mucha necesidad, de asistir a espectáculos y de ver cultura cuando todo esto termine".