CARTAGENA. El Grupo Mixto (GM) de nuestra Asamblea Regional (AR) ha sido comparado al camarote de los hermanos Marx y a un estercolero repleto de tránsfugas. Para el Aparecido, la característica más notable de nuestro GM es que está copado de diputados oficialistas. Y eso es muy inhabitual.
El reglamento de la AR impuso que cada diputado estuviese adscrito a un grupo parlamentario. Se pretendía así evitar la ingobernabilidad derivada de que se compusiera de electos sueltos. También impuso que cada grupo contase con al menos tres diputados. Así, los partidos sin el suficiente respaldo electoral no tendrían el mismo grado de protagonismo que los mayoritarios. En ese contexto, se instauró el GM para acoger a dos tipos de diputados: los que no deseasen figurar en el grupo del partido en cuya lista fueron elegidos y los que perteneciesen a partidos que solo hubiesen obtenido uno o dos diputados. Cierta heterogeneidad de los componentes del GM, lejos de ser ninguna anomalía, era justamente lo previsto y deseado por las normas.
Cuando solo contaba con los dos diputados de Podemos, no funcionaba como un genuino GM, sino como un grupo parlamentario de Podemos, aunque no llegasen a los tres diputados requeridos. Si María Marín perdiese protagonismo en el actual GM no sería porque nadie haya querido acallarla, sino porque los electores no le dieron una representación suficiente. En opinión del candidato de Podemos al Ayuntamiento de Lorca, "tenemos una sociedad muy adormecida socialmente y muy manipulada por los medios de comunicación; en definitiva, una sociedad servil". Pues bien, las posibles restricciones parlamentarias a Marín no provendrán del presidente Miras, sino de esa sociedad adormecida, manipulada y servil. Si quiere tener más protagonismo, consiga tres diputados en las próximas elecciones. Eso no habría Castillo que lo moviese.
"Resulta que el anticuado bipartidismo es fuente de estabilidad"
La segunda etapa del GM se inició cuando llegaron dos diputados provenientes de Ciudadanos (Cs). Alineados con la dirección nacional de su partido en la automoción de censura contra el Gobierno regional del que formaban parte, quedaron en minoría en su grupo parlamentario, cuyos otros cuatro componentes se opusieron a la moción. Si bien lo habitual es que los disidentes estén en minoría en sus grupos, justo lo contrario ocurrió en este caso: la tendencia oficialista quedó en minoría. Para no seguir compartiendo grupo con los mayoritarios disidentes, los oficialistas emigraron al GM. Infrecuente, pero inteligible.
Curiosamente, algo similar ocurrió en el grupo de Vox. De sus cuatro diputados, tres optaron por desobedecer a la dirección nacional en lo referente al uso de los fondos de la Asamblea. También los disidentes de Vox estaban, pues, en mayoría. Lo normal habría sido que Pascual, el único alineado con Abascal, se hubiese pasado de inmediato al GM. Lo raro no es que finalmente lo hiciese, sino lo mucho que tardó en hacerlo.
De hecho, la tercera etapa del GM no empezó hasta que dos de los tres disidentes de Vox se acercaron a Olona. Eso propició que Pascual se pasase al GM y que la consejera Campuzano lo imitase para reforzarlo. Entonces, los dos disidentes restantes, Liarte y Carrera, tuvieron que pasarse al GM por la regla de tres antes citada. De nuevo infrecuente que los disidentes estuviesen en mayoría, pero de nuevo inteligible lo ocurrido a la luz de los posibles futuros pactos entre el PP y Vox.
Ahora los únicos grupos que no tienen miembros en el GM son los dos mayoritarios, el PSOE y el PP. No hay que confundir la causa con el efecto: no es que carezcan de disidentes por ser mayoritarios, sino que son mayoritarios porque carecen de disidentes. Esto es, representan a partidos tradicionales y estables. Resulta que el anticuado bipartidismo es fuente de estabilidad.
De todos modos, lo más llamativo del GM es que cinco de sus ocho miembros sean oficialistas. En vez de repleto de disidentes (tránsfugas en el ofensivo léxico de los oficialistas), nuestro GM está repleto de afines a sus respectivas direcciones nacionales. La presencia de Podemos en el GM se debe a la previa división de la izquierda, con IU y Más Región compitiendo en el mismo espacio, pero ¿por qué la disidencia se hizo mayoritaria en Vox y Cs? ¿De verdad las respectivas direcciones nacionales no tienen ninguna responsabilidad en ese resultado? El Aparecido no lo cree.
"¿Mantendrán esa coherencia en la votación sobre los Presupuestos regionales?"
No sorprende que, a pesar de las diferencias programáticas entre Podemos, Cs y Vox, y sus mutuos anuncios de no pactar entre ellos, sus diputados, todos oficialistas, hayan alcanzado un acuerdo sobre el reglamento del GM. Incluso han acordado distribuirse las portavocías, los fondos y las iniciativas. De forma laudable, han estipulado que su portavoz, Vidal de Cs, tenga que llevar por escrito la delegación del voto de los que se avengan. A título individual podrá votar lo que quiera; a título de portavoz, solo podrá sumar los votos de los diputados de su grupo que lo autoricen. El Aparecido aprueba esa cautela.
La diputada Vidal ha proclamado que, siendo centrista, está muy capacitada para llegar a acuerdos, como el caso del reglamento del GM ilustra. La noticia es que la amplitud de los pactos de los centristas se ha extendido hasta incluir a Podemos y a Vox. Centristas a tope. La realidad es que los oficialistas se entienden mejor entre ellos que con los disidentes de sus partidos. Resultado: los disidentes Liarte y Carrera son los únicos que, por ahora, han mantenido su promesa de no pactar con sus adversarios. ¿Mantendrán esa coherencia en la votación sobre los Presupuestos regionales? Esa es la pregunta de los 5.000 millones. Si son coherentes, ganarán enteros ante Olona.
JR Medina Precioso