MURCIA. ¿Y qué va a pasar si hay una DANA fuerte en otoño después de las olas de calor de agosto? Esta pregunta que se hacía un bañista de una playa de Los Alcázares este sábado está en la mente de miles de personas. Y es que la rabia e impotencia que ha generado el grito del Mar Menor durante las dos últimas semanas -ayer se pudo visualizar con el multitudinario abrazo desde todas partes de la laguna-, mientras nada se hacía en el corto plazo para revertir la agonía de toneladas de peces y crustáceos, ha sido la gota que ha colmado el vaso. Pero la dejadez y la puntilla al que fue durante siglos uno de los ecosistemas más ricos y bellos del mundo se llevaba poniendo desde hace años (con la dejadez de las administraciones). Y el colapso de la laguna puede ser total si se repiten este otoño las fuertes inundaciones de 2019.
El último episodio del desastre medioambiental en torno al Mar Menor salía a la luz el lunes 16 de agosto, cuando miles de peces muertos empezaron a llegar a las orillas de playas del sur de la laguna como Los Nietos (en la zona de la Lengua de la Vaca), Mar de Cristal, Islas Menores y en algunas partes de La Manga.
Nada hacía presagiar (al menos a los más optimistas) que ese momento no sería más que la punta de la lanza de dos semanas de continúa aparición de fauna muerta de un ecosistema que ya no aguantó más. Desde el propio Gobierno regional se aseguraba en esos primeros momentos que "ha muerto un grupo de peces pequeños por el calor de los últimos días".
Pero no era así. El martes 17 y el miércoles 18 se repetía la dantesca escena, que no paró en los días siguientes. En este caso en las playas de Cavanna o Cala del Pino de La Manga y el Gobierno regional ya reconocía que se había producido una anoxia.
La Gola, Puerto Bello, Cala del Turco, Isla del Ciervo, playa del Vivero, Playa de Los Alemanes y Playa Honda. Todos estos lugares se fueron sumando al listado de las zonas donde iba emergiendo la mortandad de peces más grande que ha sufrido la laguna en su historia. Esta se habría producido por una bolsa anóxica con materia en descomposición, asegurarían desde San Esteban días después, con un vídeo incluido. Y el presidente regional, Fernando López Miras, ponía sobre la mesa una posible solución de urgencia: dragar la Gola de Marchamalo. Y lo hizo en una comparecencia en la que pedía al Gobierno central las competencias sobre costas y aseguraba que prohibiría por decreto la entrada de nutrientes por la Rambla del Albujón. Pero científicos (salvo los del consejo asesor), asociaciones ecologistas y el Gobierno central rechazaron de plano la posibilidad de dragar la gola.
Sólo un día después, la Vuelta Ciclista a España llegaba a la Región, en una etapa con final en La Manga. Y la indignación de los murcianos era tal, que el lamento del Mar Menor y su mal estado se proclamó en centenares de pancartas al paso de la carrera por San Pedro el Pinatar, San Javier, Torre Pacheco, Los Alcázares y Cartagena hasta la meta en La Manga. Fue un grito unánime que, ni que las imágenes de la carrera en directo lo obviasen ni la retirada y borrado de pintadas, pudo acallar.
El miércoles la ministra Ribera visitaba el Mar Menor para conocer de primera mano en qué situación se encuentra la laguna. "El Mar Menor es un asunto de primer nivel. Un lugar emblemático. Debemos centrarnos en localizar donde están las cargas que el ecosistema no puede soportar. Los cartageneros y los ciudadanos de las distintas localidades que componen el campo de Cartagena son los principales perjudicados", aseguraba en su visita in situ. Más tarde se reunía con López Miras, un acto tras el cual se dio a entender que Ministerio y Gobierno regional trabajarán de la mano. Algo que está por ver.
La climatología de este verano indica que las probabilidades de una nueva DANA en otoño son elevadas, por lo que resulta imprescindible tomar medidas para evitar la entrada de materia orgánica
Esta misma semana se hacía visible otro de los dramas que lleva implícito el cierre de las playas: la repercusión mediática que supone tanto para visitantes, turistas, habitantes y empresarios de la zona. El sector turístico es uno de los grandes afectados por la nueva crisis que atiza con virulencia al Mar Menor y los hosteleros lanzaban de nuevo una llamada de auxilio, tras detectar que la buena temporada que estaban desarrollando se iba a pique en unos pocos días.
Y la situación no es nada fácil. "El Mar Menor está en una situación crítica y enormemente delicada". Con estas palabras comenzaba su intervención el consejero de Medio Ambiente, Antonio Luengo, tras el Consejo de Gobierno de esta semana en el que se formalizaba la intención de asumir las competencias de costas. En concreto, anunciaba su preocupación por las nuevas amenazas que se ciernen sobre el Mar Menor, así como la necesidad de "actuaciones de forma urgente".
Y es que, el propio Luengo avisaba de que hay bajos niveles de oxígeno en la zona de la Rambla del Albujón debido a la entrada continua de agua dulce con nitratos. Por lo que "se está comenzando a producir la estratificación en las aguas de la laguna, lo que puede provocar episodios de anoxia en las zonas más profundas del acuífero", tal y como ocurrió en la DANA de 2019.
La climatología de este verano indica que las probabilidades de una nueva DANA en otoño son elevadas, por lo que resulta imprescindible tomar medidas para evitar la entrada de materia orgánica. Ahora es labor de las administraciones hacer caso al grito de auxilio de la laguna. Y esperemos que este nuevo episodio de muerte de fauna, que ha recorrido el mundo a través de periódicos e informativos de varios países, no quede en el olvido y se actúe en vez de fiarlo todo a la capacidad de regeneración propia de un Mar Menor que ya ha gritado ¡basta!